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El lugar era oscuro, había un desagradable olor en el ambiente y muchas de las personas en sus celdas intentaron tomarla de la mano, pero Andrea no pensaba en ninguna de esas personas. En su mente tenía lo que le diría a la causante de que en los últimos días los dolores de cabeza no la dejarán tranquila y de que su bebé hubiese estado a punto de desvanerserse.
Cuando llegó a la celda en la que Olivia estaba la encontró acostada en un cama con la cabeza enterrada en la almohada.
-Hola.
La chica de pelo negro levantó la cabeza para ver de quien se trataba.
-Me alegro de que no hayas muerto.
Andrea sonrio por la ironía en su voz y la chica se levantó de la cama y camino hasta la reja que la separaba de la flamante peliblanca.
-Yo no me alegro de que hayas acabado aquí.
Olivia se carcajeo y Andrea la miro más fijamemte.
-Sigo pensando que no eres sincera, sino cínica.
-No me importa lo que pienses.
-¿A que viniste? ¿A retregarme en la cara tu victoria?
-No, sabes que en realidad vine porque me da mucha pena el modo en que terminaste.
-¡Deja de ser mentirosa!¡Deja de fingir que te importo!
-No me importas, en realidad desearía no haberte conocido, porque me das tanta pena.
Olivia solto una lagrima.
-Pena deberías sentir tú, golfa de pacotilla.
Andrea río y paso sus manos por su vientre.
-Solo vine a decirte algo. Quiero que en tu mente guardes por siempre esta sonrisa, la tendré dibujada en el rostro el resto de mi vida y tu podrás ser testigo, desde aquí.
Olivia no respondió nada y Andrea salio de aquel horroroso lugar para encontrar en la pera a un muy nervioso Blas.
-¿Como estas, te hizo algo?
-Tranquilo, vayamos a casa y olvidémonos de ella para siempre.
Mientas la pareja cerraba ese capítulo de sus vidas, Olivia daba vueltas en la celda como un animal enjaulado. Sentía ganas de llorar, de gritar, de matar a alguien. Se miro en el pequeño espejo que le habían dado y se vio tan fea, tan asquerosa. Unas ronchas rojas comenzaron a salir y ella comenzó a intentar quitársela. Sus brazos, su cuello, todo estaba lleno de manchas y sus ojos se pusieron rojos y grandes. Se sintio un montruo. Cubrió su rostro con sus manos pero no paraba, en su cabeza escuchaba una y otra vez las palabras de Andrea.  Ella no era nada, ella no era nadie. Tomo el pedazo de espejo y con la punta se corto las venas de los brazos, se corto cada roncha, cada mancha, las manos se le llenaron de sangre, todo se puso obscuro y de repente ya no había nada.

NOTICIA DE ÚLTIMA HORA :
la señorita Olivia Gotek acaba de ser enterrada luego de haberse suicidado en su celda en la comisaría central. El cuerpo tenía muchos cortes y debido a la pérdida de sangre la chica murio.

Dos meses después
-Andrea tu bebé esta sano y fuerte.
La gran panza en la que Andrea traía a su hijo Adam estaba llena de un líquido transparente. Ya tenía siete meses y estaba ansiosa y muy nerviosa. La doctora Farri estaba practicandole sus exámenes de rutina.
-¿No hay problemas?
-Para nada, ya sabes, Adam es tranquilo y bastante considerado, solo asegúrate de no recibir emociones muy fuertes, este mes es uno de los más complicados. Debes estar relajada e intentar salir lo menos posible y si lo haces que sea con compañia.
-¿Has escucho cierto? Iras con Lina a todas partes, incluso a la universidad.
-¿Es necesario?
-Digamos que si algo sucede no puedes estar sola.
-Pero en la universidad hay un montón de gente.
-Si pero Lina esta preparada para casos de emergencia.
-Blas Lina no deja que nadie se me acerque, parece un estatua, las chicas en la universidad no me hablan poruqe le tienen miedo.
Lina había sido contratada a raíz del incidente con olovia, a la cual se le dieron siete años de cárcel por intento de homicidio.
-Cariño ya lo haboamos, Lina ya te conoce es la única que puede cuidarte correctamente, solo serán dos meses.
-Eres siempre igual. No te soporto.
-Si me odias me da igual.
-Ah, te da igual.
-Pues si, yo amo mas a Adam que a ti.
Andrea bufo y aparto la vista de Blas.
-Eso lo se, amas a cualquiera más que a mi.
-No digas eso.
-Es cierto, ahora que soy gorda y fea ya no me amas.
Blas no contesto a eso, no quería alterarla.
Salieron de la consulta y se encaminaron a un restaurante para almorzar. Los pasados dos meses habían cambiado muchas cosas, ahora ella debía estar todo el tiempo con una enfermera Karateca. La chica era lista pero Andrea odiaba estar vigilada.
Durante el almuerzo Andrea estuvo callada, parecía molesta por algo y Blas se dio cuenta, tenía miedo de preguntar ya que ella últimamente estaba muy sensible, cambiaba de humor con mucha frecuencia y lloraba con facilidad. Pero igual le pregunto, una Andrea callada era áviso de tormenta.
-¿Cariño te sucede algo?
Ella termino de masticar los lamentos que tenía en la boca y lo miro con odio.
-Me quiero divorciar.
-¿Andrea ahora con que chica coquetee?
- ¡¡Mirame!!-solto sus cubiertos y lo miro desafiante, sus mejillas estaban rojas y la rabia la estaba carcomiendo.- Soy una maldita foca, y es por tu maldita culpa. Tengo que aguantar que esa maldita zorra te mire como si fueras un trozo de carne y que luego me mire a mi como si le diera asco. ¡Por tú culpa perdí mi figura! ¡¡¡TE ODIO!!!.- Blas se echó a reir y ella se enojo más todavía.- Encima de todo tienes el descaro de reírte en mi cara. Eres un infeliz, maldigo la hora en que te conoci.
Se levantó de la mesa y salió a gran velocidad del restaurante.
Blas llamo a la camarera para pedir la cuenta y mientras esperaba vio a su esposa regresar, se paró para enfrentarla y la recibió no muy amable.
- ¿¿Que más me diras??, que arruine tus sueños, que des...
-¡¡Que te amo idiota!!
Y lo beso, agresiva y apasionadamente y el le respondio con la misma intensidad. Todos en el restaurante miraban la escena como si se tratara de una pelicula, algunos los fotografiaron y otros aplaudiron. El beso fue largo y humedo, Andrea no quería abandonar aquel calor y Blas tampoco la quería dejar ir. Por primera vez Blas la escuchaba decir que lo amaba y la felicidad que sintió no tenía comparación.
Cuando se separaron, se miraron a los ojos y sonrieron.
-No te entiendo.
-Ni yo tampoco solo me sentí enojada, pero no me hagas caso.
-Dijiste que me amas.
-si.
-Yo igual te amo.
-Yo se que te amo más de lo que tu me amas.
-Que tal si lo discutimos en el auto, ya comienzan a vernos raro.
Blas miraba en derredor y todas las miradas estaban sobre ellos.
-Si tienes razon, vamonos.
El pago la cuneta y juntos salieron de aquel restaurante sintiéndose más afortunados que cuando entraron.

SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora