Capítulo 11

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Cerré la puerta y me recargué de espalda para no desmayarme.

¡Qué demonios había sido eso!

Oh, mi dios, sabía perfectamente lo que había sido.

Un beso fugaz, húmedo y muy picante... literalmente.

Dios, todas esas sensaciones que se estaban liberando por un beso.

Puaj, fue solo un beso, no la follada del año, o de tu vida, o tu primera vez.

Cierto.

Maldita consciencia amargada.

Justo estaba recobrando la cordura cuando unos golpes en la puerta volvían a poner a mi corazón en la garganta.

Quizá Titán había cancelado lo que fuera a realizar y prefirió regresar a "terminar la tarea".

Abrí la puerta sin pensarlo y me llevé una sorpresa... no era él, era Mafer.

¡Yeí!...

—¿De qué me perdí o qué? —indagó arqueando una ceja mientras entraba a la casa.

Tan directa como siempre.

—¿De qué hablas? —resoplé, haciéndome la tonta.

—De tu cara de estúpida, ¿a qué te ha besado el idiota ese? —caminó detrás de mí hacia la sala.

—No hicimos nada de eso —mentí porque no deseaba escuchar cómo maldecía a Titan.

Tampoco iba a dejar que ella me jodiera el momento que quería se mantuviera perfecto para mí.

Ambas nos dejamos caer en el sofá, ella tomando el control de la TV pasando los canales de programación.

—Pésima programación, —se quejó— el maldito sistema de cable nos estafa, hoy en día todo es una porquería —gruñó dramática —¡Este mes no pagaré! ¡No van a recibir un solo dólar de mi bolsillo y punto en boca!

—Mafer... —puse los ojos en blanco— tú no pagas el sistema de cable, lo pago yo, bueno, es mamá quien lo paga.

Hizo un gesto indignado.

—Pero qué necesidad de echarme las cosas en cara, mujer —resopla.

Evidentemente, estaba loca como una cabra, pero me divertía demasiado con ella.

—Mejor vamos a preparar unos nachos —salté del sillón para ir a la cocina. Animosa, me ayudó a buscar los ingredientes en la despensa.

Mafer amaba los nachos y prepararlos la mantenía relajada y en calma, para ella los nachos eran sagrados como para mí el guacamole.

—Deberíamos salir mañana —propuso mientras abría una bolsa de Doritos.

—¿Qué hay mañana? —indagué sin prestarle atención.

—Es viernes social —resopló como si fuera obvio. Lo era, pero no para mí— tal vez ir a bailar a un club latino, conozco a alguien que nos daría entrada directa al VIP —se echó un puño de Doritos a la boca.

—No lo sé, no soy buena para perderme por esos lugares. Además, Titán quiere que lo acompañe a la fiesta de bienvenida de Owen —solté sin pensar y me maldije inmediatamente cuando mi amiga dejó caer de golpe la lata de jalapeños que traía sobre la encimera.

Adiós a los nachos sagrados.

—¿Tan rápido me estás cambiando por el idiota ese? —gruñó incrédula.

𝑻𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒂 𝒕𝒊 [+𝟏𝟖] [Próxιmᥲmᥱᥒtᥱ en librerías]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora