Rhaegar entró a las habitaciones de la princesa caminando con las manos detrás de la espalda, su esposo estaba frío y distante, pero ella también lo estaba, Orianna había estado ocupada organizando el banquete para la bienvenida de la princesa Elia, pues con el encierro de la reina Rhaella, todas las celebraciones cortesanas recaían en sus manos.—Me dijeron que querías hablar conmigo.
—Toma el té conmigo.
Rhaegar accedió y se sentó con ella en el balcón, hacía tanto que no dormían juntos que el príncipe ya tenía su propia habitación, a ella le gustaba tener tiempo a solas y poder estar con Arthur, pero sabía que nada en la fortaleza roja permanecía secreto, no tardarían en hablar del distanciamiento de los príncipes y en cómo ello afectaría las alianzas que habían forjado, en su relación lo que menos importaba era el amor, tomaron el té en silencio, Orianna miraba el jardín que se extendía debajo de ellos mientras que él la miraba a ella.
—He estado pensando mucho últimamente —confesó ella.
—¿Sobre qué?
Rhaegar odiaba el té, decía que su sabor lo hacía sentir nauseabundo y siempre rechazaba las tazas que ella le ofrecía, pero en esa ocasión daba pequeños sorbos a la infusión de hierbas de las islas del verano que Orianna había preparado, él pobre trataba de disimular sus muecas de disgusto sin lograrlo del todo.
—¿Recuerdas a nuestro pequeño Jaehaerys? —dijo ella sin atreverse a mirarlo a los ojos.
—Por supuesto.
—Murió en el sexto mes de mi embarazo.
Su primer bebé ni siquiera había alcanzado a llegar a la labor de parto, una noche simplemente su pequeño Jaehaerys había decidido abandonar el cuerpo de su madre antes de ser capaz de sobrevivir por sí mismo.
—El maestre dijo que fue una tragedia, tan repentino que solo pudo haber sido una decisión de los dioses.
Ella asintió.
—¿Y nuestro Aemon?
—Murió durante el parto, dos meses y medio antes de la fecha que el maestre nos había dado.
—Y justo una semana después de que lo anunciáramos. Y nuestra Alysanne que enfermó justo antes de nuestra partida a Altojardín, a pesar de siempre haber gozado de buena salud en Rocadragón.
—Sé lo que tratas de decir Orianna, pero hasta el maestre Colton dijo que no fue a causa de un envenenamiento.
—Sé lo que dijo el maestre, pero estuve investigando, se llama fuego líquido y sólo puede ser conseguido en Myr, los síntomas concuerdan.
Rhaegar la miró directo a los ojos.
—No puede ser verdad.
—El fuego liquido mató a una dragona, que irónico no te parece.
Orianna sonrió, pero era la sonrisa más triste que jamás había tenido, la que ponía cuando quería evitar las lágrimas.
—¿Estás segura de lo que me dices?
—Por supuesto.
Su esposo estaba rojo del coraje, se levantó y comenzó a dar vueltas inquieto, apretaba los puños y daba pequeños golpes a todo aquello que se cruzaba en su camino, "El dragón ha despertado" pensó Orianna, y ahora nada lo calmaría hasta que vengara a sus hijos, Rhaegar y ella podrían no amarse, ni tener a su hija para unirlos, pero ahora tenían un objetivo en común y nada los distraería hasta conseguirlo.
—Debemos actuar Rhaegar, pero ya no puedo sentarme a esperar por una excusa, yo misma la crearé.
—No necesitamos una excusa, que mayor motivo para derrocar a mi padre que acusarlo del asesinato de nuestros hijos.
—No tenemos pruebas, nada que compruebe que lo que decimos es verdad.
—No las necesitamos, el pueblo sabe que el rey está loco, ya lo culpan por la muerte de nuestra Alysanne, no dudarán si les decimos que también es el culpable de la muerte de Aemon y Jaehaerys.
El príncipe dragón estaba furioso, la princesa podía ver como su esposo comenzaba a planear los ataques en contra del rey, Aerys podía olvidarse de su exilio en Rocadragón pues los príncipes no descansarían hasta verlo muerto.
—El momento ha llegado Rhaegar.
—Es hora de que Aerys pague por lo que les hizo a nuestros hijos, partiremos mañana por la noche mientras todos están distraídos con el banquete de bienvenida para Elia, iremos a Altojardín y ahí llamaremos a nuestros vasallos.
—Yo me encerraré con mi madre hasta que la guerra termine —Orianna tomó la mano de su esposo.
Él negó con la cabeza.
—No, te necesito a mi lado, te necesito para que me des valor cuando crea que todo está perdido, cuando tenga miedo y quiera renunciar necesito que estés ahí y me recuerdes porque hacemos todo esto, debemos hacer esto juntos, Orianna. Cuando lo estamos nada ni nadie en los siete reinos puede detenernos.
—Rhaegar, yo no...
—Por favor Orianna, te lo suplico, te necesitaré, Lord Rickard, Lord Jon y Lord Roberth me detestan por lo que hice en Harrenhal, pero mantienen un profundo respeto ante ti, te escucharán.
—Está bien, lo haré pero necesito confiar plenamente ti, necesito que te olvides de ella, por lo menos en lo que conseguimos vengar a nuestros hijos, no podemos permitirnos sublevaciones.
—Tienes mi palabra.
Rhaegar se levantó, pero antes de irse se giró para ver a su esposa y con palabras dudosas dijo:
—Yo quería disculparme, no por amar a Lyanna, pero si porque tenías razón, no lo pensé bien.
—Pudiste haber acudido a mí, después de Harrenhal ya sabía que tu corazón estaba en otro lado, te podría haber ayudado.
—¿Me hubieras ayudado a escapar con ella?
Rhaegar lo dijo con un tono sarcástico.
—No —la princesa reconoció —pero hubiera encontrado una manera, juntos lo habríamos hecho.
Su esposo sonrió y depositó un breve beso en su sien, antes de volver a dejarla a solas, Orianna no lo pudo apreciar bien, pero creía que la sonrisa del príncipe dragón había sido genuina, la princesa se levantó y también dejo su habitación, tenía muchos asuntos por arreglar en la ciudad antes de su partida, afuera de su puerta estaban los ojos violetas de Arthur esperándola.
—Escuché que partirán a Altojardín durante el banquete de la princesa Elia—dijo la espada del alba.
Arthur y Orianna dejaron la bóveda de las doncellas y caminaban por los jardines de la fortaleza roja, tenía que visitar a Alessa en los mercados de la ciudad, pues también su hermana tendría que huir de desembarco del rey.
—Todos los caballeros al servicio del príncipe os seguirán, —ella asintió —Pero también lo harán Barristan Selmy y Jaime Lannister, son las capas blancas más fieles a Rhaegar, levantarán demasiadas sospechas.
—No finjas que no sabes lo que hacemos, el momento ha llegado Arthur, nos iremos, y cuando volvamos a pisar estas tierras será seguidos por un ejército, —Orianna tenía miedo de pronunciar las siguientes palabras, pero tenía que hacerlo —Así que dime ¿has escogido al dragón que apoyaras?
—Mi deber es con el rey, —ella lo sabía, pero aun así se entristeció, no estaba lista para perderle —Pero ya he renunciado a tanto por mi honor —la espada del alba se detuvo por un momento y la miró a los ojos —No puedo permitirme perderte otra vez.
Orianna deseo poder abrazarlo, pero no estaban en la seguridad de la bóveda de las doncellas, ahí en el corazón del castillo había decenas de espías observándolos, así que se limitó a sonreír.
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Rosa de Fuego
FanfictionOrianna Tyrell, la hija favorita de la reina de las espinas, fue la escogida para desposar al príncipe heredero, Rhaegar Targaryen, sin embargo desde el día de su boda ella sabe que su esposo ama a otra, todo esto sumado a su incapacidad de darle un...