Capítulo 18

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—¿Black?

—No.

—Black, por favor.

—No, Reyes.

—Tienes que hacerlo.

—No quiero.

—Pero debes contestar tu celular.

—No lo haré.

—Puede ser importante.

—No lo es.

Traté de separarme del cuerpo de Titán más de una vez, pero me era imposible. Uno; porque él era más fuerte que yo y dos; porque yo tampoco quería perder el contacto con su piel, ni el de sus deliciosos labios.

Pero su celular no dejaba de timbrar, al grado de hacernos perder la magia del momento.

Eché mi cabeza hacia atrás apartándome un poco para poder mirarle a la cara, aquellos hermosos ojos azules estaban dilatados, su cara carmesí y sus labios hinchados.

Ambos respirábamos agitados y excitados, tal vez esa llamada insistente era algún tipo de señal para evitar lo que yo no quería evitar.

Tomé el móvil de la mesita de cristal y se lo entregué.

Miró de mal modo el objeto y resopló.

—Pero si no es nada importante me lo compensarás, Reyes —advirtió fingiendo indignación y asentí con sonrisa de por medio.

Bajé de su regazo para darle privacidad y que pudiera responder su llamada.

Después de largos minutos de besos y caricias, mi cuerpo estaba a punto de hacer combustión, pero la llamada había apagado mis hormonas, rápido.

Me puse de pie, caminando como toro borracho en el prado, dirigiéndome a la cocina en busca de comida, sentía un hambre feroz.

Luego de vomitar como Regan MacNeil en el exorcista mi estómago estaba vacío y con una necesidad engullir lo que fuera.

Saqué todos los ingredientes para prepararme un sándwich doble y también un cereal y un poco de fruta picada que había en la nevera.

Repito, tenía un hambre feroz.

Varios minutos pasaron antes que Titán entrara a la cocina con su expresión seria y sabía que eso no era nada bueno.

—¿Todo bien? —me acerqué hasta el taburete donde se había sentado.

Asintió.

—Era Owen... —informó— quería saber dónde estoy —me tomó de la cintura pegándome a su pecho haciéndome cosquillas con su nariz en mi cuello para distraerme.

—¿O con quién estás? —sacó su cabeza de mi cuello para asentir.

Owen era una especie de chacal, un perro guardián que no podía dejar de seguir a Titán. Intentaba tenerlo controlado en todo momento, no me imaginaba las razones para hacerlo, pero algo me decía que eso no estaba bien.

Titán contaba con todas sus facultades mentales para tomar sus propias decisiones.

—Al parecer Emily lo puso al tanto de nuestra ruptura —acarició mi rostro y no dio más explicaciones y tampoco se las pedí.

Titán miró hacia el montón de comida que había sobre la encimera de granito y levantó una ceja con sonrisa divertida. Tomó un sándwich sin despegar sus ojos de los míos y dio un bocado.

Afortunadamente, había hecho porciones triples, no esperaba que él tuviera hambre, pero podía compartirle mi cena.

Cuando dio el primer bocado, cerró los ojos y gimió y juro que casi me da un orgasmo.

𝑻𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒂 𝒕𝒊 [+𝟏𝟖] [Próxιmᥲmᥱᥒtᥱ en librerías]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora