Ganas de ti... por siempre - Capítulo 9

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-Oh cielo, Antonia. Oh dios, nena…

-Si…

-Por dios… follas como las diosas.

-Si… no abras los ojos Ji.

-¿No? Me gusta verte…

-No… para que no veas, te pondré esto… -se escucha un poco de ruido. –Siempre te ha gustado la seda. 

-¿Cómo lo sabes? Nunca te he dicho. 

-Te conozco desde hace años Ji Yong. 

-¿Años?

-¿No reconoces mi voz?

-Mina…

-Mi vida, te dije que estaríamos juntos… pero odie que me dijeras Antonia.

-¡Suéltame! ¡Quítame las amarras!

-¿Por qué? Siempre te ha gustado estar amarrado… 

-¡Déjame maldición!

-No cielo.

-¡NO ME DIGAS CIELO!

-Shhhhh… te digo como quiero, no vengas con esas estupideces. Antonia no se molestará cielito. Ella ni respira.

-¡¿Qué le has hecho puta?!

-Más respeto cielito. Te dije que si la preferías a ella sería bajo tierra… así que…

-¡SUELTAME LAS AMARRAS! Antonia… No,… maldita, suéltame. Antonia… Antonia…

-Deja de llamarla Ji Yong, tú eres mío.

-No… No, no ¡NO! ¡ANTONIA!

-Ji, Ji… Ji Yong… Ji Yong, cielo. Abre los ojos. ¡Ji!

-¡Antonia! 

-Por dios… fue una pesadilla, cielo, Ji estoy aquí. Mírame, aquí estoy.

-Antonia…

-Ya, por favor…

-Te amo… te amo. –es la tercera noche que Ji vuelve a tener una pesadilla. Grita desesperado mi nombre, me busca y no puede despertar.

Suda, se agita, pero no quiere contarme lo que sueña. Dice que no quiere volver a recordar. 

Es nuestra tercera noche en la Isla Jeju. Tercera noche de nuestra semana solos. 

-Ji por favor, dime. ¿Qué es lo que sueñas? Quiero ayudar, por favor, me asustas. 

-No. –niega completamente, se seca las lágrimas y me mira a los ojos. –Tú estas aquí. Estás conmigo. Por favor Antonia, casémonos. Cásate conmigo. 

-Estas desesperado. –arrugo mi entrecejo. –Ji.

-Lo estoy. Si. No quiero que te pase nada Antonia. Tú eres lo mejor que me ha pasado. Por favor… -niego.

-Cuéntame. –vuelve a negar. –No me casaré. No lo haré. –se levanta de la cama, desnudo y va al baño, yo lo sigo y en el camino me pongo su polera. 

-Estas cosas no me hacen efecto. –sonríe de lado. –Odio medicarme. 

Ayer, Ji se compro unas pastillas para dormir. La primera pesadilla lo hizo sudar, llorar y se volvió loco cuando no me encontró en la cama. Obvio me asuste ya que rompió todo a su paso. 

Pensé que esta semana sería solo de nosotros, pero hay alguien que se esta colando en nuestra salida. Y no voy a permitir que se quede aquí. 

-Ji, cuéntame lo que soñaste. –cierra sus ojos, aprieta el pastillero y vuelve a verme a través del espejo. 

-Siempre estas tú… sobre mí. Me montas… digo tu nombre y me respondes, pero… -vuelve a cerrar los ojos. –Pero cuando quiero abrir los ojos y verte, me obligas a que los mantenga cerrados, quiero abrirlos pero colocas un pañuelo de seda… me dices que sabes que amo la seda… pero yo nunca te lo he dicho. –creo que imagino lo que viene. –No eres tú cuando vuelvo a decir tu nombre. –inhala y retiene el aire. Cierra los ojos y exhala. –Es otra. –parpadeo a través del espejo y me acerco a él. –No.

-Si. –le digo. –Soy yo… tócame, soy yo. Mírame, aquí estoy. 

-En mi pesadilla estas muerta, te llamo pero no respondes.

-Llámame ahora y responderé. –sonrió para darle apoyo. –Mírame. Tócame. Tómame. Aquí estoy cielo. 

-Cielo… ella me lo dice pero no se escucha igual. –su espalda y todo su cuerpo se tensa. –Tengo miedo de perderte. –aprieta mis manos en su pecho y puedo sentir su corazón latir rápido. –Tengo miedo que Mina te haga daño. 

-¿Es ella?

-Es ella. 

-No me hará daño.

-Si lo hará… esta obsesionada conmigo. 

-Ji Yong… soy yo la que lo esta. 

-Maldición Antonia, en mi pesadilla estas muerta. Ella lo hace… ella... –niego y le doy besos cortos en su tatuaje.

-Vas a defenderme. ¿Verdad?

-Por supuesto. –aprieta mis manos y se voltea. Quedamos viéndonos a los ojos. –Cásate conmigo.

-Eso no lo solucionará. Casada o no, nos dañara. 

-No. Pienso en cambiar de domicilio. Poner seguridad. Llamaré a James, él te cuidará mejor que Willis. 

-Cielo, solo son pesadillas.

-¿Pesadillas? –arruga el entrecejo. Esto se pondrá peor. -¡Es una maldita loca! No tienes idea de las cosas que me ha hecho cuando era sumiso. La muy perra no tiene limites, no los tiene. Te dañará, sea como sea lo hará. 

-Ji, por favor háblame de ello. Dime.

-No te tortures por mi pasado. Por favor, no lo hagas. 

-Entonces fóllame… hazme el amor, amárrame, sé mi amo… podré soportarlo. –mire sus ojos y veía luz en ellos, pero algo en el se negaba. –Soy tu sumisa, y tu novia. Diré mi palabra de seguridad si…

-No quiero Antonia. No quiero hacerte daño, no quiero hacer lo mismo que ella hacía conmigo. 

-Sé que no me harás daño.

-Una vez lo hice. No te escuche… no quiero pasar por eso otra vez. 

-Lo soportaré Ji Yong, yo lo deseo. Me pones caliente cuando me amarras, me gusta que me aprietes el clítoris. Amas llevarme al límite. Y yo amo que lo hagas, te amo a ti.

-¿Estas segura que podrás resistirlo? ¿Estas segura que te gusta que te lleve al límite?

-Si, señor. Y si, me gusta que lo haga. –me quite la polera de Ji y quede completamente desnuda ante él. -¿Te gusta que yo toque mis pechos? –pase ambas manos por sobre mis pechos y los apreté. -¿O qué toque mis pezones? ¿Te gusta que me toque? –iba tocando por donde decía… y Ji comenzaba a tensarse, y por sobre todo sus mejillas comenzaban a tornarse del único color que sé que esta cachondo.

-Alto… -ordeno, apretó su mandíbula y se acercó a mí. –Cuando yo lo ordene tú te tocas, ¿Entendido? –negué.

-Quiero tocarme ahora. Tú no lo haces y yo si quiero. –le di la espalda y uní mi trasero con su pelvis. –Ahora, quiero que me folles. –sentí el vello púbico y su erección en la parte baja de mi espalda. Una de sus manos apretó mi pecho derecho y sus dedos apretaron mi pezón. 

-No eres la que da las órdenes. 

-Si. Las doy y ahora tú me obedeces a mí. –apretó más mi pecho.

-No Antonia. –sentí su otra mano en mi cuello e hizo que me inclinara. -¿Sabes? Me gusta ver el color de tu culo cuando comienzo a…

-Vete a la mierda Ji… -dije y me levanté, camine hasta la habitación y me senté en la cama. Él venía detrás con el rostro enojado, sus puños cerrados y con ganas de gruñirme. Tengo que hacer que olvide lo que soñó, tengo que hacer que vuelva conmigo. No soy Mina, pero soy lo que él quiso encontrar toda su vida. -¿Qué vas hacer ahora? –lo desafié con la mirada y sonreí. 

-De boca a la cama, ahora. –gruño, yo simplemente obedecí. 

**********

-Me gusta ese color.

-Prefiero este.

-Olvídalo.

-Ji Yong. Si me pides que te ayude con la decoración, déjame poner mi opinión.

-Pero es mi casa. 

-Chicos, les traigo comida. –digo y beso los labios de Ji. –Él tiene razón cielo, Seung Hyun sabe lo que hace, ¿Ya has visto su villa?

-Quiero que nuestra casa tenga algo de nosotros. Ella decoro la villa en Nueva York. –dice apuntándome.

-Entonces, Antonia, has lo que quieras. Estoy cansado y debo tomar un vuelo.

-No seas marica Seung Hyun, tu vuelo no sale hasta en una semana.

-¡Ji Yong! –chillé, es obvio que no se puede luchar contra él, pero entiendo a Seung, esta nervioso porque todo lo que tenía planeado para su futuro esta por llegar dentro de una semana, y con eso será que podrá ver a su chica, Aurora. –No haremos lo que yo quiera porque tú. –apunte a Ji. –Querías la opinión y ayuda de Seung Hyun, así que ahora vas a escucharlo. ¿Entendido?

-No me gusta ese color, es todo.

-Entonces elegiremos otro. –dije y comencé a ver la carta de colores. -¿Este, cielo? –miro el color y suspiro. -¿Qué tienes? –pregunté.

-Tengo que hacer una llamada, ya regreso. –beso mi frente y se fue con el teléfono en la mano. 

-¿Qué le sucede? –Seung se encogió de hombros y con tu Tablet comenzó a ver otro tipo de decoración. -¿Estas nervioso? 

-¿Cómo se supone que me acerque a ella? No puedo decirle que la conozco de hace un año. 

-Mas bien la acosas de hace un año. ¿Qué dirá de ti cuando se entere que hasta la has espiado?

-No es espiar Antonia, solo buscaba información de ella.

-Si claro… contratar un agente especial para que te hable de ella y las cosas que ha hecho las veinticuatro horas del día, siete días a la semana… ¿Dónde trabajaba?

-Librería Clark.

-Puedes comprar un libro. –sus ojos me miraron. -¿Qué? Tal vez ella te reconozca o tenga alguna sensación de haberte visto antes.

-No va a reconocerme. 

-¿Estas de negativo? Creo que lo de Ji se contagia. Has del momento algo de ustedes. Sabes su nombre y donde vive, puedes pedirle lo que sea. ¿No querías una bibliografía? Puedes usar esa excusa.

-Tienes razón. ¿Qué tal este sillón?

-¿Hay en rojo? 

-Si. 

-No queremos cosas neutrales. Ji Yong quiere tonos vibrantes y vivos. Tal vez una mezcla. 

-Bien.

Al regresar de la Isla Jeju, Ji Yong ha estado extraño últimamente. Hace y recibe llamadas alejado de mí, ¿Qué esconde? Ya casi una semana y esta con su mente en otro lado, y no conmigo.

-Antonia, preciosa, tus pulgosos gatos mearon mis zapatos. 

-¿Es así como me recibes? Gracias, amigo. –me gusta cabrear a Seungri, siempre le digo “amigo” con tono sarcástico. -¡Bebés! –chille, los gatitos venían corriendo a recibirme. -¿Lo ves? Así es como se recibe a una mujer. –él solo puso los ojos en blanco. –Hola cositos, ¿Me extrañaron? Oh, pero… Seungri, ¿Les compraste collares?

-Ji me encargo que los comprara, ahora parecen perros, cada uno con su nombre. 

-No jodas. A ver, chimuelo, susto y ¡Epa! Él es Ji, porque sale otro nombre.

-No me jodas tú a mí, pregúntale a Ji. Además, deberías saber que “G” es Ji. –arquee mis cejas. 

-Eso lo sé, pero es Ji, no “G”. ¿Por qué Ji no admite que tú eres él? –en ese momento Ji regresa de la habitación con su teléfono en la mano. 

-¿Por qué él es yo?

-¿Acaso no se parecen? Son idénticos. –levante al gatito.

-Si claro. –dijo y fue a la cocina.

-En mi opinión. –mencionó Seungri. –Creo que es tú porque ese gato. –apunto a Ji. –Ve a Antonia cuando se cambia de ropa. –ambos lo quedamos viendo.

-¿Y tú como supones eso? –Ji lo miro serio. -¿Estas viendo a mi chica? –él suspiro.

-Olvídenlo, solo quería dejar humor aquí. ¿Qué les pasa? ¿No les resulto lo de su casa?

-Oh, rimaste. –dije impresionada. -¿Podrías rapearlo? 

-Yo no rapeo. –dijo Ri. –Me voy. No me esperen despiertos. –me acerque a la cocina mientras que los gatitos me seguían. 

-¿Tienen hambre bebés? Apuesto a que Ri no los alimento. –tome la bolsa de la comida y comenzaron a maullar. -¿Ji puedes darle?

-A la única que le doy, es a ti. –sonreí. –Esas cosas comen mucho. ¿No crees que deberías darle horarios?

-¿Acaso te doy horarios para que me folles?

-Tú eres parte de mi alimentación las veinticuatro horas. 

-Últimamente no ha sido así. ¿Qué sucede? –pregunte mientras me agachaba y les daba comida a los gatos.

-¿Me estas reclamando porque no te he follado las veinticuatro horas? 

-No me refería a eso, lo sabes. ¿Qué sucede realmente? Has recibido muchas llamadas. –me levante y me acerque a él. 

-He pensado en lo que me dijiste. –arquee mis cejas. Le he dicho tantas cosas. –He pedido citas con psicólogos. –me impresioné. –Quiero que vayas conmigo a las sesiones. 

-¿Qué?

-Lamento no habértelo comentado antes.

-No. –sonreí. –Me parece bien, ¿Cuándo? –me miro. 

-Pasado mañana a las seis de la tarde.

-Estaremos ahí. –me acerque y lo abrace. 

-Antonia. –me separó de él y me miro a los ojos. –Son sesiones de pareja, además de sesiones para mí y para ti por separado. 

-¿Para mí?

-He vivido y compartido mucho tiempo con los psicólogos y de verdad te estresaras de las sesiones. Necesitaras desahogarte con alguien sin que este yo, ¿Entiendes? Nuestras sesiones de pareja también serán estresantes para nosotros mismos. Lo único que te pido es que no estemos pensando en las sesiones mientras estemos juntos. No quiero que te estreses. Para eso son las sesiones… ¿De acuerdo? –asentí como niña buena y sonreí. 

-Si. Ji, me haces feliz. De verdad esto es un gran paso para ti. Para nosotros. 

-Lo sé. Quiero demostrarme a mi mismo que tú si estas conmigo. 

-Espera… ¿Cómo has dicho? 

-No quiero discutir.

-No, solo que no entendí eso. 

-Antonia, soy inseguro de mi mismo, desconfió de la gente a mi alrededor. Tengo miedo de que te canses de mí y me dejes por la mierda que tengo. 

-Eso nunca. –lo tome del rostro y bese la comisura de sus labios. –Siempre me tendrás. 

Y cuando digo “Siempre me tendrás” no quise decir que así en la cama… bueno, si, pero en lo literal, era moralmente.

-¡Oh dios!

-Te gusta…

-No puedo resistir.

-Hazlo nena, aun no me vengo.

-Jiiiiii… oh… -¡Zas!

-Mala chica… ¿Por qué no me obedeces?

-Si te respondo me darás más azotes. -¡Zas! -¡Ah! 

-Te dije que no hablaras. –en ese momento me sonrió, muy perversamente. –Amarrada así te ves realmente muy cautivante. 

-¿Cautivante? -¡Zas! –Oh por dios Ji Yong… oh maldición. ¡Ah!

-Shhhh… -sus movimientos pélvicos son lentos pero certeros. Estoy amarrada de muñecas y tobillos juntos, a penas puedo sostenerme y más después de haber tenido orgasmos múltiples. 

No ha dejado de tocar mis pezones, ni mi clítoris… y su pene se ha mantenido erecto desde que ha comenzado a embestirme, y milagrosamente no se ha venido. ¿Por qué?

-Ji… 

-¿Qué?

-¿Por qué no te has… ¡Oh!

-¿Si? –sé que sabe lo que voy a preguntarle, y el muy me sigue excitando. 

-Por favor detente.

-¿Y que ibas a preguntar? –y no se ha detenido.

-Oh Ji Yong… deja que me concentre en la pregunta.

-Tan solo dilo. –se hundió más en mí y sentía que llegaría otro de mis orgasmos…

-¡Oh joder! –chille. –Suéltame. –suplique. –Por favor, quiero venirme contigo.

-No.

-Por favor Ji Yong… yo solo… Oh dios… 

-Retenlo. –me ordeno. Yo simplemente lo intentaba, su pene se movía más rápido en mi interior y yo simplemente intentaba retener mi orgasmo… yo, apretaba su erección en mi interior, eso a él le encanto. Pude ver su rostro… -Oh nena… -oh si… dije para mí. 

En un movimiento rápido me quito las amarras, mis muñecas las sentía dormidas y mis piernas también. De manera suave me dejo en la posición “normal”…

-No puedo. –me queje. –No siento nada.

-Por lo menos dime que si me sientes.

Sonreí. –Por supuesto. ¿Cómo no sentir semejante invasor?

-Perfecto. –se detuvo, salió de mí me cargo en sus brazos y me llevo hasta la pared. –Mi favorito. –volvió a entrar e hizo me que me sujetara de sus hombros. –Vamos nena, solo un poco más. Apriétame una vez más. 

-Oh… maldición. –tan solo un pequeño roce y ya me tenía completamente húmeda y lista para él. –Ji Yong.

-Te estoy sintiendo nena.

-Siiiiiii. –lo apreté, en todos los sentidos. Cerré mis ojos y solo faltaban unas cuantas embestidas para que él y yo nos viniéramos al fin… juntos.

-Te necesito… te necesito… -jadeaba y pedía a la vez mientras me embestía… -Oh por dios ¡Antonia! –su semen se había hecho mucho más fuerte, en el sentido de haber salido mucho más… lo sentí muy en el fondo.

-¡Ji! –chillamos a la vez y nos dejamos envolver por la electricidad de nuestro éxtasis.

-Te amo.

-Te amo. –respondí. 

-¿Qué quieres hacer ahora?

-Quisiera que te quedarás conmigo este día. –era casi imposible, pronto amanecería y él tendría que ir a trabajar. Y yo, quedarme en casa esperándolo. A veces me aburro todo el día estando sola. 

Me llevo a la cama y allí nos abrazamos. Ji daba pequeños besos en mis labios. Últimamente ha estado pegado a mí… no voy a dejarlo. 

-Mañana iremos a terapia… la primera de muchas.

-¿Realmente quieres que vaya contigo?

-Tú me lo has pedido Antonia, solo por ti lo hago. 

-Quiero que lo hagas por ti también. 

-Quiero hacerlo por ti. Primero estas tú nena… yo, quedaré último. Siempre.

-Para mí no. Tú siempre serás el primero y por favor, no discutamos, acabamos de tener un buen orgasmo, déjame disfrutarlo más. –sonrió. 

-No puedo quedarme, me escape una semana contigo, debo regresar a la empresa… 

-Ji. –cerró los ojos, pero aun me escuchaba, lo sabía porque me acariciaba el estomago con su mano. -¿Por qué no regresas a ser G-Dragón? –dejo de acariciarme, abrió los ojos y se levanto de golpe. 

-Dijiste que querías disfrutar tu orgasmo, ¿Por qué vienes con esa mierda? –no quise alterarlo más. –No quiero que vuelvas a preguntarme eso, ¿Entendido? No quiero. 

-Es que, no entiendo porque lo has dejado del todo. Prácticamente te gusta escuchar a Seungri cuando él habla de lo que esta haciendo, incluso le das consejos, no lo entiendo. ¿Por qué no me hablas de eso?

-Por que no quiero, maldición. –se levanto. –Antonia, no vuelvas a preguntar esa mierda. 

-Vuelve a la cama, por favor. –prácticamente me mató con la mirada. –Ji, no puedes culparme con algo que no sé. Solo tenía curiosidad. –ambos suspiramos a la vez. Solo que él no regreso a la cama. En ese momento me voltee y puse la cabeza en la almohada. –Creo que con mi curiosidad he comenzado una tregua.

-No es eso. –su voz era suave. –Es algo que intento olvidar. –me partía el corazón escucharlo hablar así. 

-Ji. –me voltee para verle la cara. -¿Cómo quieres que sea tu esposa si cuando toco tu talón de Aquiles, me haces sentir la mujer más estúpida? –quede observándolo para que me dijera algo, pero no conseguí nada. Solo conseguí que caminara hasta el baño… solo escuche el agua de la ducha correr,… ¿Siempre será así? Saldrá y me dirá que se irá a G-Sex… y eso que aun no amanece. 

Cuando salió de la ducha, vi que busco entre sus cosas y se vistió con la ropa de deporte. 

-No eres la mujer más estúpida Antonia. –hablo cuando estaba en el umbral de la puerta. –Eres la mujer con quien quiero pasar el resto de mi vida. –me vio a los ojos desde la puerta, y se fue. 

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