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Sigo tirando la pelota contra la pared, una y otra vez, tal y cual lo he hecho este primer mes de verano. No he salido de los límites de mi casa exactamente en treinta días y podría aceptar ante notario de que he perdido la cabeza. Cuando él está aquí, no salgo de mi habitación si es que no se lleva a cabo una reunión, ya que me es suficiente saber que se encuentra bajo mi mismo techo como para evitar tener encuentros desagradables con él, escuchándolo decir por enésima vez que hice un buen trabajo en mi misión en Hogwarts, y que él está muy orgulloso de mí. Y aquello me hace sentir enfermo.
Porque yo sé que él es el único culpable de que las cosas entre ella y yo se hubiesen desmoronado; porque si él no hubiese regresado, no hubiese mandado a mi padre a esa misión en el Departamento de Misterios, si aquello no hubiese pasado, mi padre habría fracasado, y si él no hubiese fracasado no me habrían nombrado mortifago ni me hubiesen dado la misión de matar a Dumbledore, y la tendría a ella conmigo. Ahora.
Había retomado el viejo hábito de recorrer mi casa cuando realmente estaba aburrido, recuerdo que lo hacía cuando era pequeño, y me encantaba, porque siempre encontraba nuevas habitaciones y muchos curiosos objetos detrás de cada puerta; me gustaba perderme entre los pasillos de la casa y hablar con los cuadros, quienes eran mis antepasados, y escuchar las maravillosas historias de tiempos remotos en los que ellos habían vivido. Ahora, por el contrario, no lo hacía con emoción y ansias, sólo lo hacía para perderme un rato, para hacer que el tiempo volase rápido, muy rápido.
De vez en cuando recibía visitas de Blaise, quién me ponía al corriente de las cosas que pasaban fuera de las paredes de mi casa, me resumía todo lo que decía El Profeta y me brindaba de su compañía, aunque la mayoría del tiempo le respondía con monosílabos y de forma grosera, mas aunque no me gustase admitirlo, disfrutaba de su compañía y amaba sacarlo de quicio. También venían Crabbe y Goyle, especialmente cuando sus padres asistían a las reuniones, pero con ellos, a diferncia, no la pasaba tan bien; porque seguían siendo los estúpidos de siempre. Y si me diesen la oportunidad de matar a alguien, probablemente, en estos momentos, los eligiría a ellos.
Si, de eso no hay duda.
Tenía las pocas fotografías que ella me había dado de nosotros, desparramadas en mi cama, había pasado las últimas dos horas viéndolas, segundo por segundo, movimiento por movimiento, podía estar toda la noche haciéndolo. Abajo, en el vestíbulo, se desarrollaba una reunión de la cual no soy participe, ya que sé que ella estará en la boda del hermano mayor de los Weasley, y aunque realmente quiero verla de nuevo, sé que si ella me ve junto a un grupo de mortifagos, me odiaría más de lo que ya- tengo por sentado- hace, por lo que no tengo intenciones de participar. Mi madre no está en casa ya que ha ido a comprar comida para las lechuzas al callejón Diagon, y sé que está pronto a llegar. Sigo jugando con la pelota de goma que he encontrado en una de las habitaciones de la casa, hasta que siento la puerta de mi habitación abrirse y cerrarse rápidamente. Giro mi cabeza hasta ella y veo a mi madre con el rostro más pálido de lo que normalmente es y camina rápidamente con una vasija plana hasta mi cama.
-¿Todo en orden?- le pregunto rápidamente. Ella sin decir una palabra me indica a la vasija y la reconozco segundos después, es un pensadero.
Sumerjo mi cabeza en el objeto y un vuelvo me atraviesa el pecho. Ahí está ella. Sin ese brillo tan particular en ella, con grandes ojeras bajo sus ojos y más frágil de lo que recuerdo, pero al fin y al cabo es ella. Ni siquiera presto atención a lo que el recuerdo de mi madre intenta mostrarme, estoy demasiado absorto mirándola a ella. Extiendo mi mano e intento tocarla, asegurándome que es ella de verdad, pero aquella parte de ella se hace borrosa cuando mi mano atraviesa su codo. Aun cuando ansío quedarme aunque sea unos segundos más para verla por más tiempo, el recuerdo ha terminado y soy sacado de su lado. Al levantar la cabeza, me encuentro con mi madre con la misma
Expresión desesperada en el rostro. Y sigo sin entender por qué.
-¿Ella participa en la Orden?- susurra por lo bajo, haciendo qué mi respiración se corte de golpe. ¿Cómo lo sabe?
-¿Qué?
-Le estaban avisando sobre una reunión, con un patronus, tal y cual como se comunica la orden, Draco. ¿Sabías que ella participaba con la Orden?
Asiento lentamente, mientras fragmentos de la noche en lo alto de la Torre de Astronomía llegan a mi cabeza, mientras Dumbledore me lo decía. Mamá suspiró y pasó una mano por mi espalda, reconfortándome, prometiendome de que no le dirá a nadie. Porque ambos sabemos de que si alguien notifica que ella es parte de la orden, estaría en la lista de personal de Voldemort, y no en la lista bonita, en la lista de las personas que él quiere matar personalmente.
Únicamente sé que ya es de noche, y que probablemente el amanecer está próximo a llegar, pero yo aún sigo sumido en el pensadero, entrando y saliendo de él, viéndola hasta tal nivel, que me sé de memoria lo que está a punto de pasar. Y me hace sentir bien. Porque no había tenido noticias de ella en un mes, y estar frente a ella- aunque fuese de esta rara manera- me quitaba un peso de encima, me recordaba de que ella estaba bien, que no tenía ningún rasguño, que nadie le había hecho nada, que seguía tan linda como la recuerdo.

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Can't Hold us (DM-3T)
Fiksi Penggemar*Tercera Temporada* La muerte de Dumbledore fue un factor importante en esta Segunda Guerra Mágica. La inseguridad se cierne sobre la población. El actual Ministro de la Magia ha sido asesinado y Voldemort tiene el Ministerio a su merced, tal y cuál...