16.- Un paso más

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Judy desactivó el bolígrafo zanahoria después de que acordaran el trato con Balto, quedando clara la prueba del pacto a la hora de ayudarle cuando todo el caso termine. Hicieron la reunión dentro de la tienda de campaña del lobo, a petición suya, para mayor intimidad. Sentados en el suelo, hicieron lo que consideraron pertinente.

"Señor Lestrada, la promesa está grabada y la mantendremos hasta el final. Ahora, por favor, cuéntenos sobre esa mujer." Judy empezó con la interrogación, sacando la libreta para tomar notas.

Balto suspiró y tomó aire para empezar a contar la historia. "Esa perra africana y yo compartimos mucho tiempo siendo ladrones de bancos, íbamos de uno a otro, apenas sin descanso." Los tres se miraron extrañados. "En el caso de que queráis detenerme, eso no es posible. Estos robos pasaron hace 5 años y esos delitos prescriben al año. No habría motivos para meterme en la cárcel." Judy asintió, conocía el reglamento perfectamente.

"Pero hay algo que no entiendo: Tu historial está limpio, no tienes delitos de hurto ni más encontronazos con la policía excepto los que tuviste en la adolescencia." La coneja todavía no lograba atar los cabos sueltos.

Balto mostró una pequeña sonrisa. "Nadie supo nunca que yo estuve allí, desaparecía antes de que nadie pudiera verme. Tengo mis técnicas. A ella le gustaba más ser reconocida."

"Un momento," se apresuró Nick, "¿cómo sabemos que no robas a día de hoy? Podrías estar haciéndolo delante nuestra y nosotros ni enterarnos."

Balto miró directo al zorro. "Por eso quiero continuar la historia, ayudará a entender por qué ya no robo más y por qué estoy diciendo la verdad." Tomó aire otra vez. "Ella y yo nos llevábamos bien... de hecho, mejor aún, siendo novios mientras trabajábamos. Aun así nos repartíamos las riquezas. Todo cambió cuando llegó un día en el que, aún no encuentro la explicación del por qué cambié mi visión, no encontré ningún sentido a seguir robando, sólo quería formar una familia y vivir con mi chica, teniendo un retoño. Por eso, vivo a mi aire aquí." Suspiró una vez más. "El día que se lo dije a mi novia, fue fatídico. Me consideró un traidor y llegó a odiarme a mí y a todos los chicos. Yo me largué pero... mi sentimiento de amor por ella nunca desapareció. Sólo quiero que siente la cabeza y viva conmigo, pero parece que no quiere salir de ese mundo."

"Pero, ¿cómo sabemos que no robas bancos todavía?" Vol aún dudaba del lobo.

Balto dirigió la mirada hacia el zorro azul. "¡Uh, mira qué lujos!¡Televisor aquí, consola allá y un supertraje de 200 dólares!" Habló con un claro tono sarcástico, apuntando a la nada. "Usa el sentido común, ¿no crees que si robara viviría con lujos y tecnología? Vivo rodeado de la naturaleza porque no quiero nada más, no quiero riquezas."

Los policías encontraban sentido a lo que Balto les contaba, si tuviera dinero robado, ¿no lo usaría para vivir mejor? Aunque el caso no era en qué lo gastaba, si no en quién debían concentrarse.

"Aún necesitamos algo más: El nombre de tu ex-novia." Preguntó Judy, queriendo conocer el objetivo.

"Espero que sigamos siendo novios... Pero su nombre es..."


La perra africana, jefa de esos roedores, estaba intentando hacer un plan para el siguiente robo, contando con que tenían que intentar escapar de esa fortaleza en la que estaban. Tras el escape de los zorros, sabía que iban a buscarles y capturarles. No tenía sentido quedarse por más tiempo. En el tablón que tenía colgado en la pared, aún figuraba una nota de amor de Balto. Por alguna extraña razón, quería mantenerla ahí. Ella nunca confesó el por qué, nunca quiso hacerlo. Miró hacia la nota y recordó el nombre de Balto. "Sois todos iguales..." Dijo en voz baja. "Todos los hombres sois iguales..." Se sentía dolida, una sensación que le ardía en el alma cada vez que recordaba el momento, una llama de odio hacia el lobo. Pero no sabía que Balto aún estaba enamorado de ella.

Alguien especial en ZootrópolisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora