Del Amor Al Odio Hay Sólo Un Paso?

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Octubre 14, 2012.

*Narra Chris*

Me encontraba en el jardín viendo cómo Tomás jugaba. Tenía una capa de mago color azul y una galera color negra sobre su cabeza, la cual le quedaba enorme y, de vez en cuando, bloqueaba su vista haciendo que él la empujara hacia arriba.

En su mano había una varita mágica con la que hacía hechizos y embrujos. A Triana ya la había convertido en gato, pez, burro y pájaro. A mí sólo me había convertido en rana, pato y rey.

Tomás: Papá...- dijo acercándose a mí.

Chris: Si? Qué pasó Tomi?

Tomás: Es que me parece que está varita no es mágica.

Chris: Por qué dices eso?

Tomás: Pues porque ya trate de hacer que Triana hablara y ni una sola palabra.- dijo desilusionado.

Chris: No es que no sea mágica, tal vez no estás diciendo bien el hechizo. A ver, préstame la varita.

Él me la entregó y yo comencé a agitarla en el aire. Luego la detuve pensando en un buen hechizo.

Chris: Ya sé. Por el poder del cielo, el Sol y la Luna, que junto a mí aparezca la princesa más hermosa que haya habido nunca.- dije cerrando los ojos.

Dulce: A qué juegan loquillos?- dijo llegando detrás de mí con nuestra hija en brazos.

Chris: Ah!- exclamé dando un respingo y haciendo que ellos también lo dieran.

Dulce: Qué pasó?- dijo confusa.

Chris: Tomás, esta varita es mucho más poderosa de lo que creíamos.

Tomás: Por qué?- él también estaba confuso.

Chris: Porque, yo pedí que una princesa apareciera y, en vez de eso, aparecieron dos princesas. Las más hermosas que he visto en toda mi vida...

Me levanté y me acerqué a ellas para depositar un beso en sus labios y uno en la frente de Sabina.

Dulce: Que tierno eres.

Tomás: Papá, puedes hacer que vuele?

Chris: Puedo intentarlo...

Dulce: Yo quiero ver esto.- dijo riendo mientras se sentaba donde antes estaba sentado yo.

Tomás y yo nos colocamos en el medio del jardín, tomé la varita y pensé en una frase que sirva como hechizo.

Chris: Mmm, como los pájaros, las águilas y los pingüinos, que este niño vuele hasta los cielos.- dije oyendo las carcajadas de Dulce.

Tomás: Papá, los pingüinos vuelan?

Dulce: No, mi amor. Es sólo que tu padre se encuentra algo oxidado.

Chris: Sí, intentaré con otro. Mmm. Okay. Prepárate...- Tomás se preparó con una pose demasiado graciosa.- Ala de ángel o quizá de tucán, haz que este niño vuele casi como Superman.

Tomás esperaba ansioso a que algo sucediera, tenía sus ojitos cerrados y yo me acerqué por detrás de él. Lo tomé de la cintura sosteniendo su cuerpo sobre mi cabeza y comenzando a correr por todo el jardín.

Las carcajadas tanto de Tomás cómo de Dulce resonaban por todo el lugar.

La noche cayó y yo no podía dejar de ver la barriguita de Sabina subir y bajar al compás de su profunda respiración, una mano se posa en mi hombro y yo me doy la vuelta.

Un Amor Para Siempre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora