XVIII

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Maratón 2

Me quedo estática en el lugar, sin saber muy bien que hacer. Alecto vuelve a guardarse la varita y me mira expectante.

-Nos veremos en la cena- susurra antes de darse media vuelta y perderse entre los fríos pasillos.

Camino tan rápido como mis pies me lo permiten metiéndome de lleno en la sala común de Gryffindor. Busco a Seamus con la mirada y lo encuentro sentado en una butaca con Neville y Ginny, casi en la parte más alejada y poco transcurrida de la sala. Me acerco a ellos, me  escurro con rapidez entre sus brazos y descargo mi miedo en su pecho, en forma de húmedas lágrimas.  Finnigan sin saber muy bien que hacer, me aprieta entre sus débiles brazos, intentando darme un consuelo que nunca llegara a ser suficiente.

-Es mi turno- susurro con la voz entre cortada- es mi turno en la lista de castigos.

Seamus se tensa, al igual que Neville. Ginny suspira con fuerza y niega con la cabeza.

(...)

La hora de la cena por fin ha llegado y me obligo mentalmente a arrastrar los pies fuera de la sala común con destino al Gran Salón, porque se que huir es peor. Porque ellos lo harán peor. Se que todo esta mal cuando antes de llegar a la puerta del comedor, una gran cantidad de gente esta aglomerada, hablando entre susurros los unos con los otros. No bien me pongo tras unos estudiantes de Hufflepuff cuando la voz de Alecto calla a todas las demás. Y, a pesar del miedo que siento, me mantengo firme, con el rostro en alto y la espalda derecha.

-Fudge, pasa adelante.

Firmemente hago caso, abriéndome paso entre los estudiantes, con la insignia de Premio Anual brillandome en el pecho, llegando al frente de la nueva profesora de estudios Muggle. Escaneo con la mirada el grupo de alumnos que me rodea y distingo a Draco, quien me esta mirando fijamente con la misma oscuridad de hoy en la mañana adornando su rostro.

-Solo con intención de refrescar su memoria les recordamos la imposibilidad de diambular por los pasillo en toques de queda,  y por consiguiente, seas quien seas, la sanciones por quebrar las reglas se mantienen iguales.

Me preparo respirando profundamente, intentando pensar en otras cosas, porque se que lo que sentiré a continuación no tiene comparación. Mi mente divaga a Draco, por lo que cierro los ojos, justo en el momento en que Alecto levanta su varita en mi dirección. Pienso en lo calmante que era sentir su mano en mi cabello, desenredando los posibles nudos que puediese tener.

-Crucio-

Ni todo el entrenamiento recibido en Grecia con este maleficio me hubiese preparado para el dolor que recorre mis venas. Alecto parece poner tanto empeño y odio en el hechizo que rápidamente siento mis rodillas doblarse bajo el peso y dolor, haciéndome golpear el suelo con mis rodillas. Mas ningún ruido sale de mis labios, ni ninguna lagrima cae de mis ojos cerrados; porque el dolor es mío y no daré la satisfacción a los Carrows de compartirla.

Intento pensar en los labios de Draco rozando los míos, sus dedos entrelazados con los míos, pero su compañía me parece tan lejana, que lo único que veo es mi cuerpo entumecido comenzando a darse por vencido. Cuando el hormigueo parece irse, un pequeño alivio me llena, para luego ser reemplazados por querer arrancarme la piel; han vuelto a lanzar una maldición contra mi. Respiro más profundamente,  intentando serenar mi semblante, porque no quiero dar a mi oponente la satisfacción del dolor que llevo dentro. Para contener el grito que esta naciendo en mi garganta, muerdo el interior de mis mejillas, con tanta fuerza que inmediatamente siento el sabor metálico de la sangre en mi lengua, bajando por la garganta.  Estoy sintiendo como el cuerpo se me adormece y la vista se me nubla.

-Basta- habla la serena voz de Snape.

Siento la abrumante corriente de dolor alejarse de golpe, dejándome únicamente con el cuerpo adolorido. Levanto la cabeza abriendo los ojos con bastante dificultad y veo a Snape a unos cuantos metros míos, mirando a Alecto fijamente.

Draco esta a su derecha.

Este me mira fijamente, veo su cuerpo tenso completamente, su mandíbula esta trabada y sus puños están recogidos al final de sus brazos, con tanta fuerza que los nudillos se ven grisáceos. Me desdoblo y con rapidez me pongo de pie, pasando la mano derecha por mis rodillas, comprobando que un poco de sangre se escurre por aquella parte, gracias a la caída.

-Vayan al Salón- termina de gruñir el nuevo director, haciendo que la mayoría de los alumnos se muevan luego de lanzarme una última mirada, además del ruido de sus pasos, oigo como están comentando lo sucedido.

Sin embargo hay seis alumnos que se mantienen en la escena y tres de ellos se adelantan hasta mi lado. Ginny, Neville y Seamus. Este último me mira con preocupación, poniendo una de sus manos por el medio de la espalda, ayudándome a seguir en pie.

Zabini, Draco y el pequeño James se quedan un poco más atrás y miran la escena con el rostro fruncido, le sonrió a James intentando mostrarle que estoy bien. Por lo que Zabini lo lleva nuevamente hacia el comedor. Ginny y Neville luego de preguntarme si estaba bien y si quería algo, también se marcharon a cenar. Por lo que ahora solo quedan Seamus y Draco.

Finnigan lo mira a él y luego me mira a mi, dudoso de su siguiente paso. Él ha estado todos estos días escuchándome llorar por un platinado frío y distante, que hasta ignoraba mi presencia, por lo que ahora esta tan confundido como yo.

Me sonríe y luego de besar mi frente- gesto que hace que Draco suelte un muy audible bufido- nos deja solos, abriendo la puerta del Gran Salón y perdiendose entre las puertas de roble . Y no se que hacer realmente.

Como no intenta acercarse, y mi paciencia se encuentra al límite, intento dar un paso para irme a la sala común de Gryffindor, mas mis rodillas fallan y cuando estoy cercano a volver a golpearme con el suelo, Draco se encuentra rodeando mi cintura con uno de sus brazos, evitando mi caída.

La piel bajo la túnica parece tener vida propia, pues comienza a sentirse  viva nuevamente, como su nunca hubiese sido torturada. Sin embargo se aleja de mi antes de que yo pueda seguir disfrutando de su toque, provocando que un gemido salga de mis cuerdas vocales, completamente secas. Al mirarlo su ceño se ve fruncido, dejando entrever la pelea interna que esta teniendo.

Luego, lentamente comienza a acercar sus manos nuevamente a mi cintura, tiene sus recesos, tiene sus acercamientos hasta que por fin rodea aquella zona y me toma en brazos, dejándome suavemente sobre su espalda. Un par de gemidos de dolor salen de mi boca, los músculos contraídos arden y lo único que quiero es poder llegar a una cama donde reposar.

Finalmente estamos frente al Retrato de la Dama Gorda, y Malfoy me baja de su espalda y toma distancia de mi, haciendo que las lágrimas se acomulen de golpe en mis ojos. Lo veo morderse el labio y sacudir su cabello, frustrado, nervioso.

Pronuncio la contraseña y el retrato se abre, lo miro una vez más e intento  acercarme más a el, y lo que termina pasando es algo que en mis mejores sueños imagine. Draco cruza el retrato conmigo y se adentra en la sala común, junto a mi, a mi lado.

Can't Hold us (DM-3T)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora