Tiempos difíciles.

5 1 0
                                    


Estaba dormida, soñando que Asa venía hacia mí y me pedía ir a ver las estrellas, pero se iba sin mí. De repente el ruido de voces y un sonido metálico me despertaron, haciéndome sobresaltar. Cuando voltee a ver lo que pasaba, me di cuenta de que había varias enfermeras y médicos alrededor de mi padre. Uno de ellos cargaba un desfibrilador y lo ponía sobre el pecho de mi papá, haciendo que su pecho saltara y su cuerpo se estremeciera.

Temí lo peor, eso estaba pasando. Me quedé en shock parada detrás de todo el equipo médico, mirándo cómo profanaban el cuerpo del hombre que me dio la vida.

-Padre... - Susurré por lo bajo.

Todos se quedaron quietos, el doctor volteó a verlos a todos y movió la cabeza haciendo una negación. Volteó a ver a mi padre y luego miró el reloj.

-Hora de muerte, 3:40 a.m. – Dijo mecánicamente. Aunque con un tono triste en la voz. – Lo siento mucho señorita. – Dijo y salieron todos de la habitación.

Me acerqué lentamente a mi padre y lloré sosteniendo su mano que aun guardaba un ligero calor en ella.

Esa semana estuve preparándolo todo. Cremación, funeral, gastos de todo tipo, y a Minerva, después de todo, era incluso más cercana a mi papá que yo, y necesitaba a alguien, así que llamé a André para explicarle la situación, y que me quedaría unos días más.

-Tomate el tiempo que necesites, cariño. Pararemos la filmación hasta que regreses, realmente si haces falta. Ten mucho cuidado.

-Gracias André.

-Lo siento mucho, Jaz.

-Sí, gracias por todo. Te estaré avisando todo.

-Por favor. Ten mucho cuidado, avísame si necesitas algo, y ya sabes que estoy aquí para ti.

-Gracias, nos vemos, André.

Me tiré en la cama y me tapé con el gran cobertor que aún tenía el olor de mi padre. Siempre había pensado que ese cuarto era muy frío, y ese día no era la excepción, el cuarto estaba más frío que nunca, se sentía la ausencia de aquél hombre.

Durante toda la semana, Minerva y yo estuvimos muy unidas y muy lastimadas. La próxima semana, todo se sentía vacío, incluso los sabores de la comida no gustaban y parecían insípidos.

-Solo lo vi un segundo, Minerva. Un segundo. – Reprochaba para mí misma frente a ella.

-Cariño, creciste, era algo que tenía que pasar.

Ella estaba siendo muy racional, trataba de sostenerme todo el tiempo, y en las noches la escuchaba llorar en el silencio de aquella fría habitación.

Me quedé un mes en total, cuando pensé que erasuficiente, volví a Londres    

Emotions.Where stories live. Discover now