Capítulo 13.- El viejo león

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No había duda de que los dioses estaban de su lado, habían pasado cinco días desde el inicio del torneo, durante la mañana había tenido lugar el combate cuerpo a cuerpo que ganó sin dificultades el señor de bastión de tormentas, pero no fue sino hasta la tarde, durante la justas cuando surgieron las sorpresas, el caballero misterioso del árbol sonriente volvió a tentar su suerte y derrotó a Ser Haigh, Ser Blount y a uno de los Frey, pero en vez de quedarse con sus monturas y armaduras, se las devolvió después de hacerlos jurar que enseñarían a sus escuderos cómo comportarse, Orianna, al igual que la mayoría de los presentes, no comprendía lo que estaba sucediendo, pero el enigmático caballero no era lo que le preocupaba, sino el cómo había reaccionado el rey, comenzó a gritar que se trataba de Jaime Lannister, que había vuelto de la fortaleza roja a desafiarlo y envió a Roberth Baratheon a capturarlo y cuando este volvió con las manos vacías mandó al propio Rhaegar.

La princesa sabía que Tywin estaba furioso por la forma en la que el rey hablaba de su hijo, y había mandado llamar a sus criados para que levantaran sus tiendas, pues dejaría el torneo y se llevaría a sus hijos con él, era el momento indicado para negociar, y por ello lo citó a la mitad de la noche, en un punto donde, de acuerdo a sus informantes, nadie visitaba, era momento de sentarse a hablar con el enemigo.

Orianna se quitó la capa que le cubría el rostro.

—Hola princesa.

—Lord Tywin.

—¿Ha vuelto vuestro esposo de la ridícula misión que el rey le encomendó?

—No, y quizás no vuelva sino hasta bien entrado el amanecer.

—Debo admitir que me sorprendí cuando me invito a esta reunión majestad, supongo que no es del conocimiento del rey que usted está aquí.

—Claro que no, ambos sabemos que si se llegase a enterar seriamos quemados vivos, me he reunido con los señores más importantes del reino sin levantar sospecha, pero por algún motivo usted es al único al que el rey teme.

—Y pensar que a la que debería de temer duerme cada noche en la cama de su hijo, pero dígame majestad cual es el motivo de tan clandestina reunión.

—Creo que usted lo sabe lord, es el mismo motivo por el cual usted dejo la fortaleza roja y su puesto como mano del rey, Aerys está loco y ya no es apto para reinar.

—Las palabras que está pronunciando son muy peligrosas princesa, dígame ¿qué la hace creer que no iré con el rey a contarle sobre vuestros siniestros planes?

El viejo león daba vueltas por la habitación tratando de ponerla nerviosa, cosa que no conseguía.

—Sé que no lo hará porque sabe que aún si lo defiende el rey creerá que lo traicionó y también lo acusara a usted, y mis planes no son siniestros lord, simplemente trato de adelantar un momento que tarde o temprano llegará.

Tywin se detuvo un momento, meditando las palabras de la princesa, al león y la rosa, los envolvía la noche, la luz era escasa al punto de dificultarles la visión.

—Hay una gran lista de casas que no se unirán a su reclamo princesa, Aerys podrá estar loco, pero sigue siendo el rey, y si el príncipe lo asesina será acusado de regicidio.

—Nadie ha hablado de matar al rey, el plan es su abdicación y posterior exilio a Rocadragón donde vivirá hasta donde su locura le permita.

—Aun así muchas casas no estarán de acuerdo, sentaría precedentes para jóvenes herederos que quieran llegar al poder antes de que sus padres mueran, y muchos señores temerían ante ello.

—Sé que no todos estarán de nuestro lado, pero si lo harán las casas más importantes, incluyendo la más poderosa de los siete reinos.

—¿Y qué la hace pensar que estaré de vuestro lado?

—No me refería a los Lannister, sino a los Tyrell, podrá tener oro mi señor, pero en tiempos de guerra las espadas y alimentos del dominio marcan la diferencia entre la victoria y la derrota.

—Parece que tiene todo fríamente calculado, majestad, así que no me explico porque me pidió que nos reuniéramos.

—Sé que no está de mi lado Lord, pero sé que está del lado de mi esposo, no es secreto para nadie que usted soñaba con que su hija reinara, después de todo lo único que los Lannister no tienen es lo que más desean, la corona, desgraciadamente eso es lo único que no pienso ofreceros. 

—Tiene razón majestad, los Lannister lo tenemos todo, así que porque arriesgarnos a participar en una guerra en la que no sabremos quien va a ganar.

—Creo que cuando llegue el momento se nos unirá.

—¿Y qué la hace pensar eso?

—Ni yo ni mi esposo somos tontos, sabemos que en caso de guerra Roca Casterly sería un gran aliado, y sin duda estaremos agradecidos con nuestros aliados.

—¿Qué tan agradecidos?

—Lo suficiente como para cambiar unas cuantas reglas sobre la guardia real, después de todo el rey loco le acaba de arrebatar a vuestro heredero, vuestro hijo acaba de jurar no conocer mujer ni tener descendencia, al igual que no ostentar título.

Orianna podía ver en el rostro del león que había dado en el clavo.

—Piénselo Lord Tywin.

—No negaré vuestra inteligencia majestad, ni mucho menos vuestra agudeza política, pero si os advertiré que se está metiendo en terrenos peligrosos, podría haberse quedado callada princesa, quedarse en la sombra de su marido, podría haber tenido una vida tranquila, pero eligió no hacerlo, espero que esté consciente de las consecuencias que ello tendrá.

—Créame mi lord cuando le digo que conozco las consecuencias de memoria.

Lord Tywin asintió y meditó unos segundos antes de responder:

—No estoy diciendo que lo haré, pero no podré apoyar la rebelión de vuestro esposo si mi hijo está en las garras del rey loco.

Orianna sonrió. 

—Prepare los cuervos y los jinetes para llamar a vuestros vasallos mi Lord, que yo me encargaré de que vuestro hijo salga ileso de la fortaleza roja.

Orianna se dio media vuelta dispuesta a dejar al león solo en su cueva.

—Gracias princesa.

—Guarde sus agradecimientos para cuando su hijo este a salvo.

—No le agradezco por eso.

—¿Entonces?

—He estado jugando este juego solo durante mucho tiempo, no he tenido más que rivales débiles o locos, es bueno saber que por fin tengo un contrincante.

—No sabía que me veía como una amenaza mi Lord.

—La mayor que he tenido en mucho tiempo.

—Opino lo mismo, y por eso quiero tenerlo cerca, así que cuando todo esto termine que le parecería regresar al puesto que nunca debió de haber dejado, el reino extraña a la mano.

—Será todo un honor —Lord Tywin hizo una reverencia sin apartar la mirada de los ojos de Orianna —Alteza.

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