EPÍLOGO.

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[Dos años después...]

SKYLER.

Recuerdo como si fuera ayer el dolor, la angustia y la desesperación que sentí después de aquella llamada.

Me había abalanzado a los brazos Carlos sin saber qué hacer. Salimos lo más rápido posible de la isla llamando a aquél señor por celular el cual era el vigilante y él nos sacó de allí en un dos por tres. Cuando llegamos al puerto, nos bajamos de la lancha corriendo hasta su camioneta, no nos importaba mojar el carro, ni dejar mi carro allí, y ni siquiera me interesaba el dolor intenso de mis cortes.

Recuerdo que la angustia inundaba mi pecho, la preocupación me abordaba de una manera impresionante y el mal presentimiento estaba presente en todo momento.

Si algo le pasaba a mi pequeña yo moriría. Kylie era mi bebé, y eso nadie nunca iba a poder cambiarlo.

Recuerdo que Gabriel me mandó a buscar unos manos libres para que se los colocara a su celular, me mandó a buscar un contacto en su teléfono y a marcar. Le había preguntado que qué era lo que hacía y me había respondido:

—Creo que sé que les pudo haber pasado.

Habló unos minutos por celular mientras manejaba, su conversación a lo que yo podía percibir se escuchaba así:

—¿Qué trabajo hicieron hoy?—Preguntó firme.— ¿Cómo que no trabaron hoy si en ese negocio se trabaja todos los días?—Aguardó unos segundos mientras mantenía la vista fija a la carretera.—¿Cuantas victibaby's llevaron hoy?—Aceleró considerablemente.—Muy bien.—Parecía que estuviese felicitando.—Y dime, Lara. ¿Cuántos secuestros han ejecutado hoy?—Preguntó con sorna.—¡¿Como que ninguno?!—Apretó el volante con sus manos.—¡No te creo una mierda!... ¡Pues a mi no me interesa que a ti no te interese!... ¡Víctor Javier Lara Gutiérrez es muy importante que me digas cuántos secuestros ejecutaron hoy!—Se veía ya desesperado.—No te creo ni la primera sílaba de lo que dices, claro que sabes qué ha pasado y cuáles son los planes en este mes, vives en esa maldita mansión de mierda... ¡Púdrete!—Dicho esto se quitó los audífonos de manera brusca.

Para ese punto ya yo me encontraba temblando con temor.

¿Acaso habían secuestrado a Kylie?

—Bestia, necesito que seas fuerte, ¿Si?

—Me mordí el labio inferior nerviosa, tragué saliva para poder hablar.—¿Al...algo malo pasó?

Yo sabía que algo malo había pasado, pero, tenía un 0,5% de esperanza de que no fuese así, ¿Y saben qué? Me aferraba a esa mínima cantidad como no tienen una idea.

—No voy a mentirte, Sky. Todo indica a ser un secuestro.—Sin poder evitarlo mis ojos se cristalizaron.—Los siguieron, los acorralaron y se los llevaron, bestia.

A este punto ya las lágrimas corrían por mis mejillas.

Recuerdo que me puse a temblar como nunca, grité hasta desgarrar mi garganta, le pegaba a cualquier cosa que tuviese en frente, lloraba sin parar, apretaba mis puños de la impotencia, recuerdo que me empezó a costar respirar. Todavía danzan en mi mente las palabras de Gabo diciéndome que me calmara, palabras de aliento, palabras para que estuviese mejor que no funcionaron. Él se estacionó a un lado de la carretera para intentar tranquilizarme, pero, por el contrario me puse peor.

Lo último que recuerdo es haber gritado al cielo que por favor me los regresaran, que no les hicieran nada malo, que nada les pasara y que pudiéramos encontrarlos, porque si, no solo me importaba Kylie, sino que también Nelson me importaba. Luego de las súplicas a Dios y el llanto en media carretera todo se tornó negro, y no supe más de mi.

Solo una venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora