PRÓLOGO

16.7K 1.5K 205
                                    

Estaba por iniciar mi último año escolar en mi querida y pequeña ciudad. Tenía amigos, conocidos y un entorno era maravilloso.

Mi vida tranquila, era casi perfecta.

Casi...

Hasta qué mamá llegó un día, preparando una de mis comidas favoritas; tacos de carne asada con salsa de guacamole.

¿Y qué tiene de especial que mamá prepare mi comida favorita?

En realidad, mucho.

Cada que quería hablar conmigo de algo importante, ella actuaba de manera inteligente... exacto... quería que mis neuronas estuvieran distraídas, degustando alimentos mientras ella aprovechaba para hacer de las suyas.

Y así fue, cuando estábamos a medio comer, la mujer soltó una bomba...

Nos mudaríamos al otro lado del planeta. Donde no tendríamos contacto con el mundo humano, no habría electricidad, menos acceso a Internet, para conseguir agua y alimento teníamos que caminar seis horas y pasar por un bosque donde habitaban animales salvajes. Viviríamos en una pequeña choza de madera y piedra, arriba en las montañas donde el viento chiflaba a ritmo de tribus ancestrales descendientes de Pocahontas.

Vale, vale... que estoy exagerando un poco.

En realidad, solo nos mudaríamos a la ciudad, a unas cuantas... ocho horas de donde vivíamos, pero ¿Se imaginan como me cayó esa noticia?

¡Casi muero de un infarto estomacal!

Mamá empezó a explicar las razones y beneficios que tendríamos una vez que nos mudáramos y como, al parecer, lo tenía todo resuelto y se mostraba feliz y entusiasta con su noticia, solo quedaba una pregunta en el aire:

—¿Cuándo nos vamos? —quise saber.

El golpe traidor ya lo había dado, ¿Qué más podía pasar?

Sonrió con nerviosismo mientras picaba la comida de mi plato, evadiendo mi mirada.

—En una semana —murmuró con un bocado en la boca.

Creo que no escuché bien...

—¿Disculpa? Creo que el mastique no te dejó hablar con claridad.

Mamá tomó aire cerrando sus ojos momentáneamente.

—Nos iremos en una semana —la mujer repitió sin piedad.

¡Me acaba de dar un tiro de gracia!

Alv... —gruñí a punto de un colapso.

—¿A-l-v? ¿Eso qué significa? —inquirió curiosa, pasando bocado.

Yo tragué en seco cuando me di cuenta de la metida de pata.

—Eeeeh... —rasqué mi cabeza presionando a mis neuronas— bueno, es una abreviación y significa; acábate las verduras. Y no me cambies el tema.

Me hice la indignada.

Mamá no parecía convencida, pero asintió y ambas retomamos la comida.

Mientras comía mis pensamientos vagaban por el espacio.

Aún no asimilaba si estaba en la realidad o dentro de una novela mexicana. Deseaba que la Rosa de Guadalupe obrara su milagro y todo fuera solo una locura más de mi madre.

—Hay una gran oportunidad en el Hospital Angels y se requiere ocupar la vacante de inmediato, me han hecho una oferta imposible de rechazar. Es la oportunidad de nuestras vidas —volvió a su discurso con una sonrisa alentadora— es algo que he esperado por años, cariño. No puedo rechazarlo —dio un suave apretón en mi mano dejando salir un suspiro esperanzador.

Eso era verdad, mamá era paramédico y desde que papá murió ella ha buscado salir de aquí, este pueblo es muy pequeño y no hay crecimiento profesional para ella.

Y merece algo mejor.

Es joven, pero tiene muchos años de experiencia, por otro lado, le es difícil llegar a casa y encontrase con el triste recuerdo papá. Lo extraña, llora su ausencia y viven con dolor, lo sé porque siento mismo, es un vacío que jamás podremos llenar.

La miré con admiración y asentí, ¿quién era yo para privar sus planes?

Lo que más deseaba en la vida, era mirarla realizada y feliz.

Nadie más que ella lo merece.

—¿La aventura nos aguarda? —sonreí animándola, me enredé es sus brazos y guardamos un silencio melancólico.

La decisión que acabábamos de tomar no era nada fácil, pero lo haríamos juntas.

Me miró entrecerrando sus ojos por largos segundos, con una pizca de diversión.

—Esto será bueno para ambas, así que, por favor, Frida Reyes deja de ignorar a la gente. Tienes un mundo que disfrutar y tal vez, es hora de que conozcas a un príncipe azul.

La observé detenidamente, no era la primera vez que mamá presionaba para que saliera de mi habitación y aceptara la invitación de algún chico, pero a mis diecinueve años, no sentía aún esa necesidad.

Obviamente, no sabía lo que en destino me tenía preparado...

—Bien, señorita. Alv... —mamá sonríe sentándose de nuevo en su lugar.

—¿Qué? —me atraganto con mi saliva.

Acábate las verduras... —contestó como si fuera obvio.


Dios, más vale que nunca sepa el verdadero significado o me iré directo ALV o sea A La Venecia.

𝑻𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒂 𝒕𝒊 [+𝟏𝟖] [Próxιmᥲmᥱᥒtᥱ en librerías]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora