Capítulo 10.- El rey loco

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Orianna caminaba del brazo de su madre, el lento paso de la anciana se complementaba con el ritmo que la princesa podía permitirse por su embarazo, detrás de ellas, Arthur, que iba a su espalda, hacía su mejor esfuerzo por no chocarlas.

Todos los grandes señores se habían reunido en la entrada del castillo, todos albergando la esperanza de volver a ver a su rey, Rhaegar ya estaba ahí, delante de los demás, serio y con sus manos en la espalda, Orianna se acercó a su lado y lo tomó del brazo, ocupando el lugar que le correspondía como princesa de poniente, detrás de ella estaban los señores de las casas más importantes del reino, Lord Hoster, Lord Tywin, Lord Rickard, Lord Jon Arryn, además del príncipe Oberyn de Dorne y otros más, todos miraban a la comitiva que acompañaba al rey, expectantes de volver a ver al monarca, su mirada se encontró con la del señor de Aguasdulces, que le sonrió cómplice.

—Lamento no haber podido asistir al entrenamiento de ayer querida —le murmuró su esposo —pero me encontré con Jon Arryn y creí conveniente conversar con él, así que dime ¿Cómo te fue?

La princesa sabía que su esposo le mentía, el señor del nido de águilas paso todo el día anterior en la compañía de sus pupilos, Eddard Stark y Roberth Baratheon, ella misma lo había visto durante su caminata de regreso a su carpa, sospechaba que Rhaegar había estado con ella y esa mentira lo confirmaba, pero prefirió callar, ese no era el momento ni el lugar para reclamos.

—Lo comprendo querido, y no te preocupes, Aguasdulces y Altojardín nos respaldan.

—Sabía que podía confiar en ti —su esposo la tomó de la mano, sin importarle si con ello rompían el protocolo.

Las voces de los presentes guardaron silencio cuando el carruaje del rey loco apareció, el carruaje negro con los dragones rojos tallados demandaba respeto, ser Oswel Whent desmontó y con su reluciente armadura blanca abrió la puerta al rey, y en ese momento toda la solemnidad Targaryen murió.

Durante los últimos años, Aerys había adelgazado mucho, casi no comía por miedo a ser envenenado, y se volvió un hombre demacrado, que aparentaba más años de los que en realidad tenía, portaba una barba larga y enmarañada, el cabello lo llevaba hecho plastas con basura y desechos, las uñas le medían varios centímetros y todo era porque se rehusaba a que hubiera cuchillas u objetos filosos cerca de él, aunque fueran para cortar su pelo o uñas.

Aerys bajó del carruaje portando la corona del rey Aegon IV, era grande y elaborada, el rey no la llenaba, ni literal ni metafóricamente hablando, era un hombre demacrado, que de no ser por la corona, podría fácilmente ser confundido con cualquier vagabundo.

Aerys saludó a sus vasallos con desdén y anunció lo que hace mucho tiempo todos ya sabían, Ser Harlan Grandinson había muerto y eso dejaba un puesto libre en la guardia real, la verdadera sorpresa vino cuando dijo quien lo cubriría, el favorito para asumir el cargo era ser Meryn Trant, un caballero de probada valía procedente de las tierras de la tormenta, pero en su lugar nombró al joven Jaime Lannister de tan sólo catorce años, Orianna sonrió, el rey le estaba poniendo las cosas demasiado fáciles, Rhaegar sujetó su mano  con más fuerza, dándole a entender que él también lo había notado.

Jaime Lannister era un buen guerrero, pero era demasiado joven, recién había sido nombrado caballero por Arthur un par de lunas atrás, nadie dudaba del brillante futuro que le esperaba al león, pero aún no estaba listo para la guardia real, pero eso no era todo, Aerys le arrebató con esa acción su heredero al viejo león, si Jaime se unía a las capas blancas también renunciaba a sus derechos como Lannister y dejaba a Tyrion como el único heredero de su padre, había descartado la idea de reunirse con Tywin al escuchar como su hija se quejaba constantemente del mal humor en el que se encontraba el león viejo, pero con semejante noticia no podía dejar pasar la oportunidad de reunirse a negociar con el señor de roca Casterly, el viejo león era demasiado astuto, si permitiera que su esposo se reuniera con él, estaba segura de Rhaegar caería en su trampa, tenía que hablar con él, ella misma.

Rosa de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora