12: Aclarando mentiras o descubriendo verdades.

227 23 0
                                    

GABRIEL.

Me despierto y lo primero que se hace notar es un fuerte dolor de cabeza, seguido por un mareo, y el vómito más atrás, trago esa asquerosidad y me doy cuenta de que tengo la garganta compretamente seca, abro finalmente los ojos y los cierro de nuevo por la claridad que hay, pongo mi mano a la altura de los ojos para adaptarme a la luz, y ya adaptado la bajo.

Estoy en mi cuarto, pero, si hasta donde yo sé estaba en el patio, ¿Qué rayos hago aquí? ¿Quién me trajo o cómo vine? ¿Qué hice anoche? ¿Con quién estuve?

Es desagradable no recordar nada, así que me esforcé por hacerlo.

¡Claro como el petroleo!

¡Gimiendo!

Punta helli colo.

¡Te odio!

¿Dijiste que gusto?

Aquellas palabras azotan mi mente de forma repentina intensificando el dolor de cabeza.

Dios mío, ¿Qué hice? Puro recuerdos vagos hay en mi mente, y creo que dije algo que no me conviene, o no debí haber dicho. ¡Demonios!

—Despertaste.—Entró Kylie sonriendo.—Levántate, aquí te traje el almuerzo y una pastilla para que se te quite el dolor de cabeza que supongo que tienes.—Colocó la bandeja en mesita de noche.

—¿Es en serio?—Dije sentandome en la cama.

—¿Qué?

—Tan mal que te traté, a ti, a todos últimamente, ¿Y haces esto por mi?

—Algo debes tener Gabo, yo no soy quién para juzgarte.—Se encogió de hombros.

—Tan solo si así fuese tu prima.—Susurré para mi.

—¿Qué?

—No nada, gracias. Oye, ¿Sabes quién me trajo para acá o si me vine solo?

—No creo que te hayas venido solo porque estabas muy ebrio, pero, si sé que yo no te traje, preguntale a los demás.

—Ah, ¿Puedes decirle a Nelson y a Victor que vengan?

—Claro, yo le digo a Torvic.

—Y a Nelson.—Le subrayé.

—No, él que se entere solo.

—¿Pelearon?—Reí.—Ay.—Me quejé.—Mi cabeza, y la de arriba por si acaso.

—Ríe.—Algo así, pero, bueno, da igual, yo le digo a Vic y que él le diga a Nelson.

—El fin del mundo, ¿Ustedes? ¿Pelear? Quién lo diría.

—Que te puedo decir.—Se encogió de hombros.

Ella salió y fui al baño, hice mi rutina y me senté a comer, ah, por cierto, es pasticho.

—¡Bro, estás vivo!—Exclamó entrando.

Solo una venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora