Can't Hold us (DM-3T)

XXXIV

No nos hemos querido ir de la casa de Andromeda desde el día en que el cuerpo de Ted fue encontrado. Había sido un golpe muy duro para ella y Dora, por lo que dejarlas solas- y a Dora en las últimas semanas de su embarazo- no era una opción. Hoy ha sido un día bastante agotador, mamá me ha mandado a limpiar el jardín de la casa de Andromeda y vaya que estaba descuidado. Remus se había paseado llevándome un poco de limonada un par de veces, mejorándome el humor momentáneamente.

Termino de cerrar la mochila y suspiro agotada. Debo volver con mi padre esta noche y aunque no tengo ganas, debo pasar tiempo con él. Bajo las escaleras y me despido de Andromeda y Dora, dándoles un abrazo bastante largo, intentando consolarlas por ultima vez. Beso la mejilla de mamá y de Remus, antes de salir por la puerta principal. A pesar de ya ser primavera, el aire sigue siendo frío y muy húmedo a estas horas de la tarde noche , subiendo la cremallera de mi chaqueta, camino un par de metros lejos de la casa y giró sobre mis talones, viajando a través del espacio y llegando a Atenas cuando allá ya está más oscuro.

William y Chris van a mi encuentro y los saludo cariñosamente. Estar con Dora estos últimos tiempos me ha hecho darme cuenta lo rápido que se puede perder a la gente que te realmente rodea.

Estoy descansando hace ya un par de horas, creo. Me fui a dormir después de saludar a mi padre, realmente estaba muy cansada. Como sea, juro que apenas llevo unas míseras horas de sueño cuando unos gritos en la planta inferior me despiertan. Me pongo en altera de inmediato. ¿Qué está pasando?

Me pongo en pie mientras los gritos siguen llegando, Me he levantado tan rápido que me siento mareada. Sind arle mucha importancia tomo mi varita y bajo las escaleras corriendo, con el corazón palpitando con rapidez y los nervios a flor de piel. La cocina está vacía, por lo que sigo corriendo hasta la puerta principal dónde mi padre está dándome la espalda. Él está alterado gritándole a alguien que se vaya, no alcanzo a distinguir quién es porque la puerta lo está tapando, por lo que sigo avanzando hasta quedar tras mi padre.

Draco está ahí y luce desesperado, sus ojos están casi saliéndose de sus orbitas y su cabello está demasiado desordenado tiene múltiples cortes en la cara, son pequeños y están irritados. Él es mucho más alto que mi padre, por lo que sus ojos me ven con anticipación. Su semblante se relaja notablemente, y sin importarle mucho hace a mi padre a un lado y llega hasta mí. Su piel tirita levemente, entonces sé que es él, sin tener necesidad de comprobarlo. Quizá es porque se ve indeciso entre tocarme o no, entre acercarse a mi o mantener la distancia, quizá porque camina con esa gracia única de él o porque sus ojos pelean entre mostrar lo que siente o no.

-Samantha, vete a dormir- dice mi padre entre dientes, completamente serio. En ese instante, mi hermano aparece por el pasillo y su cara pasa de confusión a seriedad en una milésima de segundo.

-¿Qué está sucediendo?- murmura lentamente, mirando a Draco fijamente, intentando intimidarle.

-Lleva a tu hermana a la cama, Christian- insiste mi padre, yo bufo y niego rápidamente.

-Déjenos solos.

-No- dice mi padre, Chris frunce el ceño, pero no dice nada.

Silbo, haciendo que Hestia aparezca rápidamente, tomo la mano de Draco y cuando mi padre comienza a reaccionar, nosotros ya estamos en los límites de mi casa en Inglaterra. Malfoy parece bastante aturdido, logrando que me preocupe instantáneamente por él. Sacudo mi varita haciendo que mi patronus salga desde la punta, con el paso de los segundos se hace una esfera y se aleja por el oscuro cielo: he avisado a mi madre que nos quedaremos en casa el rubio y yo por esta noche. Él se dispone a hablar, pero niego con la cabeza poniéndole el dedo índice en los labios. Tomo su mano y luego de que él entrelace nuestros dedos, nos internamos en los terrenos hasta entrar a la casa.

-¿Estás bien?- pregunto luego de llegar a la cocina, él está como ido. Mi ceño se pronuncia, me acerco a él y pongo mis dos manos en la parte alta de su cuello, jugando un poco con el cabello que se encuentra ahí, respiro profundamente y hablo suavemente- ¿Draco?

Él parece regresar en si ya que enfoca la mirada en mí examina mi cara detenidamente, deteniéndose en mis labios, su estado comienza a preocuparme.

-Habían… habían dado con Potter y sus amigos- dice, su voz es confusa y tiembla un poco, sus ojos se cierran, como si fuese un recuerdo muy doloroso- pero no estaban muy seguros de que fuera él, porque sabes que Granger es audaz y tra…transformó la cara de cara-rajada. Mamá fue a buscarme a mi cuarto… no quise ni aceptar ni negar que eran ellos.

Una lágrima se cuela por su ojo izquierda, es una, solitaria, que marca un camino de agua en su caída por ese hemisferio de su cara, el dolor es palpable en su voz. Mi pecho comienza a cerrarse, por la preocupación que siento tanto por Draco como por Harry y el resto. Su ceño se frunce y sus ojos siguen cerrados.

-Lo siento tanto- sigue- me demoré demasiado, mi… Bellatrix llegó y…torturó a Hermione. No-no pu-pude dete-detenerla. Harry y Ron salieron del calabozo gracias a un elfo… Bellatrix invocó al Señor Tenebroso- su voz se quiebra en el último minuto y no sé qué hacer- ellos escaparon, por supuesto él no estaba feliz con eso.

Muerdo mi labio inferior víctima de la desesperación, creo saber cómo esto termina y no quiero escucharlo.

-Bellatrix me hizo culpable de todo esto, dijo que estaba protegiendo al enemigo… el Señor de las Tinieblas de divirtió conmigo un rato.

-Draco…

-No, Sam, déjame terminar. Él dijo que si cometía otro error… tú serías la siguiente en pagarlo.

Abre sus ojos, liberando todas las lágrimas que ha estado resistiendo, sus ojos están rojos, surcados de venas y sus ojeras son visibles a por mayor. Hay pánico en sus ojos, sus pupilas se han dilatado y su color grisáceo ahora parece el color de las nubes en medio de una tormenta. Trago el nudo que está en mi garganta y cuando me dispongo a hablar, él se me adelanta.

-Vine aquí apenas pude, pero no había nadie, tu mamá llegó medio segundo después que yo y me amenazó con su varita hasta que confirmé mi identidad. Ella me dijo que no estabas en el país, le conté lo que había pasado y ella armó un trasladador hasta dónde estabas.

Pone sus manos en la línea de mi mandíbula y junta nuestras frentes, sus respiración irregular y recargada de sollozos llega a mis labios, haciéndome cerrar los ojos.

-Necesitaba saber que estabas bien- susurra, la desesperación se ha combinado con el dolor en sus cuerdas vocales- Necesitaba verte a salvo.

-Lo estoy- susurro también- tú también lo estás ahora.

Una sonrisa tímida comienza a expandirse por sus labios, haciéndome sonreír igualmente. Suspira derrotado y se agacha un poquito más, haciendo que nuestros labios se junten suavemente.