Sueños

8

Al día siguiente Andrea se hizo las pruebas y abandono el Laboratorio sabiendo que en tres dias tendría los resultados en sus manos. Empezo a trabajar y los días fueron pasando. Neptali, era como una corriente de agua fresca, y descubrio que su padre habían muerto hacia un año dejándola a ella y a su madre solas en el mundo y con un montón de deudas, por eso tuvo que dejar de estudiar. También supo que además del cafe, tenía un trabajo en las tardes en un restaurante. Se esforzaba por salir adelante y era una chica muy emprendedora. Entre las dos se entendieron muy bien y muy rápido, las cosas estaban resultando más sencillas de lo que ella pensaba. En poco más de una semana debía empezar la escuela y como una alumna responsable ya tenía en sus manos el horario y había comprado todos los materiales necesarios.

-Como estas mocosa?
Pregunto Angel al teléfono y ella sonrio por el mote cariñoso.
-Muy bien, extrañando a las chicas.
-Que chicas ni que nada. Son dos vejestorios al lado tuyo.
-déjalas en paz, cuéntame como estan todos por halla.
-Muy mal, estamos sufriendo las consecuencias de tu ausencia. Los shows no han sido tan buenos desde que tú te fuiste.
-Ya, me estas alabando demasiado.
El solto una carcajada contagiosa y ella río también sonoramente.
-Estas practicando?
-Sip, cada día, adoro ese rinconsito.
-Que bueno. Y mi nieto?,¿ como esta?
-Bien también. Esta semana me veré con Blas.
-Me mantienes al tanto.
-Si señor. Saludame a Dalila y a Rissa.
-Si señora.
Rieron por la antigua broma de los dos y luego colgaron. Ya tenia en sus manos el sobre con el resultado pero no lo había abierto. Quería que se le viera segura y esa era la mejor forma. Después de todo, ella ya sabía el resultado. En dos días más hablaria finalmente con él.

El sol salio más tarde el viernes, las nubes estaban cargadas y parecia que lloveria mucho, pero claro, en Londres una nuve negra no significaba nada. En la iglesia, había mucho movimiento y todos estaban entusiasmados con el gran suceso del año. El novio llego en hora, muy serio, como siempre con su traje negro a medida. Aunque muchos creyeron que no llegaria, se equivocaron de tamaña manera. Todo estaba listo y cuando comenzó la marcha nupcial, a la iglesia, por un camino de rosas blancas, entro la novia, con su pelo negro largo recogido al lado. Con su vestido blanco largo, corte de princesa. Sonriendo radiantemente, con sus ojos verdes brillando de la emoción. Ese día ella era la envidia de todas las mujeres, todas las miradas estaban puestas en la novia, exepto la del novio, que se encontraba más blanco que un papel mirando hacia una de las entradas laterales. Por ahí más que bella, más divina que la propia novia, a sus ojos, camina Andy, su Andy, la chica española que lo había cautivado hacia un par de meses atras. Pero que hacia ella ahí. Acaso estaba teniendo una pesadilla.
Pero no, no era una pesadilla, porque Olivia Gotek lo noto, y Salvador Hell también, porque sonrio como el gato de Alicia en el país de las maravillas cuando la novia cambio de expresión feliz a preocupada.
Joseph busco el motivo de la mirada de su amigo y quedo en blanco. No entendio como tanta belleza cabía en un solo cuerpo, ella definitivamente era magníficamente hermosa, preciosa e incluso bella. En su mente no hayaba una palabra que le hiciera justicia.
Las dos llegaron al altar a la misma vez y en ese momento ya todos estaban mirando a la chica como si fuese un estrella que callo del cielo. Estaba vestida con un vestido blanco corto que enmarcaba su figura. Los hombres estaban fascinados con su belleza y las mujeres molestas. Pero todos en general estában  conmocionados. Era distinta, eso era innegable, pero que hacia esa chica tan bella, con un rostro tan angelical, parada en el altar y mirando al novio sin reparar siquiera en el resto de los invitados. Andrea que estaba más seria que la propia novia traía en su bolso una bomba atómica que acabaría con la chica a la cual había visto bajarse emocionada de una limusina blanca. Pero su bebé era más importante que esa chica. Todos murmuraban pero en el altar nadie hablaba.
Hasta que Olivia rompió el hielo finalmente.
-¿Quien diablos eres tú?
Andrea al fin la miro a los ojos y Olivia se sintió pequeña ante tanta belleza. Ella tenía los labios rozados, las pestañas largas, la nariz delgada y los ojos claros, casi parecían cristales. Eso sin hablar de su expectacular cabello blanco que caía en bucles por su espalda. La chica encima de todo era alta y con unas curvas que no tenían nada que envidiarle a las de ella, incluso se podían considerar mejores.
-Yo soy Andrea Brown y soy la madre del hijo de este inepto.
Ese fue el momento más vergonzoso en la vida de Blas y de Olivia.
-Que dices,. Es imposible, Blas no tiene hijos.
-Aun no, pero en siete meses si que lo tendra.
Blas seguía en shok, no sabia que decir, no sabia que pensar, su mente estaba trabajando muy rápido para poder salir de este embrollo.
Pero Olivia, ella si que había reaccionado y ahora se estaba riendo tratando de opacar la confianza que la chica estaba demostrando.
-Quieres que me crea que mi prometido me fue infiel contigo y que encima te dejo embarazada. Pero si eres una niña, ¿cuantos años tienes? DIEZ.
-No, tengo diesiocho. Y no me interesa que me creas o no. Yo vine por este gillipollas.
Andrea lo miro a los ojos fríamente esperando que reaccionara al fin.
-Estas loca.
Dijo Olivia, pero Andrea ya no la miraba, la ignoraba como si ella no fuese importante.
-No diras nada!!
Le exclamó a Blas, que su novio no respondiera, era muy vergonzoso y hasta cierto punto doloroso.
Entonces, fuerte, ronca y dura sonó la voz de Blas que hablo por primera vez.
-Si es verdad que estas embarazada? ¿como sabes que el niño es mio? Tú....bueno...ya sabes tus gustos....
Andrea sabia que eso pasaría y por eso se preparo para enfrentarlo. Primero que nada le dio una cachetada por insultarla.
-En serio que eres idiota.-Saco aquel sobre que hace dos meses y medio él le dio aun cerrado,  aun con todo el dinero adentro.- No soy puta imbecil, soy bailarina.

Y se lo lanzó al pecho. El dinero cayó desparramado al piso causándole al novio la mayor de las verguenzas.