48.¡¡Huye!!

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Al finalizar el día, López llegó a la casa de seguridad del cártel de las ánimas donde ya era esperado por Alan.

-General López, le dije que me encargaría de limpiar su situación jurídica- dijo Alan.

-Se lo agradezco, pero no regresaré a la comandancia- comentó López.

-¿Perdón?- contestó Alan.

-No quiero regresar porque tarde o temprano la agente va a reiniciar su investigación- explicó López.

Alan sonrió a manera de burla pero su semblante cambió y empezó a reclamar a López.

-¡Te equivocas!, vas a regresar a esa maldita comandancia y yo me encargo de callar a esa agente.

López quedó impresionando por el tono que Alan presentaba cuando estaba enojado así que no se opuso a sus órdenes.

-Ricardo lleva al general a la comandancia o su casa- ordenó Alan.

-Por cierto- comentó López antes de irse. -Aún tenemos un trato no se te olvide.

Alan recordó que a cambio de la ayuda de López le daría a Daniela. -Si sólo sigue haciendo tu trabajo y tendrás tu recompensa lo más pronto posible.

López sonrió y se fue junto con Ricardo rumbo a la comandancia.

Mientras tanto Elizabeth se encontraba muy frustrada debido a su fracaso en su intento por encarcelar a López, así que tomó su computadora y abrió todo el expediente y empezó a leer sobre la trayectoria de López, quedó impresionada al ver la brillante carrera del general, quizá si lo hubiera conocido antes tendría otra perspectiva de él.

Pasaron dos meses y Cristián se había recuperado por completo de su lesión pero Daniela aún necesitaba ayuda de una muleta para poder caminar correctamente, Elizabeth pese a sus esfuerzos no logró encontrar más pruebas y aunque apelaron el veredicto final nada pudo conseguir, más no sabía que Alan y su organización se encargaban de amenazar y comprar a cada autoridad en la zona. Por su parte el general López continuó al mando de la policía militar de la ciudad.

Alan recibió una llamada de su socio David Peláez, quien gracias a su empresa publicitaria realizaba grandes desvíos de dinero.
-¿Qué sucede Peláez?- preguntó Alan.

Al finalizar la llamada tomó las llaves de su auto y guardó su arma.

-¿Saldrás a estas horas?- preguntó Ricardo.

-Si, Peláez me llamó diciendo que quiere reunirse conmigo por un asunto que le preocupa- contestó Alan.

-Supongo llevarás personas de escolta.

-No, iré sólo total en la noche y con esta lluvia dudo que halla algo de que preocuparse- contestó Alan sin preocupación alguna.

-Bueno, por si surge algún imprevisto nos avisas y nos mandas tu ubicación- propuso Ricardo.

-Lo haré- afirmó Alan.

Él salió de la casa y en medio de una gran tormenta se marchó rumbo a algún lugar en donde se entrevistaría con David.

Cristián se encontraba junto con Daniela en su cuarto y desde lejos pudieron ver como el auto de Alan avanzó entre la lluvia.

-¿Alan saldrá?- preguntó Daniela algo sorprendida.

-Si es algo raro que salga sin sus escoltas- respondió Cristián.

-Bueno Alan siempre hace todo de esa manera- expresó Daniela.

En la comandancia Elizabeth estaba a punto de irse pero la intensa lluvia hizo que mejor quedará más tiempo en su oficina. Antonio entró a la oficina sólo para realizar la limpieza de algunas cosas que Elizabeth le pidió cuando se topó de frente con Ella.

-Agente creí que ya se había ido- expresó Antonio con gran asombro.

-Yo creí lo mismo de ti, ¿No crees que es algo tarde para seguir aquí?- preguntó Elizabeth.

-El cielo se está cayendo así que decidí esperar total ya avisé a mi esposa, pero perdón si le interrumpí en su trabajo, será mejor que la deje trabajar.

-No para nada, yo igual no quiero salir hasta que se pase la tormenta, así que mejor toma asiento y conversemos un rato.

Antonio sonrió y dejó su equipo de limpieza a un lado para sentarse y tener una charla con la agente Elizabeth.

Por su parte el general López se encontraba rumbo a la comandancia debido a que había salido de la ciudad por dos días. Por la intensa lluvia López apenas podía ver la autopista pero de la nada un enorme estruendo lo tomó por sorpresa. Su camioneta parecía perder el control pero para su buena suerte logró detenerse.
Al hacerlo se dio cuenta que uno de sus neumáticos delanteros había estallado debido a unas púas que se encontraban en la autopista.

-Maldición- reprochó López.

Tomó su celular para llamar a su mecánico personal para que le fuera a auxiliar pero justo cuando estaba a punto de realizar la llamada le llegó un mensaje de texto.

Es una pena saber que eres el siguiente sin antes haber sido notificado que estabas en mi juego.

López leyó ese mensaje pero pensaba que se trataba de algún tipo de broma por lo que no le dio la importancia.
Al final decidió bajar de su auto y cambiar el neumático por si sólo ya que el mecánico tardaría mucho tiempo para llegar. 

Luego de unos minutos López logró sustituir el neumático pinchado por uno en buen estado, subió a su vehículo sin darse cuenta que su arma se le había caído en la autopista.

Con la ropa empapada por la inclemente lluvia reinició su camino rumbo a la comandancia.
De pronto se percató de un sobre de color negro que se encontraba en el asiento del copiloto.

Decidió bajar la velocidad, tomó el sobre y de su interior sacó una pequeña nota con algo escrito.

                  ¡¡Huye!!

Era lo único que se encontraba escrito en esa nota, nuevamente no le dio importancia pero se preocupó al ver por uno de sus retrovisores como un auto se le acercaba a alta velocidad. Sus nervios se agudizaron y por alguna razón extraña decidió acelerar tratando de huir de ese auto.
Buscaba su arma pero no la encontraba. Con la intensa lluvia apenas y podía ver las líneas se la carretera para su mala suerte el auto que lo seguía se le acercaba a gran velocidad, al parecer el vehículo parecía tener alguna modificación debido a que aumentaba la velocidad de forma extraordinaria.

López perdió el control de su camioneta haciendo que la unidad se estrellara de un costado contra un árbol. Aún con el accidente López logró salir con vida pero se encontraba algo inconsciente, entre su vista borrosa pudo observar como un hombre vestido de color negro y con el rostro cubierto se le acercaba.

-Es una lástima, debiste huir cuando te lo dije- comentó aquel extraño hombre.

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