Capítulo 8.- Un entrenamiento

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Rhaegar ya debería de estar ahí, el sol recién había salido y los herederos de Altojardín y Aguasdulces ya estaban listos en la arena, cubiertos con pieles para protegerlos de los golpes y una espada hecha de madera, en la cara de Willas y del niño Tully se veía una emoción exorbitante, una emoción que ni siquiera Orianna había sentido al casarse con el príncipe, después de todo delante de ellos estaba Ser Arthur Dayne, la espada del alba, el mejor caballero que los siete reinos habían visto, y los niños estaban por entrenar con él.

Fuera de la arena, Orianna los observaba sentada en la carpa montada especialmente para ella, a su lado estaban Lady Catelyn, su padre, lord Hoster, y el hermano de este, el pez negro. 

Los Stark no se habían presentando, pidiendo disculpas a la princesa pues el joven Benjen no se sentía bien del estomago, cuando el mensajero dio la noticia a Orianna ella sonrió quitándole importancia al asunto, pero en realidad no podía dejar de pensar que el verdadero motivo, era que lord Rickard no quería reunirse con los príncipes ni saber nada de la rebelión. 

Pero se encargaría de él después, cuando ya  tuviera al señor de Aguasdulces de su lado. 

Lord Hoster y su hermano bebían vino y soltaban pequeños comentarios sobre el entrenamiento, mientras que Orianna y Catelyn bebían té y conversaban de los temas triviales que eran considerados propios de mujeres. 

Dio un último trago a su bebida, no podía seguir esperando a su esposo o perdería su oportunidad, por ella que Rhaegar pasara cuanto tiempo quisiera con su maldita puta, ella podía encargarse de los lords y convencerlos de unirse a su lado, no lo necesitaba, ella sola se aseguraría de que el bebé que llevaba en su vientre no tuviera que crecer con miedo a su loco abuelo.

—El pequeño Willas es hábil con la espada —mencionó Catelyn con sus ojos puestos en la arena. 

—Y el joven Edmure... —empezó la princesa.

—Necesita practicar más —reconoció lord Hoster —ese niño está más ocupado diciendo que será el próximo señor de Aguasdulces que entrenando para lograr mantener el título.

—En ese caso tiene algo en común con mi hermano —comentó Orianna.

El pez negro rió, no era secreto para nadie que Mace pasaba más tiempo presumiendo ser el cuñado del príncipe que encargándose del dominio.

—Hablando de vuestro hermano majestad, creí que tendría el placer de verlo aquí, después de todo es su hijo el que está entrenando. 

—Por desgracia, lord Hoster, mi hermano tenía asuntos más importantes que atender. 

—¿Qué puede haber más importante que la familia?

—La verdad es que no lo sé mi lord, no entiendo como mi hermano puede dejar de lado a su propio hijo, después de todo, si no es en nuestra familia, ¿En quién podemos confiar? 

Orianna pronunció esas palabras sabiendo el efecto que tendrían en los Tully, los cuales si bien al inicio parecían cuestionarse la presencia de  la princesa, ahora se acercaban a ella con interés. 

—Me disculpo mis señores, —continuó Orianna —si mis palabras sonaron demasiado melosas, supongo que es el embarazo lo que me ha afectado. 

—No tiene porque disculparse majestad —lady Catelyn tomó su mano —opino lo mismo que usted. 

Orianna sonrió. 

—Pero decidme mis señores, ¿cómo van las cosas por vuestras tierras?

—La tierra de los ríos se encuentra bien majestad —dijo lord Rickard —con los altibajos propios de un territorio tan fértil, como usted comprenderá, pero sin duda lo que más lamentamos es que haya pasado tanto tiempo desde la visita de un rey Targaryen.

Rosa de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora