18.- El encuentro y más misterio

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Años antes...


Balto volvía a la base tras una investigación sobre otro banco para saber cómo atracarlo, pero algo distinto brotó dentro de él. Abrió la puerta y se dirigió al cuarto donde estaba Sophie planeando los golpes.

"Amor, tengo algo que decirte, espero que lo tomes bien."

"¿Sobre el banco? Soy toda oídos." Sophie dijo con alegría al oír su voz, dándose la vuelta. Una sonrisa iluminaba la cara de la criminal.

El lobo sacudió la cabeza. "No del todo, pequeña, quiero hablarte de algo más." Miró a un lado, no sabiendo cómo revelar lo que sentía.

La perra de pelo rosa empezó a mirarle con algunas dudas, ladeando la cabeza y arqueando su boca. "¿Qué pasa, cielo?"

"Siento que no le veo sentido a seguir con esta vida," Balto suspiró tras contarlo, "que deberíamos dejar de robar bancos y vivir tranquilos y felices, tener algo más que una vida criminal, lo merecemos."

"Espera... ¿Quieres decir que lo... dejas?" Sophie cambió su expresión de dudas a una de enfado, frunciendo el ceño.

"Sólo quiero dejar la vida criminal y que vivamos juntos, mi pequeña. Me encantaría que pudiése-" Antes de que el lobo terminara, ella se alteró.

"¿¡Qué quieres decir con dejar esta vida!?¡Yo quiero que estemos juntos siempre!" El enfado de la perra Africana iba en aumento, sentía que todo pasaba de nuevo.

"No quiero dejarte a ti, quiero que vivamos tranquilos."

Sophie no entraba en razón a pesar de las explicaciones de Balto. "¿Sabes qué?¡Lárgate! Todos sois iguales, eso es... ¡Déjame como hizo él!"

"Pero... amor..."

"!Que te largues!" Sophie sacó rápido la pistola y apuntó a Balto con ella.

El lobo se fue dolido, andando de allí, su amor le apuntó con una pistola y caminó hacia el exterior entre suspiros. Parecía que todo lo que vivieron no sirvió de nada, que era imposible seguir con esa historia, pero...


Presente...


Los policías abrieron la puerta. Sophie escuchó la puerta abriéndose. En la sala de Sophie, entró el erizo para informar.

"Señorita Sophie, acabo de ver a los policías y están buscando por aquí su rastro. Mejor sería moverse y salir de aquí."

La perra africana pensó un momento y contestó. "Se acabó el huir. Si me quieren, que me cojan, pero no será tan fácil..." Una mueca de sonrisa macabra salió en su rostro y miró fijamente al erizo. "Coleman, prepara las trampas en los pisos, así no llegarán a mi posición sin luchar."

"¿Seguro, jefa? No parecen tan duros como para superarla." El puercoespín sonrió recordando el atropello.

"No me arriesgaré. Pon las trampas... ¡YA!" Ordenó la perra. Coleman no extendió más la paciencia de Sophie y se dirigió a preparar las trampas. "Aquí os espero, pequeños protectores de Zootrópolis."

Para la sorpresa de los policías, allí no había nadie cuando abrieron la puerta, la habitación estaba completamente vacía y sin vida.

"Maldita sea, he fallado en la teoría." Se lamentaba Nick.

"No nos lamentemos por el error, somos un equipo, pero tenemos que ir ya al otro edificio o se nos escapará. ¡Rápido!" Hicieron caso a Vol y bajaron rápidamente el edificio.

Alguien especial en ZootrópolisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora