[3 días después...]
Sábado por la mañana.
Estos tres días han sido algo, ¿Extraños? Desde el evento con Carlos él ya no me molestaba, pero, tampoco me trataba bien, es como si quisiera evitarme, y no sé, solo era extraño, ya estaba acostumbrada a pelear, aunque no me agradaba, me había acostumbrado a eso, y eso que pasó en su habitación y lo que he venido sintiendo desde algunos meses para acá que no sé que es y no quiero descifrar ha rondado mi cabeza, no sale de allí, ni eso, ni él, no tengo la mínima idea de porqué si es un imbécil y se supone que me cae mal, pero, no lo sé, solo mi mente lo reproduce a él con su sonrisa arrogante, con su maravilloso cuerpo, él y solo él.
Desperté ya que el olor a café inundaba mi cuarto y mis fosas nasales a la vez, aún no tengo ni idea porqué el olor se acumula tanto en mi cuarto, pero, en fin, luego de hacer mi rutina decidí bajar, había café hecho justo como sospeché y como claramente describía el olor que acaparaba mi habitación, tomé una taza y me serví un poco allí, estaba todo encendido pero, no había nadie, me quedé parada con mis codos afincados en el mesón, con la taza entre mis manos a la altura de mi boca haciendo que el vapor chocara delicadamente con mi nariz y su aroma acariciara mis fosas nasales.
Mmm, olía genial.
Tomé un sorbo, y sabía el triple ¿Qué le habían echado a esto? Sabía increíble.
Estaba allí con la taza de café pensando muchas cosas, o bueno, ¿A quién engaño? Porque sé que a mi misma no lo hago, en él.¿Por qué pienso tanto en él, Dios mío?
Cerré mis ojos por un momento tratando de eliminarlo por enésima vez de mi mente y los abrí de nuevo, y lo vi, vi a Carlos bajando las escaleras frotando sus ojos y bostezando a la vez, es tan lindo.
Él pasó detrás de mi sin siquiera mirarme, me ignora, de nuevo, me ignora aún, escuché como sacó una taza y se sirvió lo que pienso es café, luego dio la vuelta y se sentó en una de las sillas que estaban frente a mi, yo seguía en mi postura, con la taza en mis narices y él solo miraba el café como si estuviese recordando algo, sonrió y me quedé sin aliento, sonrió genuinamente, sonrió diferente, era él sonriendo como jamás lo había visto, quería tener mi celular para capturarlo en una foto en este preciso instante, pero, no podía.
Luego agitó su taza en círculos y luego bebió un largo sorbo cerrando los ojos, disfrutando de su maravilloso sabor, supongo, colocó la taza en el mesón, y abrió los ojos y... me vio. Me vio colocándome nerviosa y eso hizo que desviara la mirada apenada sintiéndome más avergozada.
—¿Espiándome de nuevo, bestia?
¿Él no estaba evitándome?
—No estaba espiándote, estaba frente a ti imbécil.
—¿Desde hace cuánto?—Me miró confundido.
—Desde que bajaste.—Dije con obviedad.
—¿En serio? No te vi.
¿Ni siquiera notaba mi presencia? Un momento, ¿Y por qué me importaba que me notara? Aún peor ¿Por qué mi corazón se comprimía como si sintiera tristeza?
—Entiendo.
—Oh, no, oye, no quiero decir que no noto tu presencia, me refiero a que...—Intentó explicar como si leyera mis pensamientos.
—No hace falta, tampoco es que me afecte o algo.—Intenté convencerlo a él y a mi.
—Bueno, me refiero a que estaba distraido. Y no te culpo por espiarme, sé que soy humanamente irresistible.—Sonrió con arrogancia.
¿Solo no podía dejar eso a un lado? Lo del "Espionaje." Y su estúpida arrogancia.
Puse los ojos en blanco.—¿Sabes? No eres la única que espía.
¿Acaso alguien más espíaba? No, es decir, ¿Alguien espíaba? Porque está claro que yo no lo hacía.
—¿Qué quieres decir con eso?—Coloqué mi taza a un lado.
—No lo sé, dime tú.—Reconsideró.—Pero, no lo digas ahora. El café estaba bueno ¿Verdad?
—Demasiado, no sé quien lo hizo o lo compró pero sabe a Dios mío, con gloria y mi amor juntos.
—Oye no, no sabe a mi.—Sonrió arrogante de nuevo.
Volteé los ojos.
—Es broma, es broma. Lo hice yo.
—Mentira.—Pronuncié de inmediato.
—Lo juro.
No le creía, pero, lo juró.
—¿Qué le echaste? Sabe... increíble.
—Gracias, sé que lo soy.
—¡Deja de ser tan arrogante de una vez por todas!
—No, a ti te gusta que lo sea.—Se encogió de hombros.
—¿Qué te hace pensar que si quiera me gusta algo de ti?—Enarqué una ceja.
—Te encantó mi café.—Se encogió de hombros nuevamente.
Punto para Carlos. Él tenía razón.
—Okay, pero, eso no significa que me guste tu arrogancia, es todo lo contrario.
—Lo sé, por eso lo hago.—Relamió sus labios.
—Eres tan insoportable.
—También sé eso.—Contestó obvio.
—Lo sabes todo entonces, ¿Qué más sabes?
—Que te mueres por mi.
—Reí sarcasticamente.—¿Si? Que iluso eres.
GABRIEL.
La he evitado, ignorado, la he vuelto un cero a la izquierda y no ha funcionado para mi, ha hecho todo lo contrario de lo que quería que pasara.
—Es verdad, yo nunca me equivoco.
—Acabas de hacerlo. ¿Por qué crees que moriría por ti?
—No lo entenderías.
Porque ni yo lo hago.
—Puedo hacerlo, no soy bruta, es decir, no me dicen Carlos Gabriel.
—Por alguna razón no me molesto, simplemente reí.—Pasada.
—Se encogió de hombros.—Digo la verdad.
Me levanté de la silla y di la vuelta hasta ella, ella se incorporó y nos miramos fijamente a los ojos, pude notar algo diferente en los suyos, no podría decir qué es realmente, pero, se le ve malditamente precioso, solo el ver sus ojos hace que mi corazón lata sin ningún temor de detenerse, imaginen qué pasa cuando la tengo cerca, y se pone mejor y peor a la vez cuando la tengo cerca y la miro a esos ojos verdes que tanto... bien, ya.
—¿Qué pasa?—Cuestionó.
Me acerqué más a ella notando como se ponía nerviosa.
—C-carlos, me asustas.—Trastabilló claramente nerviosa.
—¿Te asusto o te pongo nerviosa, bestia?
Tragó grueso, pero, no respondió.
Disminuí mucho más la distancia, podía sentir su respiración chocar con la mía, la acorralé contra el mesón. Miraba sus labios ahora, carnosos labios rosados y jugosos que ya había probado y no negaré que moría por hacerlo de nuevo, mis labios la querían justo ahora.
Maldición, no, no sólo la querías, era mucho más que eso.
La exigían.
—Bésame.—Susurré.
Y yo también lo hacía.
—¿Qué?—Dijo casi inaudible.
—Bésame.—Susurré de nuevo.
ESTÁS LEYENDO
Solo una venganza.
RandomNo todo es lo que parece. No todo lo que parece malo es realmente malo. No todo lo que parece bueno es verdaderamente bueno. Puedes sentir el mismísimo infierno estando en el jodido y perfecto paraíso. Puedes conseguir la belleza en una maldita best...