Capítulo 6.- Camino a Harrenhal

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Orianna nunca se había sentido tan mal como en el camino hacia Harrenhal, no sólo le dolía el cuerpo por estar sentada todo el día dentro del carruaje, sino que también tenía el alma en un hilo, cada mañana se levantaba con el terror de haber perdido a su hijo durante el sueño, ese sería su tercer aborto y sabía que no podría soportarlo.

Ashara Dayne, su dama de compañía viajaba a su lado, lista para actuar en cuanto la princesa lo necesitara, Jocey, su partera seguía de cerca el carruaje, al igual que el maestre Colton y dos de sus guardias, Ser Jon Darry y el joven Jaime Lannister, todos atentos ante la más mínima queja de la princesa.

El viaje era agotador, pero las nocturnas visitas de Rhaegar lo hacían todo más llevadero, la visitaba diariamente cuando el carruaje se detenía, le preguntaba por sus ánimos y su salud, conversaba con ella y en algunas ocasiones incluso hacían el amor, era bueno estar a su lado, tanto que a veces ella misma se convencía de que él la amaba, de que no estaba con ella por compromiso o porque era lo que esperaban de él, sino porque realmente había desarrollado sentimientos hacia ella, pero esos momentos eran efímeros, y al llegar el alba podía ver sus ojos y recordaba que su corazón le pertenecía a otra.

Pero eso no importaba ahora, ya tendría tiempo para preocuparse por el amor cuando la guerra terminara, cuando Rhaegar esté sentado en el trono y ella solo tuviera que preocuparse por darle un heredero.

Se preocuparía por conquistar a su marido cuando todo terminara.

—¿Estás lista querida? —Rhaegar le preguntó, y ella asintió.

Orianna se había puesto un holgado vestido negro con bordados dorados, el negro de la casa de su esposo y el dorado de la suya, se había arreglado para la cena a la que asistirían, pues a su viaje a Harrenhal se les había unido el viejo león, y los príncipes prometieron cenar a su lado.

Rhaegar escoltó a su esposa hasta la carpa que los sirvientes habían montado para la cena, donde ya eran esperados por los Lannister.

—Majestad —Lord Tywin hizo una reverencia al mismo tiempo que sus hijos.

—Lord Tywin, es un placer volver a verle —aseguró Rhaegar.

—Lo mismo digo majestad.

—¿Es ella vuestra hija Lord Tywin?

—Así es princesa, mi querida Cersei.

—Es un gusto majestad —dijo la joven e hizo otra reverencia a la princesa.

—Había escuchado rumores sobre vuestra belleza Lady Cersei, pero debo admitir que se han quedado cortos, felicidades Lord Tywin tenéis a la hija más hermosa de los siete reinos.

Orianna miraba a la leona directo a los ojos y ella mantenía el contacto, Cersei no estaba nerviosa por la mirada de la princesa, sino que parecía disfrutarlo, parecía gustar de retarla.

—Pero por favor majestad, sentaos, imagino que debe estar exhausta, —Lord Tywin le hablaba a ella —después de todo, un viaje tan agotador como este en vuestra condición no debe ser sencillo.

—Os lo agradezco mi Lord.

Respondió y se sentó, siendo seguida por los demás, Orianna se encontraba en medio de su esposo y Cersei, mientras que Jaime Lannister estaba frente a ella.

—Servid la comida —ordenó Lord Tywin, y acto seguido los platillos fueron traídos, la cena era ciervo asado, que había sido cazado por el Lord en persona.

Ella probó un bocado, el cocinero de los Lannister era bueno, pero nada del otro mundo.

—Imagino que debe de estar entusiasmada por el torneo majestad, tanto como para atreverse a viajar en vuestro estado—lord Tywin habló.

Rosa de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora