1: ¿Intruso?

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SKYLER.

—Hemos llegado.—Dije apagando el motor del carro.

—Por fin.—Suspiró Kylie.—Nos tardamos tres horas, más la hora donde te perdiste, ya siento que me quedé sin nalgas.

Kylie, mi alocada, extraña, y fastidiosa prima. Tiene 17 años, solo nos llevamos meses, y es lo único que de verdad quiero en este mundo, además de otras dos cosas, pero, Kylie es la única persona que me atrevería decir que amo, aunque, no se lo digo mucho, y tampoco estoy segura de que esa chica esté conciente de ello.

—¿No puedes ser más sutil?—Le pregunté.

—Dije que me quedé sin nalgas agradece que no dije cu...—

—¡Suficiente! Ya entendí el punto, sé que es lo más sutil que tu cerebro te permite expresar a través de tu boca.

—Deja de hablar así, sé que no te gusta, no tienes a nadie a quién impresionar.

—¿Nos quedaremos aquí a hacer un debate de mi castellano y como me expreso o nos bajaremos a ver nuestra nueva casa?
Si, ella y yo nos mudamos juntas a tres horas de nuestra antigua casa.

—¿Ver?—Ríe sarcasticamente.—ya la vimos, prima.

—Rodé los ojos.—Vamos a bajarnos y ya.
Quité mi cinturón, abrí la maleta del auto y nos bajamos.

Solo traemos nuestra ropa ya que la casa está equipada. Nos dirigimos a la maleta y sacamos las maletas—Valga la redundancia.—Cerré eso y nos dirigimos a la puerta principal, saqué las llaves y...

—¡Espera! Solo antes de entrar debes prometer algo.—Me detuvo Kylie.

—¿Qué?—Coloqué mis ojos en blanco.

—Debes dejar de hablar como lo estás haciendo.

—Así nos instruyeron tus padres representa ética según los que te dieron la vid...—

—Me interrumpió.—Ya sé, pero, no estamos con mis padres, y siendo claras jamás nos gustó hablar y decir treinta mil palabras cuando podemos decir una, así que ya basta. ¿Por qué hablas así si no te gusta?

—Fui a la única a la que le echaron cera de vela en la lengua, por eso.

Si, lo hicieron, porque a mis 14 años hablaba como Kylie ahora, y aún lo hago, solo que en mis pensamientos.

—Porque eres bruta, debías hablar así solo frente a ellos.

—Cállate.

—Promételo.

—¿O si no qué?—La reté.

—Kylie resopló fastidiada y volteó los ojos.—Sabes que no eres tú hablando así, pero, allá tú si quieres seguir demostrando algo que no eres.—Se encogió de hombros.
—Si eres exagerada.

—Realista, que es diferente.

—Prometo eso chica.

—¡Amén!—Rió.

Reí, abrí y entramos para encontrarnos con vasos, algunas chucherías y un mini desastre en la pequeña mesa que está frente al televisor de la sala.

Solo una venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora