Capítulo 54

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—Frida, quédate conmigo, como le avisaste a tu mamá, prometo embriagarnos toda la noche —Mafer insiste por milésima ocasión y a pesar de ser una tentativa invitación, yo niego una vez más.

Sé que está preocupada por mí, pero quiero estar sola, necesito estarlo.

Habíamos salido de la fiesta por la parte trasera del jardín de donde se realizaba el evento, después de la noticia explosiva que dio a conocer John Black a todos los presentes, no me iba a quedar para ser la burla de nadie.

Ese hombre jodió mi dignidad y pulverizó mi pobre corazón.

Eduardo alcanzó a Mafer cuando llegábamos al estacionamiento y se pegó como lapa para acompañarnos, así que le dio las llaves de su coche para que fuera él quien nos llevara a casa. Ella se fue conmigo en la parte trasera y aunque insistí en que no era necesario, solo logré molestarla algunos minutos.

A pesar de la charla de los chicos para distraerme en el trayecto a casa, seguía escuchando la voz de John, sus palabras no dejaban de retumbar en mi cabeza y clavarse como dagas en mi corazón.

Cuando se hizo el anuncio oficial, fue una sorpresa tanto para mí, como para el que fuera mi novio hasta esos minutos, pude ver en su mirada la conmoción y la angustia cuando se cruzó con la mía.

Pero, honestamente, muy en el fondo, presentía que esta noche iba a ser nuestro final. Eran muchas las señales y aunque yo me había mentalizado para soportar lo que fuera, dolía demasiado.

La suerte nunca estuvo a favor de nosotros, aunque nuestro amor era real, sincero y cursimente cursi, no dependió nunca de nosotros, porque siempre hubo terceras personas que se tomaron muy en serio su papel de opositores, hicieron lo imposible hasta salirse con la suya, logrando esta noche su cometido.

Pero había algo que me preocupaba, incluso más que Titan.

Mamá...

Dios, las cosas se iban a poner color de hormiga, ahora que se había enterado de la noticia de manera pública.

Temía que fuera a decirle algo Titán o a sus padres, o a quien se le pusiera en frente, porque por más que suene a locura, Tina era capaz de explotar en furia delante de medio mundo y hasta allá, solo rezaba para que Adam supiera controlarla y no armara un escándalo donde salieran perjudicados.

—¿Segura que no quieres que veamos qué hay en el vídeo? —Mafer me saca de mis pensamientos con otra de sus locas ideas— tal vez un poco de porno casero te ayude a mejorar el ánimo —levantaba sus cejas, animosa.

—Mafer, ¿Qué te hace pensar que quiero ver a mis enemigos follando? —Eduardo ahoga una exclamación, abriendo mucho los ojos.

La loca idea me daba repulsión.

—Podemos usarlo a favor —sugirió.

—¿En serio? —alzó mis cejas, molesta—. El compromiso se anunció y aunque el video lo publiquemos en las redes sociales, dudo que las cosas cambien. Solo por aclarar, yo jamás haría algo así. —Miré a Eduardo y regresé la vista a mi amiga. —Y tú tampoco lo harías.

—Emmm...

—¡Dios, Mafer! —reprendo y ella resopla.

—Tranquila, solo intento distraerte del problema central.

—Ellos son el tema central, mujer —niego dejando salir un suspiro.

Eterno se me hacía llegar a casa.

—Bueno, ¿Qué harás ahora?

—Nada, ¿qué puedo hacer?

—¿Hablarás con él? —negué de inmediato.

𝑻𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒂 𝒕𝒊 [+𝟏𝟖] [Próxιmᥲmᥱᥒtᥱ en librerías]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora