-Amor no puedo creer que hayas pagado un hotel solo para derramar tu semen por todos lados mientras me follabas duramente contra el suelo –dijo el ojiverde- eres un asqueroso.
-No te puedes quejar Harry –respondió un ofendido chico- Me has dado tan duro que siento que mañana no podré caminar.
Y así es, habían entrado a un hotel solo para hacer las cochinadas que siempre hacían, follaron, porque si, eso fue lo que hicieron, follaron por cada rincón del cuarto manchando todo con su semen cada vez que sentían un orgasmo.
Los dos estaban agotados, tener sexo salvajemente más de 5 veces seguida en un día, es algo que te deja más que agotado.
Ya se estaban terminando de vestir cuando ambos escucharon jadeos provenientes de la habitación de alado, se miraron, y si, podría decirse que se leían la mente, ambos tenían esa sonrisa pícara y descarada, mientras se imaginaban lo que iban a hacer.
Caminaron hasta la otra habitación, que para su suerte estaba abierta, entraron lentamente sin hacer el mínimo ruido posible para no espantar a los que soltaban gemidos que podían excitar a cualquiera en un abrir y cerrar de ojos, y la verdad, ellos no eran la excepción.
Al entrar se encontraron con la imagen más erótica que alguna vez han podido ver sus ojos.
Un pobre chico de cabello negro se encontraba con su mejilla aplastada a la cama, soltando gemidos y jadeos, mientras decía con la poca respiración que le quedaba.
-M-Mas ra-rápido Liam, por-por favo-r
Esto al parecer volvía loco al que lo está invistiendo. Este era más corpulento y penetraba tan duro al otro chico que parecía que lo iba a partir en dos y seguramente al siguiente día este no caminaría.
Pervertidos.
Sí, eso era lo que eran Harry y Louis, que al ver esa escenas ambos no tardaron en ponerse jodidamente duros en un par de segundos, al ver que los otros no los veían hay parados en la puerta mientras tenían sexo desenfrenado en la cama. Se les ocurrió la misma idea morbosa y asquerosa delante de los ojos de los demás, pero definitivamente antes los ojos de ellos era la mejor idea que jamás se les había ocurrido.
Ambos chicos comenzaron a desvestirse, una vez que estuvieron completamente desnudos, empezaron a acariciarse mutuamente, evitando solar jadeos para que no notaran su presencia.
Se masturbaban mutuamente y no pudieron ocultar los suspiros que soltaban, por el placer que tenían.
Justo en ese momento la pareja que estaba follando en la cama, notaron la presencia ajena que no era muy bien recibida en ese momento, ambos chicos voltearon sus cabezas para ver a otros dos masturbarse.
El pelinegro no pudo aguantar la vergüenza que tenía hay mismo de que los encontraran follando con su novio, cuando ni siquiera los habían visto, así que enterró su cabeza en la almohada, para no presenciar esa escena.
Por otro lado al castaño no le pareció que la presencia de aquellos dos extraño le afectara en lo absoluto, y en ese momento se le ocurrió una idea.
-Así que les gusta lo que ven ¿cierto? –Dijo el castaño saliendo de su novio- pues si les soy sincero a mí también me gusta lo que veo –dijo con un cierto coqueteo en su voz- No me gusta compartir a mi novio, pero en este momento creo que puedo hacer una excepción –dijo acercándose mucho más a los dos intrusos en la habitación-
Los otros tres solo lo miraban sorprendidos como que si tuviera otra cabeza, o una de sus extremidades se les fuera a caer.
El primero en hablar fue el mayor de todos.
-Definitivamente me encanta la vista –dijo imitando la acción del otro, así que se acercó tanto que su respiración chocaba con la del castaño- Veo que eres un degenerado en la cama, y ¿sabes qué? Eso me encanta. –Respondió con la mayor lujuria que pudo- Y otra cosa, por tu vista y esa perfecta erección que tienes creo que tienes la misma idea que yo.
Ambos sonrieron con malicia, definitivamente lo iban a hacer.
Estaban atento ante la mirada del pelinegro y del ojiverde, quien miraban todo cautelosamente.
-Bien, haremos un cuarteto –respondió Liam como que si fuera lo más normal del mundo- Veo que tu novio esta de un bueno, y también puedo notar que su erección está pidiendo atención a gritos.
-Me encanta la idea –respondió el chico ruloso ahora- Ya quiero sentirte dentro de mí, o estar dentro de tu querido novio que se veía que disfrutaba como lo partías en dos.
Ahora este se fue acercando al pelinegro hasta que llego a la cama y se subió encima de esta y unió sus labios al rostro ajeno, el otro no se inmuto y le continúo el beso, mientras los otros dos que se encontraban parados admirando aquella escena tan erótica, hicieron lo mismo mientras se proporcionaban caricias en sus duros miembros.
-Cierren la puerta con seguro –dijo ahora el pelinegro- No quiero que por nada del mundo arruinen este momento.
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One Shots {Larry Stylinson}
FantasyOne Shots, desde el más cliché, hasta el más original.