Orianna despertó a la mitad de la noche, aún estaba desnuda y Arthur la sostenía de cerca con sus brazos alrededor de ella, casi como si tuviera miedo de perderle.
La princesa sintió paz por primera vez desde que dejó Rocadragón y deseó poder quedarse así para siempre, en los brazos del hombre al que amaba, incluso se permitió imaginar que estaban en Campoestrella, casados, felices y tranquilos, sin una guerra a sus puertas.
Arthur despertó y la acercó aún más a él, escondiendo su cabeza entre el cabello de ella, Orianna se dio vuelta para quedar de frente a él.
Le gustaba observarlo e imaginar como sería su vida a su lado, él tomó su mano y depósito un pequeño beso en su muñeca, ella repitió el gesto y después la llevó a su rostro, le gustaba sentir su contacto. Él sonrió.
—¿Qué? —preguntó ella.
—Estaba recordando cuando éramos unos niños en Altojardin, —dijo él y ella sonrió —Cuando corríamos por los laberintos del castillo, huyendo de los guardias que tu padre mandaba para obligarnos a cenar con ellos.
—Mucho a cambiado desde entonces.
—Podrá cambiar todo menos una cosa, mis sentimientos por ti.
Orianna lo volvió a besar, ambos necesitaban las caricias del otro, ella se recostó sobre su pecho mientras que él la abrazaba, acariciando lentamente su espalda.
—¿Puedo preguntarte algo? —dijo él.
—Por supuesto
—Orianna yo te amo desde que éramos unos niños, desde la primera vez que te oí reír me enamoré y he vivido todos estos años pensando solamente en ti, y sé que tu también me amas, pero dime ¿Cuándo te diste cuenta de ello?
Ella sabía lo que estaba pasando, Arthur tenía miedo de que ella sólo estuviera entre sus brazos por su resentimiento hacía Rhaegar, tenía miedo de que ella no lo amase en realidad, hubiera sido sencillo mentirle y decir que también lo amaba desde niños, era sencillo simplemente decir lo que los demás querían oír y ganarse su simpatía con ello, pero no podría hacerle eso, no a él.
—¿Recuerdas el torneo en el que mi padre falleció? —él asintió —Ganaste la justa y nombraste a Ashara como tu reina del amor y la belleza.
—Durante ese torneo mi padre me dio a Albor —él recordó.
—Eras el centro de atención, todos los caballeros querían hablar y entrenar contigo, mientras que todas las doncellas se peleaban por tu atención, todos querían aunque fuera unos segundos de tu tiempo, creí que te había perdido, creí que estarías demasiado ocupado como para recordar a la niña con la que solías jugar de pequeño. Pero al día siguiente, el gran Ser Arthur Dayne vencedor en las justas prefirió quedarse conmigo y con su hermana tomando el té en vez de ir de caza con los caballeros —ella lo miró, sus ojos violetas la miraban profundamente, toda su atención estaba en ella —Ahí me di cuenta de que me importabas profundamente, pues la mera idea de compartirte con cualquier otra mujer me enfurecía, pero no fue sino hasta que mi padre murió y me reconfortaste, para ese entonces mis sentimientos se hicieron tan fuertes que era ridículo negarlos, todos se burlaban por la forma en que había muerto, pero tú me dijiste que no debía estar triste, decías que se había ido haciendo lo que más le apasionaba, y esa era la muerte más digna, y en esos momentos fue tu compañía y cariño lo que me hizo darme cuenta de que ya no te veía como un amigo.
Arthur le sonreía con la misma calidez de siempre, la que le ayudaba a pasar por los momentos más difíciles de su vida.
—Eso fue antes de que te prometieran con Rhaegar, ¿Por qué nunca me lo dijiste?
—Yo era sólo una niña, mientras que tu ya eras todo un caballero, portador de Albor y campeón de torneos, tenías cientos de mujeres a tu alrededor, que tan sólo con una mirada hubieran caído a tus pies, sabía que me querías, pero siempre creí que me veías como veías a Ashara, como una hermanita, así que tenía miedo de que me rechazarás al confesar mis sentimientos, ya había perdido a mi padre Arthur, no me podía permitir también perderte a ti.
—Nunca, siempre estaré a tu lado, pase lo que pase.
Él depósito un tierno beso en sus labios, y la sujeto con más fuerza, ambos sabían que el momento de separarse se acercaba, pero trataban de retrasarlo.
—Es hora de despedirnos —dijo la princesa.
—No, ya no puedes pedirme eso, ya no puedo alejarme de tu lado, tomemos un barco y huyamos a las ciudades libres, juntos.
Orianna negó con la cabeza y derramó una lagrima.
—No puedo huir ahora Arthur, Aerys asesinó a mi hijos, mató a dos antes de que tan siquiera nacieran, mientras que a mi pequeña Alysanne la envenenó sin importarle que tan sólo era una bebé que aún bebía de mi pecho, no puedo huir Arthur, no puedo hacerlo hasta que el rey loco esté muerto.
Él calló, sabía que ella tenía razón.
—¿Y después de eso que sucederá Orianna? No sé si seré capaz de volver a verte en los brazos de Rhaegar. No creó ser capaz de vivir sabiendo que nunca volverás a ser mía.
Arthur acariciaba el rostro de la princesa, ella lo miraba anhelante, ella tampoco quería irse de su lado.
—Yo tampoco creo ser capaz de verte todos los días y no poder refugiarme en tus brazos —confesó ella —Pero dime Arthur, ¿Sería demasiado egoísta de mi parte pedirte que esperes hasta que vengue a mis hijos? Después huiremos juntos a Braavos, Pentos o donde tú quieras.
—¿Pero y tu corona Orianna? ¿Renunciarías a tu lugar como reina por estar a mi lado?
—Jamás quise la corona o sentarme en el trono de hierro, lo único que quiero es estar al lado del hombre que me ama.
Se volvieron a besar, tratando de ocultar el miedo que les producía la posibilidad de no volver a verse, aferrados a la promesa de un futuro juntos.
—Curioso destino el que nos dieron los dioses, —dijo ella —Nos unieron cuando éramos niños solo para volver a separamos como adultos.
–No me importa lo que lo dioses quieran, o el destino que tienen para nosotros, te amo Orianna, siempre lo he hecho y siempre lo haré.
—Yo también te amo Arthur.
Se besaron una ultima vez, esa era la despedida, su primera y única noche juntos, pues nuevamente sus caminos se volverían a separar, para no volver a unirse hasta que el rey loco estuviera muerto, después serían libres, y podrían huir en nombre de su amor.
Orianna imaginó su futuro al lado de Arthur en las ciudades libres, sonrió.
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Rosa de Fuego
FanfictionOrianna Tyrell, la hija favorita de la reina de las espinas, fue la escogida para desposar al príncipe heredero, Rhaegar Targaryen, sin embargo desde el día de su boda ella sabe que su esposo ama a otra, todo esto sumado a su incapacidad de darle un...