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-Entonces vas a aceptar?
-Si.
Dijo ella sin mirarlo. El se sentó junto a ella y le tomo la mano.
-Gracias.
Ella lo miro solo que él tenía sus ojos cerrados mientras en la mano le daba un beso.
Eso la confundio.
-No tienes porque agradecerme.
-Aun así te agradezco.
La miro con ternura y ella casi se derrite. Joder que guapo era, penso y él tambien penso en que ella era muy bella y que lo estaba mirando con cariño.
Sintió ganas de besarla, pero no lo hizo. Era aun momento demasiado bello como para destruirlo.
-Supongo que podemos hacer una tregua
-Me gusta esa idea.
Respondio él.
-Tregua entonces.
Se dieron la mano y ambos sonrieron. Ahí estaban de nuevo esas ganas de besarla.
-¿Puedo tocarla?
Pregunto en su lugar. Ella frunzio el ceño sin entender.
-¿A que te refieres?
-A la luna.
Ella volvió a frunzir el ceño.
-Yo no puedo autorizarte. Antes debes estudiar, prepararte y volverte astronauta. Luego podrás tocar la luna.
Él solto una gran carcajada y ella lo miro confundida. Entre risas el le dijo.
-Eres muy ingenua. ¿Como se te ocurre que voy a querer tocar la luna?
-Tal vez porque me lo acabas de decir.
Él volvió a soltar una carcajada. Ella se estaba molestando.
-Me refería a la barriga. Me refería a que si  me dejas tocarte la barriga.
Ella seguía confundida.
-Entonces para que me dices que quieres tocar la luna.
El sonrio y le puso las manos en la barriga. Cerro los ojos y siguio sonriendo, definitivamente esa era la mejor experiencia de su vida. El abdomen de ella ya no era plano como la vez que él la vio desnuda. Ahora había un pequeño vulto, solo fue imaginar que se trataba de su bebé creciendo y su corazón comenzó a latir con fuerza.
Ella estaba quieta, había sido sorprendida y ahora se encontraba deslumbrada con la sonrisa en el rostro de Blas.
-Me equivoque,- Dijo de repente, volviéndola a sorprender. Abrio los ojos y ella pudo ver como estos brillaban.- Esto se siento mejor que tocar la luna. Yo diría que es como tocar al sol.
Entonces lo entendio, y sus ojos se cristalizar de ternura. Blas verdaderamente quería a ese bebe.

Unas horas después Andrea fue dada de alta, Blas la llevo hasta su apartamento y llamo para pedir comida a domicilio.
-¿Filete Miñon y vino?-Le pregunto y ella lo miro mal.
-Para nada. Prefiero, papas y hamburgueza.
-Eso no alimenta bien.
-No pero es lo que más me gustaría comer ahora que no tengo que estar en forma.
-Solo por esta vez.
Dijo él en tono amenazador y ella alzó las manos en son de paz.
-De acuerdo papá.
Él llamo y media hora después llego el pedido. Almorzaron juntos y luego ella se quedo dormida. Tiempo que Blas aprovecho para llamar al señor Montoya. Quería decirle que en una semana iria a España para intentar arreglar las cosas. De seguro estaba molesto.
Pero se sorprendió cuando al otro lado de la linea le respondio una voz muy feliz.
- ¿Como sigue tu mujer?
Le pregunto el ansiano.
-Mejorando. Tuvo una amenaza de aborto pero todo estará bien con unos días de descanzo.
-Me alegro mucho. Sigo en la ciudad y estaré aquí un par de días más. Si tienes un chance ven a verme, en caso de que no te sea posible te espero en Barcelona
Blas ensancho una gran sonrisa.
-Muchas gracias, mañana iré a verlo.
-Perfecto, aquí te veo.
-Espere- del otro lado de la linea se escuchaba la respiración del viejo y el prosigio.- ¿Por que desidio esperar?
El viejo solto una carcajada y cuando Blas creyó que no le respondería dijo.
-Porque en la vida existe algo llamado prioridades y la mía es hacer negocios con hombres de verdad. Es de hombre verdaderos poner a la familia primero. Eso siempre lo desia mi padre.
Blas sonrio y le agradeció al señor que él  no conocia pero que le había salvado el negocio.
-Muchas gracias a su padre entonces.
El señor Montoya se  volvió a carcajear y le devolvio el gesto.
-Yo te pregunto a ti.¿Quien es la chica? Olivia Gotek no es, mi hija se encontro con ella hace unos días y le dijo que no se habían casado.
Blas sonrio ampliamente y dudo en decirle de quien se trataba. El conocia a Andrea y temía de su reacción. Pero el estaba orgulloso de Andrea.
-No me lo vas a creer.
Dijo entre risas.
-¿La conozco?
-Lamentablemente si.- Suspiro y contesto.- Se trata de Andrea Brown.
El viejo analizó el nombre pero por más que intento no pudo asociar el apellido con el de nadie que el conociera.
-Creo que no la conozco.
Fue el turno del joven para carcajearse.
-Se trata de la bailarina.., Andy.
El señor Montoya entendio entonces y solto una gran carcajada.
-No eres tonto muchacho. Te llevaste a la joya más preciada de Barcelona. Esa chica era el alma del Rincón del Diablo, desde que se fue nada allí es igual.
Blas se confundio. Los hombres de sociedad no tenían en gran estima a las mujeres que vivian en ese medio, ella no era prostituta pero vivia ahí.
-¿La conoces en persona? Es decir, ¿has hablado con ella?
El viejo hizo memoria y luego respondio a la pregunta.
-Un par de veces. El diablo no permitía que nadie se le acercara micho. La chica siempre tuvo un carácter fuerte, y era demasiado bonita, más de uno se intentó propasara con ella.
Eso fue una prueba más de que ella no era prostituta. Pero había algo que no entendia. Ella dos veces había mencionado al diablo y ahora Montoya también lo hizo, refiriéndose a él como si fuese una persona.
Le iba a preguntar pero creyó más conveniente preguntarle a Andrea.
-Bueno,  pues gracias otra vez.
-Nos vemos mañana Mandsward.
Blas colgó la llamada y regreso al cuarto donde Andrea estaba, pero ya no dormida, ahora se encontraba frente al espejo con la blusa remangada. Mirándose el abdomen y él, pudo apreciar que efectivamente como la había palpado antes ella había comenzado a cambiar.

SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora