52: La verdad I.

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Examiné el rostro del sujeto. Su cara estaba llena de emoción, sus ojos brillaban.

Pero, yo no sabía qué iba a hacerme o en qué me había metido.

Di un paso hacia atrás.

—No, no, no.—Se levantó con prisa.—No voy a hacerte nada.—Salió detrás de su escritorio dejando el trago allí y agarrando unos papeles.

—Yo... eh, mejor... mejor me voy.—Agarré la manilla de la puerta apresuradamente.

—No voy a hacerte nada, Skyler Thompson.—Expresó con seriedad.—Quédate.

¿Y cómo iba a estar segura de eso?

Tragué grueso.

—Me presento, soy el jefe mayor.

Ajá, ¿Y?

Alcé una ceja con coraje.

—Ríe.—Claro, no sabes quién soy.—Se acerca más a mi.

Lo miré dubitativa.

—Soy el que te salvó del secuestro hace años.

De repente un poco de miedo se fue, el me salvó, ¿Por qué iba a hacerme daño ahorita? ¡Esperen! Jessica dijo que... no, entonces él es... no, no.

—Gra... gracias por eso.—Fue lo único que se me ocurrió decir.

—No tienes nada que agradecer, lo haría por ti o por Jessica.—Suspira algo frustrado por lo que puedo ver.—Cierto que no lo sabes.—Juega con el documento en su mano.—Puede que sea extraño conocernos en esta situación cuando ni siquiera pensaba decírtelo, no por ahora. Yo...—Hace una pequeña pausa.—yo soy tu papá biológico.

Mi mamá era tan pura, tan buena, me enseñó tantos valores buenos, siempre estaba en la casa, ella no pudo haber engañado a mi papá, eso no es cierto.

Empecé a negar con la cabeza repetitivamente mientras se me hace un nudo en la garganta.

—Si Skyler, tú eres mi hija, medio hermana de Jessica.

—Mi pecho subía y bajaba por mi respiración agitada.—Es... eso no puede ser cierto, no.

—Claro, si fuese tú tampoco lo creería.—Asintió poniéndose en mi lugar.—Por eso es que mucho tiempo atrás me ocupé de sacar esto.—Me estiró la mano con el documento.—Por si me decidía en decirte ya lo tenía a la mano.

Tomé el documento con mis manos temblorosas y pude notar que era una prueba de ADN y para ahorrarnos el protocolo, tenemos un 99,9% de compatibilidad. Él es mi papá, y con esta prueba hecha no había duda.

El pedestal, el altar, donde yo había montado a mi mamá se estaba destrozando pedazo a pedazo como mi corazón, una vez más, me duele, duele tanto esto, me estoy destruyendo.

Las lágrimas salieron de mis ojos sin permiso alguno e iban cayendo por mis mejillas, me recosté a la puerta y me fui sentando lentamente.

—No, no, no.—Trataba de convencerme a mi misma entre sollozos.—Mi mamá no lo engañó, mi mamá no lo hizo.—Apretaba el documento contra mi pecho.

—Quiero que lo entiendas, más no quiero presionarte.—Se acercó más a mi.—¿Quieres saber cómo pasó o quieres que nos veamos otro día para contarte?—Bajó a mi altura y se sentó.

Yo no quería nada con este hombre, él no era mi papá, y nunca lo iba a ser, puede que por mis venas corra su sangre, y puede que haya evitado que me pasaran algunas cosas malas, pero, yo no lo quería cerca, ni a él, ni al asqueroso trabajo que tenía. Por lo que decidí que quería saberlo y quería que me lo dijera ahora para yo largarme de aquí y no verlo jamás.

Solo una venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora