Capítulo 36.- Aguasdulces

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Arthur Dayne:

En Aguasdulces no cabía ni un alma más, el castillo se había convertido en el punto de reunión de todos aquellos que apoyaban la causa de Rhaegar, les había tomado casi un mes, pero por fin habían logrado acabar con los enfrentamientos internos y reunir un ejercito considerable.

Arthur había peleado al lado de Rhaegar en ambas batallas, tanto en el septo de piedra como en poza de la doncella, lo había visto montado en su semental negro, con la armadura del dragón tricéfalo hecho de rubíes y la capa escarlata ondeando al aire, Rhaegar vencía a sus contrincantes de un sólo golpe y parecía que no había espada capaz de tocarlo, al ver al príncipe pelear de esa manera, la espada del alba al igual que el resto del ejercito estaban convencidos de una sola cosa, ganarían esa guerra.

El ejercito de Lord Hoster y Rhaegar regresó a Aguasdulces donde ya los esperaban Lord Rickard Stark, señor de Invernalia, con su hijo mayor y 12,000 espadas, mientras que lord Jon Arryn llegó del nido de águilas con sus dos pupilos, Roberth Baratheon y Eddard Stark, seguidos por 20,000 hombres. Todos ellos hincaron rodilla ante el último dragón y lo proclamaron su rey, fue coronado con una burda corona hecha con prisa por un herrero poco habilidoso, pero nadie dudaba en llamarlo rey.

—Rhaegar, los señores nos esperan, debemos planear nuestra estrategia —le recordó Arthur.

El rey asintió y entró al despacho privado de lord Hoster Tully.

—Mis señores —dijo Rhaegar a modo de saludo y se sentó delante de sus hombres —Por fin estamos todos reunidos, así que díganme ¿Con cuántos hombres contamos?

—Aquí en la tierras de los ríos ya somos casi 45,000 espadas alteza —habló Lord Hoster.

—En las tierras de la tormenta, otros 20,000 hombres esperan por sus órdenes —aseguró Roberth Baratheon.

—¿Aerys cuántos hombres reunió?  —preguntó Rhaegar, Jon Arryn dio un paso adelante y habló.

— 35,000 hombres entre las tierras de la corona, Dorne y los hombres de los Lannister, pero eso no es todo, la triarquía le ha enviado 3,500 inmaculados, se cree que llegarán a las tierras de la corona para unirse al ejército comandado por el príncipe Lewyn Martell.

Pronunciadas esas palabras el caos se apoderó del lugar, todos los grandes señores discutían sobre dónde y cómo debían de atacar primero, todos gritaban y planteaban sus ideas, mientras el rey Rhaegar continuaba sentado con los brazos cruzados y la mirada perdida en las velas que tenía delante de él.

—Deberíamos atacar Roca Casterly, —se escuchaba la voz de Lord Jon Arryn por encima de las demás —El viejo león no tendrá más remedio que regresar para defender su castillo, y si queremos vencer necesitaremos dividirlos, si nos enfrentamos a ellos cuando estén juntos nos vencerán sin problemas.

Lord Rickard, su hijo mayor y otros tantos estuvieron de acuerdo, defendiendo la idea del señor del valle.

—Para tomar Roca Casterly necesitamos pasar por el colmillo dorado, —explicó Lord Hoster —Y ese castillo es difícil de tomar, si no lo planeamos bien no haremos más que perder soldados a lo estúpido.

—Estoy de acuerdo —declaro Robert —Nadie conoce mejor esas montañas que el viejo león, entrar en ellas sería como cavar nuestra propia tumba, deberíamos ir directo a la fortaleza roja, y avanzar cuanto podamos antes de que los inmaculados lleguen o las víboras dejen el sur, debemos ir directo al trono de hierro y matar al rey loco, con él muerto sus seguidores no tendrán más opción que rendirse e hincar rodilla...

Rosa de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora