Orianna paseaba por el adarve de la muralla de la puerta del río, daba pequeños pasos del brazo de su hermana, Alessa Flores, ambas iban escoltadas por Barristan Selmy y un grupo de capas doradas.Los pocos hombres que estaban en la cima de la muralla hacían una pequeña reverencia a la princesa y continuaban con su guardia, los capas doradas estaban acostumbrados a su presencia, pues Orianna no dejaba pasar un solo día sin pasear por la ciudad, a veces abordo de una embarcación en el Aguasnegras, a veces en la cima de las murallas y a veces simplemente caminaba por las calles de desembarco del rey.
Alessa observaba a la gente que se congregaba a los pies de las murallas tratando de mirar a la princesa, tan solo el rumor de la presencia de Orianna era suficiente para atraer a una multitud.
Las hermanas se detuvieron en una de las almenas que estaban arriba de la puerta del río, desde ese punto se podía apreciar el caos del puerto, con las galeras llenas de mercancías tratando de desembarcar y la multitud que se arremolinaba a su alrededor, procuraron dejar lejos a los guardias que las escoltaban tratando de obtener un poco de privacidad, estaban la una al lado de la otra, con sus hombros rozándose, de manera que el espacio era mínimo y solo ellas podían escucharse.
—Lamento no haber estado a tu lado —Alessa le dijo.
—No fue tu culpa, yo misma te pedí que viajaras a Braavos, —la princesa suspiró —por cierto ¿Lo lograste?
—Claro que lo hice, una finca azul espera a la reina Rhaella y a todas las personas que quieras en caso de que las cosas se pongan feas por aquí, pero no me cambies el tema, ninguna mujer debería de estar sola al perder un hijo.
—Sabes que no quiero que mi madre pise la fortaleza roja hasta que el rey loco muera, con los delirios del rey y la boca de mi madre no pasaría ni un día para que rodara su cabeza.
—No es a tu madre a la que me refiero. Ningún hombre que se respete deja a su esposa embarazada, solo una guerra debería de haberlo separado de tu lado.
—Aún faltaban dos meses para su nacimiento era imposible saber que se adelantaría.
—¡Por los siete Orianna! No lo trates de defender pues no tiene justificación.
Orianna suspiró, en más de una ocasión se preguntó cómo podía Alessa ser una bastada siendo que tenía el carácter más parecido a su madre, un carácter que faltaba en los hijos legítimos de Olenna Tyrell.
Alessa era su única hermana bastarda, y los rumores decían que su padre la concibió con la esposa de un bardo durante un invierno especialmente duro, tan solo un par de años antes de casarse con su madre, el corazón de Luthor Tyrell era débil cuando se trataba de su bastarda, al grado de llevarla a vivir con él en el castillo y ordenar que se le diera el trato propio de una dama de alta cuna, gran curiosidad tenían todos por descubrir que sería de la pobre niña cuando su padre contrajera nupcias, pero contrario a lo que todos pensaban, la reina de las espinas recibió con gusto a la niña en el castillo dejándola jugar con sus hijos y cuidándola como a una más, la princesa aún recordaba las palabras que su madre le había dicho cuando le preguntó el porqué.
—Los bastardos son más poderosos de lo que te imaginas amor, todo depende de la mujer con la que se críen, pueden crecer llenos de rencor, soñando con arrebatar el lugar a sus hermanos legítimos o pueden hacerlo rodeados de amor y ser los más fieles ayudantes, solo basta ver la historia de la casa Baratheon para comprobarlo, fundada por un bastardo que le dio todo un reino a su hermano con tal de quedarse con unas pocas tierras para sí mismo.
—Orianna —Alessa llamó su atención —No entiendo cómo permitiste que Rhaegar partiera a Refugio Estival.
—Es el príncipe heredero Alessa, no puedo simplemente prohibirle cosas.
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Rosa de Fuego
FanfictionOrianna Tyrell, la hija favorita de la reina de las espinas, fue la escogida para desposar al príncipe heredero, Rhaegar Targaryen, sin embargo desde el día de su boda ella sabe que su esposo ama a otra, todo esto sumado a su incapacidad de darle un...