XXVIII

4.3K 297 18
                                        

Pienso que no hay nadie mejor que ella, nada más bueno que su ser. Entrelaza nuestras manos y esconde su cabeza en mi cuello, por lo que cuando habla, su voz sale amortiguada.

— ¿Te gustaría ir a cenar a mi casa?

Diablos, me esperaba todo menos esto.

Mi cuerpo se tensa antes sus palabras, claro que quiero, muero por hacerlo, pero no sé si estoy dispuesto a ver las caras de sus familiares, digo, es muy posible que ellos me odien en estos momentos, quizá por dejarla hace unos meses, quizá porque soy un mortifago. Sam parece notarlo, porque se separa de mí, y mierda, estoy tan congelado que mi cuerpo no responde a lo que mi cerebro está dictando impaciente. Sus mejillas están rojas, y rápidamente todo su rostro adquiere ese color. Merlín, está tan avergonzada. Se separa de mí y antes de que pueda reaccionar como debería, ella ya se encuentra lejos, muy lejos de mí. Y puedo jurar que sus ojos brillaban

¿Qué mierda acabo de hacer?

Comienzo a caminar con más rapidez entre los cientos de magos que se congregan en el lugar esperando a ver a sus hijos salir del tren, y por Merlín, juro que me muevo tan rápido como puedo, empujado a la gente, pero no la encuentro, joder, no la encuentro. Pienso llamarla por su nombre, pero muy dentro sé que será en vano, probablemente se encuentre lejos, muy lejos.

(...)

Mis pies tocan el suelo, y mi baúl suena metálicamente al chocar contra el suelo, probablemente he roto alguno de los matraces de pociones, pero poco me importa ahora. Las lágrimas caen tibias por mi rostro, oh, he sido tan estúpida al preguntárselo, no sé qué pasaba por mi cabeza en aquellos momentos. Hago levitar el baúl y me adentro en los terrenos, llegando en unos momentos a la puerta principal de mi casa. Esta se abre de golpe mostrándome a un Remus apuntándome con la varita. Gruño e invoco a mi patronus. No tengo muchos ánimos de hablar ahora. Él me deja pasar y subo directamente a mi habitación, dejándome caer en la cama. Ignoro como Remus me llama desde el otro lado de la puerta, no quiero que él entre, quiero estar sola.

Lupin ha logrado romper mi hechizo y entra en la habitación, su ceño está fruncido y la preocupación es palpable en cada poro de su cara. Cierro los ojos y pongo una almohada sobre mi rostro, no quiero que me vea llorar, tampoco. Sin embargo, es de Lupin de quién hablamos, cuando quiere es más testarudo que todo el mundo Mágico junto. Quita la almohada de mi cabeza y me hace rodar en mi cama. Una sonrisa involuntaria se escurre entre mis labios cundo siento que se recuesta a mi lado y nos tapa a ambos con una manta que ha invocado.

-Yo también me siento así, a veces- comienza- Dora con todo este asunto del embarazo es tan jodidamente cambiante que no sé cuánto tiempo duraré, digo ya van cinco meses y siento que la cabeza me va a explotar. Confiaré ciegamente en que no dirás nada de esto.- Una risa sarcástica se escapa por sus labios, pero yo sigo sin hablar- Uhm, sabes que no me gusta involucrarme en tus asuntos privados, pero ¿Está todo bien con Draco?- un gemido involuntario escaba de mis labios. Diablos no, yo no quería que saliese de mi garganta-Samantha, sólo estoy tratando de ayudarte.

-Yo...- mi voz sale a medias, entre molesta e irritada- Estábamos tan bien, ¿sabes? Llevábamos un buen tiempo de estabilidad y yo.... Le invité a cenar esta noche, ya sabes, quizá a Andrómeda le gustaría ver a Draco después de todo este tiempo, pero ni siquiera me respondió.

Oh, definitivamente suena mejor en mi cabeza. Nota mental: Dejar de decir las cosas en voz alta, mi uso de la razón se va desgastando con el paso de los años. Remus suspira y toma una de mis manos, apretándola entre las suyas, intentando transmitirme seguridad.

-Vaya, creo que lo has espantado un poco, ¿no crees?

-¿Qué es lo que dices?

-Bueno, ya sabes. ¿Tú irías a casa de los Malfoy sabiendo que todos ellos son tus enemigos?

-Sí.

-Sam, ambos sabemos que no- soltamos una carcajada- Quizá se sintió intimidado, y hasta quizá no le diste tiempo de contestar.

-No lo sé, Remus. Hoy ha sido un día jodidamente agotador y lo único que quería era pasar una noche agradable con mi novio, pero veo que ni eso soy capaz de obtener

Nuevamente, pareciese que mis pensamientos suenan mejor únicamente en mi cabeza. Remus comienza a reír, y me contagia a mí, aunque no le veo el lado gracioso a todo esto.

-Vamos, deberíamos dormir un poco, antes de que llegue Addison, ya sabes que nos tratará como elfos domésticos para que cuando los padres de Dora lleguen, todo esté listo.

(...)

Son las nueve y media de la noche, y los padres de Dora, ella, mi madre, Remus y yo estamos en el salón de estar, sentados alrededor del fuego, escuchando historias de Ted, el padre de Tonks. Él en estos últimos meses ha estado escondido en los bosques ya que como es muggle, el régimen de Voldemort lo tendría encerrado en Azkaban o lo habrían matado hace tiempo. Pero hace una hora, había mandado a Hestia a buscarlo, y afortunadamente lo pudo traer sin que hubiese inconvenientes en el proceso. Andrómeda y Dora son las más contentas con esto, no le han visto en unos buenos meses. Tonks ya tiene un estomago prominente, y parece muy contenta con ellos. Remus igual.

Mamá está a mi lado y con uno de sus brazos por sobre mis hombros, reconfortándome con el toque. Extraño momentos como estos, vaya, realmente lo hago. Ya cercano a las once, nos disponemos a sentarnos en la mesa para comenzar a cenar, cuando notamos que alguien ha traspasado los límites de seguridad de la casa. No es nadie relativamente extraño, o algún enemigo, porque la casa está bajo Fidelio, y para poder penetrar la barrera es necesario ya haber estado aquí antes, pero como no esperamos a nadie más, todos nos ponemos en guardia. Ted se queda con Andrómeda en la cocina, no podemos arriesgarnos a que él sea visto. Tres golpes en la puerta nos indican que el extraño espera que nosotros le abramos personalmente, por lo que mamá se alisa el vestido y camina hasta la puerta. Yo la sigo de cerca, no la varita disimuladamente tras la espalda, diablos, en estos días no sabes qué esperar. Mamá abre la puerta y suelta un sonido de sorpresa, haciendo que el cuerpo se me ponga en guardia. Remus, a mi derecha pone un brazo tras Tonks, de manera protectora.

-Vaya, hola cielo, pensábamos que no ibas a venir, adelante, siéntete como en casa.

¿Qué? La única persona que se me ocurre en estos momentos es mi padre o mi hermano, pero vamos, mi madre jamás los ha tratado así, de hecho. Abre la puerta completamente y se hace a un lado, dejando a una cabellera rubia y a su propietario a la vista.

Esto no está pasando.

Rápidamente lo apunto con la varita y lo miro con ojos desafiantes, mierda, ¿por qué mamá no lo ha revisado? ¿Y si es un mortifago bajo poción multijugos? Él levanta una ceja y sonríe, pero su sonrisa es triste y ausente.

-Veinticuatro de diciembre, 1994. 7 de septiembre, 1997.

Bajo la varita y miro sus brazos, él viste un terno negro y tiene un ramo de flores y una pequeña mochila colgada tras del hombro. Remus carraspea la garganta y todos caminamos hasta el comedor. Me sorprende cuando él jala mi brazo y une nuestros labios en un tímido beso, sonrío porque sé que la presencia de mi familia lo intimida de cierta forma. Mamá hace aparecer más utensilios de cocina y ubica a Draco en la mesa a mi lado. Andrómeda, efectivamente se ve más feliz de verle, y Draco parece momentáneamente intrigado en saber sobre su tía.

Luego de cenar, nos excusamos para ir a mi habitación, y ahí, recostados y mirando al techo, recibimos a la tercera Navidad en la que estamos juntos. Sus labios recorren gran parte de mi cuello y mi rostro. Parece que nada ha pasado esta tarde en la estación, en estos momentos solo somo él y yo.

Después de todo no es una mala noche.

Can't Hold us (DM-3T)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora