XX

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Suelto una risotada mientras empujo el hombro de Draco suavemente, si no nos apuramos, llegaremos tarde a Encantamientos. Lleva mi bolso en sus hombros, y nuestras manos van entrelazadas. La semana que llevamos juntos al comienzo ha sido un tanto incómoda. ¿Cómo no iba a serlo? Sin siquiera decirle, él sabía muy bien que me encontraba con la Orden cuando misteriosamente desaparecía en las tardes. Yo también me volvía un poco más gruñona cuando Draco se quedaba callado a mitad de frase, o detenía su andar, debido a que Voldemort invocaba a sus mortífagos y la Marca Tenebrosa ardía cual fuego en su brazo izquierdo. Más ninguno dice nada, porque ambos sabemos que nos encontramos bastante débiles como para pelear nuevamente, y según parece, ninguno quiere terminar, aún.

  Pasamos tanto tiempo junto como se nos hace posible, mas sigue pareciéndome poco. Entre las reuniones informativas periódicas de la Orden, las noches en las que con Neville, Ginny y Seamus nos quedamos analizando lo mal que está el colegio, mis rondas de Delgada, sus practicas de quidditch y el creciente número de deberes que debemos realizar, las clases y la mayoría de las noches son las pocas horas en que nos vemos con calma. Hestia pasa después de las once de la noche por su habitación, trayéndola a la mía, dormir junto a él jamás había sido tan tranquilizante y placentero. Quedarse conversando metidos entre las tapas hasta caer dormidos era la oferta más tentadora que en estos tiempos podemos tomar.

Aun recuerdo perfectamente como fue la primera vez que Draco vio a Hestia. Había sido la misma noche en que habíamos vuelto, estábamos en silencio, con las manos juntas, mirando al blanco techo de mi habitación, cuando el fogonazo hizo acto de presencia, seguido del Fénix y un mensaje de la que pensé que era mi madre. Malfoy había pegado un gran salto, debido al susto, levantándose de la cama, quedando expuesto totalmente a su desnudez. Recuerdo que reí hasta que el estómago me crujió y los músculos adoloridos ardieron nuevamente.

Creo que en la vida había visto a Draco Malfoy con las mejillas tan sonrojadas.

Hestia se posó sobre mi estómago y me entregó el papel que traía, que resultaba no ser de mi madre, si no, de nadie más y nadie menos que Fred. Mirando de reojo a Draco, dejé el papel en uno de los cajones de la mesa de noche, asegurándome de que el rubio a mi lado, no lo viese; por fortuna el está muy ocupado buscando su ropa, o eso me hace pensar, porque cuando ya se suponía que dormíamos, Draco se había levantado y cuando abrí los ojos debido a la falta de su presencia, lo encontré abriendo suavemente el cajón de la mesita de noche. Hacer sonar mi garganta fue más que suficiente como para avergonzarlo de nuevo.

A la mañana siguiente cuando nos levantamos para ir a desayunar, Draco miró al fénix y comenzó a autoformular preguntas  que luego respondía solo.

El profesor nos permite entrar justo cuando está cerrando la puerta. Me sonríe a mí y a Draco le frunce el ceño, haciéndome reír suavemente. Camino hacia la mesa delante de Seamus, Neville y Lavander, que se ha convertido en mi puesto con Malfoy desde que volvimos. Delante se sienta Zabini, Nott y Parkinson, por lo que si no fuese por ella tan cerca de mí, las clases serían mejores. Es bastante irritante de por si estar soportando sus caras fruncidas y malos comentarios hacia mi relación con el platinado en los pasillos como para seguir viéndolas en mis clases favoritas. Me saca de mi pequeño monologo interno, cuando el alto muchacho a mi lado me deja frente a mi los elementos con los que vamos a trabajar, le sonrío mientras saco la varita del interior de la túnica.

(...)

Esa noche, cuando llego a la sala común, luego de haber tenido una pequeña reunión con los Premios Anuales y los Prefectos de cada casa, estoy tan malditamente cansada, que lo único en lo que pienso es en lo cómoda que es mi cama y en lo mucho que quiero llegar a ella por lo obvio, no distingo las siluetas de Neville, Ginny y Seamus, quienes me estaban esperando sentados en unas butacas cercanas a la puerta de mi habitación. Hasta que Finnigan no dice mi nombre, no me volteo a verlos. Confirmo la hora en el reloj que adorna mi muñeca, son las once menos veinte. Creo que Draco no podrá venir esta noche. Les mantengo abierta la puerta de mi habitación mientras que uno a uno se van internando en ella, sus caras se ven decididas y espero que lo que digan sean buenas noticias.

Se mantienen en silencio mientras escribo apresuradamente una nota para Draco, diciéndole que esta noche estaré demasiado ocupada y que nos veremos mañana, dándosela al animal que descansa sobre su percha, mis tres acompañantes se sientan en el suelo, al estilo indio y me miran fijamente.

-Muffiato- digo apuntando a la habitación, lo que menos queremos en estos momentos es que alguien nos escuche esta noche. Neville se remueve un poco incomodo y mirando a los demás, habla con tono neutral.

-Reabriremos el ED, siendo una resistencia al régimen, y queremos que te unas a la causa.

-Nos servirías mucho, Sammy. Tú estás en la Orden- continua Seamus.

-Y ya tenemos nuestra primera misión, vamos realmente en serio, los Carrow deben saber que aún queda gente que los odia, gente que aún esta con Harry- sigue Neville.

-Estamos dispuestos a aceptar los castigos- termina Ginny- Sólo nos faltas tú.

Los miro a los tres antes de mirar a mis manos. La palabra oposición me esta llamando de una manera poco común, tan así como fue unirme al ED en tiempos de Umbridge. Ahora que los Carrow y yo tenemos deslices importantes, llevarles la contraria en la clandestinidad suena a gloria en mis oídos. Entonces les sonrió y asiento con fervor.

-Estoy dentro-

Can't Hold us (DM-3T)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora