Llegué a la casa después de escribirle a Gabriel, me encuentro en frente de la puerta de su cuarto.
Me siento como nerviosa, no sé si decirle o no, bueno, realmente lo que no quiero es arrepentirme luego de esto.
Mi corazón martillaba mi pecho, cambiaba mi peso de un pie a otro, jugaba con mis dedos dandole pequeños golpecitos a la caja y me recordaba mentalmente el porqué hacía esto para tener más fuerzas y más ganas de hacerlo. Me mordí el labio inferior y con la caja donde se encontraba la prueba en mis manos me dije a mi misma:
"Debes decirlo, debes hacerlo, esto es lo último que debes hacer antes de denunciarlo y por fin podrás estar libre de la venganza que te ha atado al pasado todo este tiempo."
Entonces tomé aire sostuve la caja con una mano detrás de mí y toqué la puerta.
Uno.
Dos.
Tres golpes con la madera.
—¡Entra!—Exclamó desde adentro.
Abrí, pasé y cerré la puerta con mi pie.
Todo estaba absolutamente frío y oscuro, lo único que alumbraba era la televisión, Carlos estaba comiendo.
—Hola, hermosa.—Me saludó con una sonrisa.
—Hola.—Caminé y me senté frente a él en la cama.—¿Qué comes?
La verdad no sabía cómo decírselo, planeé todo en el carro, pero, por más que lo planees cuando sea la hora, jamás saldrá como lo tenías previsto.
—Comía.—Colocó el plato ya sin nada en la mesita de noche.—pan, porque mi novia no me dejó comida.—Dijo un poco divertido.
—Ah, si, perdón.
—Tranquila, supongo que es porque te has sentido mal y la cosa, por cierto, ¿Cómo sigues?
Su mirada se ancló a la mía y por unos segundos su pregunta se fue haciendo lejana hasta el punto que en las palabras se quedaron en el aire, sus ojos se comunicaban con los míos por si solos, sus ojos tenían un brillo tan hermoso, estaba idiotizada con ellos, su color de ojos tan espectacular me tenían inmersa en ellos. Y de repente mi corazón comenzó a latir desbocado; no sabía la razón de esto, pero, mi corazón cabalgaba dentro de mí, algo me pedía a gritos que parara con todo esto, pero, por más que yo lo desease no podía hacerlo, es decir, ya estaba avanzada en todo esto, no había llegado tan lejos para dejarlo, además... él se lo merecía, claro que sí.
Maldita sea, sus ojos.
Sin duda me encantaban sus ojos, y la forma en que me mira con ellos.
Y entonces me sentí tan estúpidamente feliz por un microsegundo, por la forma en que me miraba, y porque se estaba riendo tan lindo mientras lo hacía. Por ese pequeño tiempo se me había hasta olvidado que él era el asesino.
El asesino.
Él.
El asesino de mis padres.
Él.
Cerré mis ojos fuertemente y agité mi cabeza para volver a concentrarme mientras esperaba que mi corazón tomara su ritmo normal.
—¿De...—Carraspeé.—de qué te ríes?
—Niega con la cabeza sonriendo.—Me encantan tus ojos Skyler, y la manera como me miras con ellos.
Entonces se paró el tiempo. Yo había pensado eso, era imposible que él lo hubiese hecho también. Ok, no, no era imposible porque lo hizo, pero, ¡Por Dios! Además, a él no le puede encantar como lo miro porque estoy segura de que lo veo con odio.
ESTÁS LEYENDO
Solo una venganza.
De TodoNo todo es lo que parece. No todo lo que parece malo es realmente malo. No todo lo que parece bueno es verdaderamente bueno. Puedes sentir el mismísimo infierno estando en el jodido y perfecto paraíso. Puedes conseguir la belleza en una maldita best...