XIV

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*Sunburn- Ed Sheeran.

Sus ojos grises, como el cielo en plena tormenta me están suplicando por algo que no estoy muy segura de poder hacer. Sus pupilas estaban tan dilatadas que apenas puedo ver el característico color de su iris, pero sonrío, porque a pesar de que pensaba darme un tiempo antes de encararlo, en estos momentos me parece indispensable su agarre sobre mis brazos. Abrió sus labios y su manzana de Adán subió y bajó, dándome a entender que estaba por hablar. Sabía que palabras eran lo que más sobraban en estos momentos, sabía que si lo dejaba hablar, esto iba a terminar mal, porque ahora no quería escuchar explicaciones y excusas, sólo lo quería a él.

Me puse de puntillas y estampe mis labios contra los suyos. Al besarlo, el parecío tensarse. Sólo separé un poco el labio inferior y su cuerpo se relajó por completo. Me empujó otra vez contra la pared y profundizó más el beso, sentí su lengua rozar tímidamente mi labio inferior, logrando que mis piernas flaquearan. Gruñendo puso sus manos en mi cintura y consiguió abrir mi boca. Nuestras lenguas parecían querer fusionarse. Se separó un poco de mi cuando los pulmones me quemaba gracias a la ausencia de oxígeno, me miró con la respiración entrecortada y me sonrió de lado, haciéndome sentir que el mundo giraba a nuestro alrededor.

Lo tenía nuevamente frente a mí.

Mientras una sonrisa invadía mis labios, Draco besaba mi frente con los ojos cerrados. El reloj en mi muñeca sonó, indicando de que ya era lo suficientemente tarde, y que mi madre debe estar con los nervios a flor de piel, ya que antes de ir a la estación, habíamos quedado en que cuando estuviese en mi habitación, llamaría a Hestia para que me trajiese todas las cosas que el régimen de Snape me iba a confiscar.

Suspiro suavemente y beso la mejilla de Draco. Éste se separa un poco de mi y encarna una de sus cejas. Sus pupilas se han contraído casi por completo, dejándome apreciar su color mucho mejor que antes. Suelto mis manos lentamente de su agarre y soy testigo del drástico cambio en las facciones del rostro de Draco. La alegría se desvanece como una cortina de agua, dando paso al terror. Su labio tiembla lentamente y se ve sucumbido en la desesperación. Entrelazó su mano con la mía y lo comienzo a jalar por los largos y fríos pasillos de Hogwarts. Me alegra que mantenga el silencio mientras caminamos hasta llegar al retrato de la Dama Gorda, creo que aún no estoy preparada para escucharle.

Lo miro fijamente y le sonrió de medio lado antes de darle un corto beso en la mejilla.

-Hablaremos mañana- murmuro suavemente, el asiente y besa mi frente. Lo veo caminar por el pasillo y antes de desaparecer en una esquina, se devuelve y rasca su nuca.

-Te quiero, Sam. Te quiero mucho.

No me volteo porque no quiero mostrarle a Draco la amplia sonrisa que se escurre en mis labios, es tan grande que ni siquiera mordiendo los interiores de mis mejillas puedo contenerla. Pronuncio la contraseña y la Dama Gorda me abre al paso de la sala común. Esta caso vacía, Seamus está sentado en una de las butacas más cercanas al fuego y juega con sus manos,cuando cierro el recuadro, el se gira y me encarna una ceja.

-Miren miren quién se dignó a aparecer, ¿le vas a contar a tu mejor con que amigo con que te entretuviste en el camino?

-¿De qué estás hablando?

-No intentes mentirme, Fudge. Que a este gran Seamus nadie lo engaña.

-Seamus yo...

-Déjame adivinar, ¿mide más de un metro setenta y cinco, es rubio y tiene cierto parecido a un hurón?

-Cállate Seamus- gruño sonrojandome.

-¡Neville me debe un galleon!

Golpeó su hombro juguetonamente, odio cuando hace esto. Seamus se larga a reír y me comienza a empujar hasta las escaleras para subir a los cuartos.

-Bueno señorita premio anual, es hora de irme a dormir.

-Buenas noches, Seamus.

-Buenas noches, Sammy.

Seamus sube las escaleras y desaparece por las habitaciones de hombres, mientras yo me dirijo al retrato de un esqueleto vestido de bufón que me mira expectante, con sus cuencas de los ojos vacías y sin vida.

-Gnomo de jardín- susurro lentamente. El esqueleto se hace a un lado y otro orifico aparece junto a mi, sonrió y me digo a mi misma- Bienvenida a la habitación del Premio Anual.

Circular, espaciosa y de paredes escarlatas. Tiene una estantería, una ventana que da hacia la vieja haya, al lago y a la cabaña de Hagrid, la cama, como todas las camas de Hogwarts, tiene un dosel de color dorado, al igual que los adornos y las almohadas. Tiene un escritorio y una puerta a lo que supongo que es un propio baño. Mi baúl con mis libros del colegio y los materiales para este año descansa a los pies de la cama. Mientras jugueteo con la tela del dosel, llamo a Hestia, y esta llega con su típico fogonazo. En sus garras trae mi bolso hechizado, donde he metido todas las cosas que necesito y que probablemente Filch me hubiese requisado. En el pico trae una carta, la que supongo es de mi madre, así que atino a quitársela, más cuando lo hago, el fénix me muerde el dedo anular, sacándome un aullido de dolor.

-Maldito bicharraco- susurro mientras chupo la sangre que se escurre por mi dedo, la miro y frunzo el ceño- ¿No quieres llorar? Digo, así me sanas la herida.

Parece que la he ofendido, ya que chilla y se posa en el escritorio, al otro lado de la habitación. Gruño yo también y meto la mano a mi bolso, buscando entre los objetos que puse, la percha para el animal.

Luego de acomodar lo básico, me camino de ropa y me recuesto en la cómoda cama. Los ojos me comienzan a pesar y tras cada parpadeo, lo veo a el. Antes de dormirme me pregunto si el también estará pensando en mi.

Can't Hold us (DM-3T)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora