Capítulo 21.- De regreso a la fortaleza roja

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El momento había llegado, los príncipes desembarcaron en la fortaleza roja pues su pequeña Alysanne ya había cumplido seis meses de edad y debían presentarla ante los reyes, después irían a Altojardín y esperarían el momento indicado para atacar, Rhaegar destronaría a su padre mientras Orianna se escondía en el castillo de su familia con su hija.

La bienvenida en los puertos fue excepcional, el rey no se presentó, pero envió a la mano, Lord Owen Marryweather, que los recibió calurosamente, pero eso no importaba sino la multitud que se congregaba para verlos, Aerys seguramente estaba furioso con la situación, los presentes vitorearon cuando Rhaegar los saludó, pero en el momento en que vieron a Orianna con su hija en brazos todo se salió de control, los aclamaban hasta donde sus pulmones les permitían,  "Los reyes del mañana" gritaban algunos, pero la gran mayoría cantaba un nuevo romance titulado "Los verdaderos reyes". 

El pueblo estaba de su lado y ello nadie lo dudaba. Lord Owen les ofreció un carruaje para transportarlos a la fortaleza roja, pero los príncipes se negaron, en cambio aceptaron los caballos, en ese momento más que nunca necesitaban estar cerca de su gente. 

Y tan solo unas pocas horas después de su llegada los príncipes se reunieron en los jardines de la fortaleza roja con la reina, la madre de Rhaegar sostuvo en sus brazos a la princesa Alysanne, la pequeña bebé de cabellos platinados y ojos avellana, la reina Rhaella anunció que era hermosa y parecía estar encantada con su nieta, pero el rey no había reaccionado igual, se había rehusado a reunirse con ellos, argumentando que la niña apestaba a estiércol.

El príncipe dragón estaba furioso y anunció que partirían de la capital la mañana siguiente, Orianna sabía que no tenía mucho tiempo, pero debía de hablar con Alessa y preguntarle cómo iban las cosas por ahí, no quería que el pueblo sufriera por las decisiones que los grandes señores tomaban.

Orianna se encontró con su hermana, en las murallas de la ciudad, en el lugar desde el que se veían los puertos, era su lugar preferido para hablar, una extraña sensación se apoderó de su cuerpo pues Arthur no la acompañaba, lo había dejado cuidando de su pequeña hija, pero hacía tanto que no se separaba de la espada del alba que su ausencia la hacía sentir desprotegida, sus manos sudaban y no podía quitarse la idea de que algo no estaba bien, no lo podía explicar, pero no estaba bien.

Alessa la envolvió en un efusivo abrazo.

—Te he extrañado —declaró su hermana.

—Yo también.

Su hermana la soltó y se hizo a un lado señalando a una mujer de cabellos castaños y piel bronceada.

—Orianna, te presento a Orolla Nestanar, ella es la líder de las espadas juramentadas, es de Lys, pero no habla muy bien la lengua común. 

—Es un gusto Orolla. 

—¿Tú ser mujer? 

Orianna no sabía a que se refería, y miró a Alessa en busca de ayuda. 

—Cuando la contrate en Braavos le dije que trabajaría para una mujer —asintió. 

—En ese caso si, soy yo. 

—¿Por qué mujer pagar a Orolla por cuidar niños y viejos?

Meditó unos segundos antes de responder. 

—Una guerra se acerca y los indefensos siempre son los que más sufren, y yo cause esta guerra así que me siento responsable por su seguridad.

Orolla la miraba con el ceño fruncido y la mano en el pomo de su espada. 

—Mujer ser buena, Orolla feliz de trabajar para mujer. 

Rosa de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora