Capítulo 7.- Harrenhal

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Su tienda era grande, espaciosa y hermosamente decorada, digna de una princesa, o al menos eso había dicho Mace al ir a visitarla; a su hermano lo acompañaban su esposa y sus dos sobrinos, Willas y Garlan, que sin duda estaban emocionados de volver a ver a su tía, probablemente ellos habían sido los que más sufrieron con su partida de Altojardín, ambos eran niños encantadores que lucían notoriamente cautivados con el embarazo de la princesa, amaban tanto a su tía que cuando llego el momento de separarse el pequeño Garlan se agarró de las piernas de Orianna y solo fue posible separarlo con la promesa de verlo más tarde y cenar a su lado.

La princesa estaba sola, pues Rhaegar la había dejado porque quería hablar con Ser Gerold Hightower, el lord comandante de la guardia real, sobre la llegada del rey al torneo y el sustituto indicado para remplazar a Harlan Grandinson, Cersei por su parte había ido con su padre para instalarse en sus carpas, y Ashara, ella simplemente había desaparecido, probablemente estaba dando vueltas por el castillo enamorando a cuanto hombre le pasara por enfrente.

Las cortinas de su carpa se abrieron y Ser Arthur Dayne entró.

—Buenos días majestad, vuestro esposo me ha enviado a informarle que durante el torneo yo seré vuestro guardia personal.

—Hola ser Arthur, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.

—Así es majestad, prácticamente desde el día de vuestra boda.

—Escuché que estuviste muy ocupado lidiando con la hermandad del bosque real y con el caballero sonriente.

—Así es majestad, fue complicado, pero logramos que el pueblo volviera a confiar en nosotros y erradicar a los rebeldes.

—Es bueno tenerte de vuelta.

—Es bueno estar de vuelta.

—¿Ya habéis visto a Ashara?

—Nos encontramos por la mañana para desayunar, pero tan pronto como terminó salió corriendo con la excusa de tener que hablar con las hermanas Tully, —Arthur era un hombre alto y musculoso ante el cual la pequeña princesa se veía indefensa —Por cierto, le agradezco haber cuidado de mi hermana durante mi ausencia.

—No hay nada que agradecer, siempre he considerado a Ashara como una hermana más.

—Aun así, lo aprecio majestad, pues sé que mi hermana en ocasiones puede llegar a ser difícil de controlar.

—Arthur, vuestra hermana no es más una niña, es una mujer capaz de cuidarse por sí misma.

—Sé que mi hermana ha crecido majestad, pero en mi mente aún sigue siendo esa niña que lloraba por el abandono de aquel caballero y sé que vuestra compañía, la de lady Olenna y Alessa, le ayudaron enormemente, pero aun así...

—Seguís preocupado por vuestra hermana, es comprensible.

La espada del alba asintió.

—Tengo ánimos de dar un paseo y visitar a mi madre, ¿me acompañarías ser Arthur?

—Vuestros deseos son mis órdenes majestad, pero tengo instrucciones del príncipe de asegurarme de que esté reposando, es necesario en su condición.

—Agradezco vuestras precauciones, pero después de tan largo viaje en carruaje, necesito dar un paseo y estirar las piernas, además extraño a mi madre con locura y al estar tan cerca mi corazón me pide visitarla.

Rosa de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora