XIII

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(...)

Podría estar cuestionándome por qué estoy aquí en estos momentos todo el viaje hasta Hogwarts. Luego del golpe, había estado unos seis días en completa soledad preguntándome si volver al colegio era un completa pérdida de tiempo. Ver la cara de Zabini, Crabbe y Goyle cuando me senté con ellos en el vagón fue épico. Creo que hace un buen rato que no me reía tanto. Mis padres me habían venido a dejar y tras una rápida despedida y un “nos vemos en Navidad”, me subí al tren. Mi mano tamborileaba constantemente en la ventana, tenía tantas ganas de verla que cada segundo ardía como el infierno en mi pecho. Las hermanas Greengrass se nos acercaron, pregúntanos si podían acomodar con nosotros, ya que Pansy andaba especialmente desagradable y no les apetecía viajar con ella. Zabini, rápido como una cobra le hizo un espacio a Daphne a su lado, haciéndola sonrojar. Astoria se ha sentado a mi lado y hemos conversado un rato. En el verano hemos coincidido un par de veces, cuando hacía mis paseos en Agosto, y la verdad es que es una muchacha bastante agradable, pero nadie se compara a ella.

Un murmuro general absorbe al tren y entre nosotros nos miramos confundidos. Aún no estamos ni cerca de Hogwarts y el tren está completamente detenido. Zabini ve detrás de mí y asiente suavemente, mientras se levanta y se marcha del vagón sin antes regocijarse de su puesto.

-Tarea del Premio Anual- le guiña un ojo a Daphne y sale por la puerta. Me giro para ver a quién le ha asentido pero, aparte del moreno, no hay nadie en el pasillo.

Sigo tan metido en cómo reaccionará ella al verme que no me percaté de que Blaise volvió a sentarse ni que Astoria me está hablando hasta que Goyle pasa una mano frente a mi, despabilándome. Parpadeo un par de veces antes de girar el rostro hasta la menor de los Greengrass, quién respira pesadamente y rueda los ojos.

-Te he preguntado si vas a jugar quidditch este año.

Le dedico una sonrisa y me encojo de hombros.

-Supongo que si, me han escogido capitán este año.

Todos parecen satisfechos con la respuesta, y hablan entre ellos sobre lo bueno que es que me hayan dado el puesto, mas no participo continuamente en el conversación. Lo único que se en estos momentos es que ella está en este tren en estos momentos, luciendo la misma insignia de Premio Anual que Blaise tiene en su pecho. Me estoy aguantando las ganas de recorrer todo este puto tren para encontrarla y suplicarle por su perdón, decirle que la amo, que siempre lo hice, suplicarle de rodillas que vuelva conmigo, que podemos empezar de nuevo, pero me aguanto, porque no estoy dispuesto a escuchar otra respuesta que no sea un “sí” y dudo bastante que me lo de ahora, en un tren, rodeado de cotillas que estarán más que dispuestos a escuchar cada palabra que saliese de nuestras bocas para luego comentarlo entre ellos y distorsionar la historia. Ni hablar de la posibilidad de que ella me mande a volar y me de la cachetada que tan merecida me tengo. Tengo la otra opción de meterla en un vagón vació y encerrarla ahí hasta que me escuche todo lo que tengo que decirle, pero conociéndola, va a encontrar una manera de escabullirse. Por lo que ahora estoy usando toda la fuerza de autocontrol, que mágicamente ha aparecido entre mis venas y me mantengo sentado, hasta que Hogwarts se ve en el horizonte y cambiamos las ropas por la típica túnica de gala.

(...)

El corazón me va rápido e irregular, y no sé a qué atribuirlo. Quizá puede ser por el hecho de que los mortífagos habían detenido el tren buscando a Harry, porque a Seamus casi le da un ataque de ansiedad cuando se enteró que Dean no vendría a este año ya que era nacido muggle, y que ahora estaba refugiado en los bosques, o porque él estaba aquí.

Eran cerca de las siete y pico de la tarde, cuando llegamos finalmente a la estación de trenes de Hogesmeade. El sol se había ocultado casi por completo, por lo que el andén se encontraba iluminado por farolas que flotaban solas y la linterna de Hagrid, quién como todos los años, estaba guiando a los de primero hacia la orilla del Lago. Mientras que el resto de los estudiantes nos acomodábamos en las carrozas tiradas por los ya conocidos y extraños caballos alados.

Seamus a mi lado, conversaba con Neville y Lavander, mas por mucho que lo intentaba no lograba centrarme en lo que decían, mi mente estaba en el vaivén de aquellos rubios cabellos y su propietario, no había tenido el valor necesario para hablarle, es más, cuando mis pies se dignaron a hacerle caso a mi cerebro y me sacaron de aquella sección, había una parte de mi dolor que se había marchado, lejos muy lejos. Con cada segundo que pasaba, el pecho me pesaba menos, el corazón se me sentía mejor. Todos aquellos meses de pesar e incertidumbre se veían ya muy lejanos, escondidos, atrapados en cajas que estaba dispuesta a olvidar.

“Somos adictos a lo que nos destruye.”

(…)

Todos esperábamos que este año fuera diferente, sin Dumbledore, con Voldemort en el Ministerio, sin Harry, con muchos alumnos menos, con una guerra entre nosotros, con tantas cosas que se repetían después de diecisiete años podíamos haber estado preparados para todos, menos… para que Snape sea el director del colegio. Verlo sentado donde Dumbledore lo hacía, analizando cada estudiante que estaba en el Gran Salón, dando un discurso escueto y demasiado… Snape, con nuevos profesores como los hermanos Carrow, dos mortífagos que impartirían “Artes Oscuras” y “Estudios Muggles”, con castigos cavernícolas y abusivos para los alumnos que violaran las normativas, que no respetasen a sus profesores o mostrasen conductas pro-Dumbledore.

Entre la mesa de Gryffindor todos los alumnos de cuarto para arriba compartíamos miradas cómplices, sabíamos que especialmente nuestra casa sufriría los castigos ya que particularmente Snape sentía un gran odio hacia cada uno de nosotros. Me había sentado de espaldas al resto de las mesas, porque aún no me sentía lista para verle de nuevo, necesitaba una noche más, un  poco de tiempo extra, minutos sin su abrasadora presencia para poder pensar en qué sería de mi esta vez, si es que caería ante esas posas de plata líquida nuevamente, si estaba dispuesta, realmente, a escucharlo.

(…)

Los prefectos de Gryffindor están dirigiéndose con los de primero hacia la Torre de Gryffindor, mientras los cuatro alumnos que quedamos de  séptimo caminamos más atrás, mirando el suelo y sin dirigirnos la palabra. Estamos cruzando el segundo piso, cerca de los baños cuando mi vejiga hace acto de presencia y me detengo.

-Debo ir al baño- murmuro, haciendo que mis acompañantes se detengan.

-¿Quieres que te acompañe?- preguntó Lavander, le niego suavemente.

-No, gracias. Adelántense, nos vemos en la sala común, la nueva contraseña es “Pamplinas”.

Los tres asienten y se pierden entre los pasillos del castillo mientras yo me adentro en el baño. Cierro los ojos mientras recuerdo como en primer año, en este mismo baños, Hermione fue casi atacada por un Troll. Se hace tan notable la ausencia del trio aquí en Hogwarts, que comienzo a maldecirme por no haber pasado más tiempo con ellos.

Voy saliendo de los baños, cuando algo largo me tapa la visión y me aprisiona contra la pared suavemente. Por un momento pienso que es Snape y me aterrorizo, pensando en que estar sola en los pasillos es lo suficientemente sospechoso para él, y cierro los ojos con fuerza esperando a que me diga que recibiré una dotación de Cruciatus para enderezarme, un gruñido sale de la garganta de mi captor, y se me hace tan irreal, tan conocido, que al abrir los ojos, mi corazón pega un brinco. No es Snape quién me tiene, es él

*Halo, :c Disculpa la demora: entre la muerte de Cerati y Joan, la última semana de pruebas, la semana de aniversario de mi colegio, la preparación para mi gira de estudios y que mi novio se haya ido de Intercambio, me ha quitado las ganas y el tiempo de hacer un buen capítulo. In fact, lo tuve que reescribir un par de veces porque no me gustaba como estaba estructurado. Espero que les agrade, y mañana si o si les subo otro.

Can't Hold us (DM-3T)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora