20: Entrando a la perdición.

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SKYLER.

Me bajé del carro y comencé a correr en dirección a la última parte del estacionamiento ya que tener esa "conversación" con Carlos me quitó tiempo, aunque debo admitir que se siente bien hablar con él sin gritar, y en cierta parte fue muy dulce y me transmitió seguridad, pero, este no es el momento de pensar que causa Carlos en mí, la prioridad es Kylie.

Llegué al sitio con mi corazón latiendo más rápido de lo que puedo explicar. Recorrí el lugar con la mirada y escuché un murmullo, luego otro, y otro, los seguí hasta llegar a un arbusto, me asomé y detrás estaba ella... Kylie.

Tenía la boca tapada con una cinta adhesiva, las manos amarradas atrás, los pies, y lágrimas corriendo por sus mejillas. Mi corazón se fraccionó en mil pedazos.

—Oh, Kylie.—Me acerqué a ella rápidamente.
La desaté y retiré el la cinta plástica de su boca, ella se abalanzó sobre mi y comenzó a llorar en mi hombro, la envolví en un abrazo y la apreté como si quisiera que no se fuese nunca.

—Lo siento Ky, lo siento tanto.

—N.. no es tu culpa.

La abracé por unos segundos más y sentí algo húmedo en mi espalda, me separé de Kylie y toqué esa parte con mis dedos, lo vi y tenía los dedos como rojizos.

—Préstame tu brazo Ky.

Ella me lo extendió y no, por Dios mío Santo, tres cortes, no creo que sean muy profundos pero, si están a lo largo de su brazo justamente en sus venas y por eso sangra tanto.

—Ven, vamonos.

Me levanté y la ayudé a levantar, nos dirigimos a la camioneta de Carlos, le abrí la puerta de atrás se montó y luego me monté yo.

—Ya bro, ya vinieron, están bien. Ya voy para allá.—Colgó.—¿Todo bien?

—No.—Sorbió su nariz.—Skyler, mi brazo está sangrando mucho.

Necesitamos parar la sangre de alguna manera.

—¿Carlos tienes algo para parar la sangre?

—No.

—Bueno, no hay otra opción.—Dije.

En circunstancias normales jamás lo haría, pero, se trata de Kylie, haría todo por ella.
Agarré el borde de mi camisa y cuando estaba apunto de quitarla...

—¡No! No lo hagas, cuando lleguemos a la casa y tengas que bajarte la gente va a verte y los hombres asquerosos, y no, de ninguna manera.

—¿Tienes otra opción, Carlos?—Alcé una ceja.
Iba a quitarse el suéter.

—¡No! ¡¿Estás mal?! Ese suéter es cool, ¿Como los vas a dañar?—Me opuse.

—Hola, si, me estoy desangrando.—Saludó irónicamente.—Me quitaré yo la camisa.

—No, tampoco.—Contradijo Carlos. Se quitó el suéter y debajo tenía una franelilla negra, se la quitó dejando ver su maravilloso y perfectamente marcado abdomen.—Toma Ky.—Le pasó la franelilla.—Envuélvela en la herida y presiona un poco para parar la sangre.—Se colocó el suéter de nuevo y arrancó. —¿Qué fue lo que pasó?

Solo una venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora