Orianna sentía el corazón irle a mil por hora, esperaba a su esposo sentada en el comedor de sus habitaciones, necesitaba hablar con él y de esa conversación podría depender el futuro del reino.—Hola querida —su esposo se acercó a ella y depositó un tierno beso en sus labios.
—Hola querido.
Rhaegar tomó una silla y se sentó al lado de su esposa para cenar.
Orianna llamó a los sirvientes y ellos les trajeron la cena, pato asado con hortalizas a los lados, vino del rejo para Rhaegar y té para ella, tan pronto como los platillos llegaron a la mesa, la princesa dio la orden a los sirvientes de retirarse, pues los príncipes gustaban de cenar a solas, en la privacidad de sus habitaciones, donde nadie podía escucharlos.
—Escuché que no os fue bien en la reunión del consejo privado querido.
—Decir que no me fue bien es poco, el rey otorgó Rosby a Harrin Baxter, el piromante, la mano y yo tratamos de disuadirlo, pero no escucha razones, hace lo que quiere y no le importa quien pague las consecuencias.
—Lady Aranna debe estar furiosa con la decisión, es sabido por todos que su hijo bastardo es del difunto lord Rosby.
—No sé cómo se encuentre lady Aranna, pero su padre, lord Harte ha llamado a sus hombres y marcha ahora mismo para reclamar los derechos de su nieto. —su esposo dio un largo trago a su vino antes de continuar —El reino se cae a pedazos con cada día que pasa, la ciudad está hecha un desastre y cada vez hay más levantamientos.
—Una sirvienta me informó de una carta que el maestre Pycelle envió a Antigua, en ella asegura al archimaestre, que la situación aquí es grave, y solo comparable con la danza de dragones.
—No es el único que piensa eso, Lord Monford Velaryon me ha buscado al finalizar la reunión del consejo privado, para informarme que está dispuesto a renunciar a su puesto como consejero naval y unirse a mí, si decido rebelarme.
—Estoy segura de que no sería el único.
Su esposo suspiró.
—Los dioses son crueles al permitir a un viejo loco vivir tanto, y a la par arrebatar la vida a tantos niños.
Orianna no sabía si se refería a sus hijos muertos al nacer, o a sus hermanos, los bebés a los que la reina Rhaella tampoco había podido traer a la vida.
—La noche es hermosa querido, y me preguntaba si no te molestaría dar un paseo a mi lado por los jardines.
—Nunca me molestaría pasar tiempo con mi esposa, —el semblante serio de su esposo la miró, y esbozó una leve sonrisa que en instantes se perdió —pero el maestre Colton dijo que lo mejor sería que guardaras reposo en tu estado.
—Lo sé querido, pero insisto —miró la cara de su esposo y vio la duda en él —sabes que si no fuese importante no te lo pediría.
Él aceptó y la tomó por el brazo, guiándola en una lenta caminata bajo la luz de la luna por los jardines de la fortaleza, el rostro de su marido demostraba la preocupación que llevaba en el alma, preocupado por perder otro bebé y listo para llamar al maestre ante el más mínimo gesto de dolor que ella pudiera tener.
Se detuvieron cerca de un rosal y ella se colocó delante de su marido, la luz de la luna iluminaba sus rostros con una especie de magia, realmente era una hermosa noche, sin duda era una lástima desperdiciarla hablando de temas tan turbulentos, pero era necesario.
Esa noche Orianna se había asegurado de ofrecer comida gratis en las cocinas al igual que contratar un bardo, todo con la esperanza de que eso fuera suficiente para distraer a los pajaritos de Varys.
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Rosa de Fuego
FanfictionOrianna Tyrell, la hija favorita de la reina de las espinas, fue la escogida para desposar al príncipe heredero, Rhaegar Targaryen, sin embargo desde el día de su boda ella sabe que su esposo ama a otra, todo esto sumado a su incapacidad de darle un...