Emotions.

Lo que creíste soñar.

A la mañana siguiente, desperté en el piso, con un cojín de sillón en la cabeza, una delgada mantita y a asa apoyando su cabeza sobre mi estómago. Estaba dormido. Lo contemplé unos minutos y voltee al cielo. Ahí arriba, estaba de un color azul brillante y precioso, también pasaban algunas nubes que se deshacían mientras más avanzaban, y dejaban una delgada estela blanca en el cielo. Algunas otras nubes se juntaban y fusionaban con otras. Era tan entretenido ver cómo el cielo, o en realidad, la tierra se movía.

Me entró entonces una sensación de irrealidad, como si lo que estaba viviendo, en realidad fuese un sueño, y que en cualquier momento podía salir volando hacia el espacio desde ahí. Me reí un poco de mis pensamientos irreales y cerré los ojos, aun con la sonrisa sobre los labios.

Sentí que Asa movió su cabeza y luego se levantó. Ese acto captó mi atención y me hizo voltear a verlo.

-Buenos días, linda. – Dijo volteando a verme. Tenía los preciosos ojos azules hinchados, pero su sonrisa era hermosa.

-Buenos días, Asa.

-¿Porqué tú no me dices un apodo lindo, eh?

Sonreí. – Porque no es apropiado. – Dije.

Asa resopló un poco, sin quitar la sonrisa de la boca y se levantó del piso. – Bueno. – Dijo. – ¿Qué quieres desayunar?

-Tenemos que ir a trabajar, no tenemos tiempo. – Dije.

-Es fin de semana, acordamos que estos días no habría filmación... ¿recuerdas?

-¿Fin de semana?, wow – Me había tomado por sorpresa. – rayos... ya no sé en qué tiempo vivo. – Puse mi mano en la frente y cerré los ojos. – Bueno. – me levanté. – Hazme pancakes. – Dije decidida.

-¿Qué te haga qué? – Me miró divertido, y sin esperar a que respondiera, volvió a decir: - ¿A caso soy tu sirviente?

-Por supuesto, fue tu idea que me quedara, yo te cociné anoche, tú me das comida en la mañana. Se llama equidad. – Sonreí levantando ambas cejas un par de veces.

-Eres muy lista, mujer. – Se dio la vuelta, abrió la puerta y comenzó a bajar las escaleras.