Capítulo 30.- Rhaegar Targaryen

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Orianna tomaba el té sentada en la ventana de sus habitaciones, admiraba los jardines en silencio, Arthur la había dejado antes del amanecer pues tenía que preparar el viaje a Altojardín.

Escuchó la puerta abrirse, volteó con la esperanza de encontrarse con los ojos violetas de la espada del alba, pero fue Rhaegar el que entró a la habitación y eso la sorprendió.

—Hola —lo saludó ella.

—Hola.

—¿Qué haces aquí?

Rhaegar ignoró su pregunta. Su esposo inspeccionaba su habitación sin hablar, "Quizá se entero de lo sucedido con Arthur" pensó, no, el príncipe no se veía molesto, simplemente pensativo.

—Visité a mi madre —él declaró, sin saber como romper la tensión que había entre ellos.

—Espero que tu madre no se vea afectada por nuestras acciones.

—Aerys no la matará, la necesita para tener más hijos, necesita la sangre del dragón.

—Desearía que pudiera huir con nosotros.

—Yo también, pero el rey siempre tiene un guardia en su puerta, es imposible sacarla sin que él se entere. —Rhaegar se sentó delante de ella y le sirvió otra taza de té, Orianna no sabía como reaccionar así que prefirió callar —La última vez que nos vimos me dijiste que me hubieras ayudado a tener a Lyanna a mi lado, ¿Por qué lo dijiste?

—Porque es la verdad, hubiera buscado una manera.

—¿Por qué ayudarías a tu esposo a encontrarse con su amante?

Rhaegar se recargó en la mesa donde ella ponía su taza, acortando el espacio entre ellos.

—Es lo mejor para todos.

—No, no lo es, es lo mejor para mí, pero no para ti, ¿Por qué lo haces?

Lo hacía porque ya no podía confiar en él, sabía que sí se quedaba a su lado viviría con el constante miedo de que un día su esposo la abandonara para huir con la loba, y ella no podría vivir así, con un eterno miedo y a expensas de lo que su esposo decidiera, prefería huir con Arthur y ser feliz a su lado.

—Porque no podría vivir a tu lado sabiendo que sufres por amor, y que sin importar lo que haga no seré capaz de evitarlo —Orianna mintió.

Rhaegar la miraba sin pronunciar palabra, la veía como hacía mucho tiempo no lo hacía, desde mucho antes de Harrenhal.

Él se levantó y se acercó a su esposa, quedando a tan solo unos centímetros de distancia, Orianna no quería verlo a los ojos, pero él la tomó del mentón haciéndola levantar la vista, ella miró sus ojos índigo y por primera vez podría jurar que los vio brillar.

—Siento que sin importar lo que haga en la vida nunca podre dejar de pedirte perdón, he sido un ciego, un niño encaprichado con un amor que cada vez se siente más lejano, tú eres mi esposa, siempre me has apoyado y guiado, eres mi consejera y amiga, en las buenas y en las malas, sin pedir nada a cambio, lo único que querías era mi amor, y ni siquiera eso te he podido dar, pero eso va a cambiar, te suplico que me des otra oportunidad.

Rhaegar la abrazó, Orianna no sabía que era lo que estaba pasando ni tampoco como debía reaccionar, su esposo no sólo le estaba pidiendo perdón, sino que le rogaba una segunda oportunidad.

"Ya es demasiado tarde" pensó ella.

—Y quiero que sepas que esta será la primera de muchas veces que vendré a ti pidiendo tu perdón, rogando que me dejes volver a tu lado, el lugar del que nunca debí de haberme alejado, mi rosa.

Sus últimas palabras fueron la que la hicieron llorar, era la misma forma en la que su padre solía llamarla.

—Por favor, te suplico que no juegues con mis sentimientos de esta manera, no siembres en mi promesas que no planeas mantener, no me mientas de esta manera pues sé que en tu corazón aún esta la loba.

—No te mentiré, ni negare mis sentimientos por Lyanna pues sé que sería absurdo hacerlo, pero tampoco me mentiré a mi mismo fingiendo que no siento nada por ti, eso ya lo he hecho por demasiado tiempo, diciéndome que te quería solo porque eso era lo que todos esperaban de mí, pero ahora me doy cuenta de que eso hace mucho tiempo que dejo de ser verdad, tan sutilmente te has metido en mi corazón que ni siquiera lo note, pero te amo Orianna, lamento darme cuenta hasta ahora, apunto de separarnos por la guerra que iniciaremos, pero ten la certeza de que te amo y cada segundo que pase lejos de tu lado, te extrañare y en mis sueños no habrá nieve, frío o invierno, sino un interminable campo de rosas en una eterna primavera, te extrañare mi rosa y espero que tu también lo hagas.

Orianna sintió su alma dejar su cuerpo para ser atacada por la duda y el remordimiento, pero antes de poder decir algo, Rhaegar ya la estaba besando, y en ese beso estaba toda la pasión que había faltado en todas las noches anteriores, era demasiado bueno para ser verdad, ella se separó de él pero sus ojos índigos la atraparon, sus ojos brillaban como nunca antes los había visto, brillaban tanto que la hicieron dejarse llevar por los besos y caricias que el príncipe le dedicaba.

Rosa de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora