Capítulo 8

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—Necesito una ducha —me quejé. Ambas caminábamos como zombis de The Walking Dead— apesto a león y tengo mucha hambre. —Gruñí.

Mafer aún jalaba aire con dificultad, yo empujaba su cuerpo como si fuera carrito sin batería mientras ella buscaba las llaves en su mochila.

Estábamos llegando al estacionamiento y en lo único que podía pensar era en llegar a casa y quitarme la ropa mojada por el sudor, darme un buen baño, comer y descansar en mi cama viendo Netflix.

—No puede ser... —murmuré entre dientes cuando lo miré.

Mafer alzó su mirada para seguir la línea de la mía hasta toparse con Titán posando sobre el auto de mi amiga.

Esperaba que no le fuera a dar un infarto.

No comprendía el mordaz comportamiento que tenía hacia Titan, pero siempre me daba curiosidad.

—¡Qué haces sobre en mi auto! —vociferó mientras caminaba a pasos lentos, maldiciendo su fatiga.

Mi amiga tenía un espíritu guerrero-cavernícola, pero afortunadamente, ella no podía ni con su propia alma, así que Titan no corría peligro.

Solo esperaba a que no intentara lanzar sus llaves al hermoso rostro del chico.

—Quiere llevarme a casa para lo del trabajo de biología —expliqué mientras llegamos al Ford focus color neón de mi amiga, pero sentencié con la mirada a Titán.

Tenía que reconocer que lo que tenía de hermoso lo tenía de terco, pues ya le había dicho infinidad de veces que no íbamos a hacer nada juntos esta semana y también era valiente o muy bruto por estar enfrentándose a Mafer.

Titán se puso de pie metiendo sus manos en los bolsillos de sus joggers oscuros, usaba una polera blanca ceñida que remarcaba sus músculos, los mechones de su cabello húmedos y esa sonrisa seductora le daban la imagen de ser un modelo muy, muy sexi.

«Como todos los modelos»

Mafer carraspeó dándole una mirada aniquiladora y yo... bueno, cada que lo miraba entraba en una especie de alucinación, imaginaba cosas que provocaban morderme los labios y que se humedecieran ciertas partes de mi cuerpecito.

Malditas hormonas de lava.

Esto no nos llevará a nada bueno.

—¿Estás lista? —preguntó animado ofreciéndose a llevar mis cosas.

Lo cierto era, que teníamos un trabajo que presentar y contábamos con poco tiempo, eso me repetí mentalmente para convencerme de que era únicamente eso.

Miré a Mafer dándole un gesto tranquilo, pero ella seguía en su misma postura.

Más tarde le pediría explicaciones por ese comportamiento inusual de ella.

—No vemos al rato —ella literalmente gruñó como ogro dándole una última mirada a Titán, luego subió a su coche y se marchó antes que nosotros.

Mi compañero de biología me guio hasta su auto, acomodó mis cosas en la parte trasera de su Todoterreno rojo y abrió cortésmente la puerta del copiloto para que yo subiera al asiento.

Abroché el cinturón en lo que Titán se puso al volante para marcharnos, me miró con una pizca de diversión durante unos segundos antes de salir del estacionamiento.

—¿Dónde demonios aprendiste a jugar así? —interrogó con emoción— has dejado a todos con la boca abierta. Lo que hiciste en el campo... joder, —me miró brevemente— fue genial, tenía tiempo sin mirar a Ford entusiasmado, solo espero que no muera de un infarto antes de que inicie su temporada.

Rio juguetón y divertido contagiándome su humor.

Honestamente, no imaginé que tuviera esa reacción conmigo. Quizá solo intentaba persuadirme para quedar bien conmigo y cargarme el trabajo.

—¿A ti también? —enarqué mis cejas, tratando de entablar una conversación, poco habíamos convivido realmente.

Solo en dos ocasiones dentro del salón de clase, antes de conocer su faceta de Christian Grey remasterizado y su estúpido juego pervertido y después de rechazar ser su Anastasia Steele.

Aun así, sentía una especie de comodidad con él en ese momento, rezando porque no tuviera sus extraños cambios de humor.

Me moví para verle mejor, su mirada estaba concentrada en el camino y se miraba mucho más sexi.

Era una especie de Henry Cavill más joven y rubio.

Demasiado atractivo, apetecible y comestible.

¡Dios, ¿por qué siempre terminaba en esos pensamientos lujuriosos?

—Reconozco que me has impresionado —dice, sacándome del trance.

—¿Del uno al diez? —bromeo.

Una hermosa sonrisa se dibujó en su rostro.

—Lo digo en serio, Reyes, realmente me dejaste con la boca abierta —me dio una rápida mirada y regresó la vista hacia la carretera manteniendo su sonrisa— debajo de esa ropa de anciana se escondía una chica ruda y salvaje como diría Becca —seguía su tono divertido.

Parecía que lo había impresionado.

—Por lo menos ha cambiado tu percepción hacia mí.

Ladeó la cabeza asomando su sonrisa ladina.

—Uhm, aún tengo mis dudas sobre algunas cosas, pero ese deporte se te da muy bien, no lo discutiré.

Titán giró a la derecha entrando a la pequeña zona residencial donde vivía y fue bajando la velocidad.

Esperen un momento...

—¿Cómo sabes dónde vivo? —lo miré atónita.

Sonrió relajado sin despegar la vista del frente.

—Se me da muy bien hacer al detective, Reyes.

—¿Detective o acosador? —lo miré juiciosa.

—No soy peligroso como quieres creer —respondió tranquilo.

—Mafer no te baja de idiota y peligroso, tal vez deberías convencerla a ella primero —solté sin pensar y me arrepentí de inmediato cuando su expresión cambio totalmente.

Su hermosa sonrisa se había esfumado y ahora su rostro era estoico y amargo.

Y yo había provocado eso.

Todo iba bien y tenía que joderlo mi boca suelta.

—Mafer jamás dejará de culparme. Es tan terca y orgullosa —negó con la cabeza, apretando su quijada— aunque le pida mil disculpas, no lo superará porque no desea hacerlo. Y ese ya no es mi problema —se defendió con amarga molestia.

Su voz fría y su mirada indiferente me mataba.

Yo era una estúpida. Jamás debí decir lo que dije y meterme en problemas ajenos.

—Lo siento, yo... ni siquiera sé por qué dije eso. No es mi asunto, en verdad lo lamento —traté de parecer firme, pero mi voz fue un susurro.

Estaba avergonzada y solo quería meter mi cabeza bajo tierra por arruinar el agradable momento.

Titan me observó unos segundos antes suavizar su expresión y hablar.

—Escucha, tu amiga Mafer es una buena chica y lamento lo que pasó, pero yo no voy a cargar con su pasado. Eso es trabajo de ella, ¿de acuerdo?... —hizo una pausa y rodó sus ojos —olvídalo y deja de mirarme así.

—¿Así cómo?

—Como si quisiera comerte, mujer.

Desvié mi mirada a la ventanilla, quería que mi mente retorcida dejara de imaginar a Titán dándole de mordidas en algunas partes de su cuerpo para luego comérmelo.

Cristo redentor. Que me quite las ganas por favor.

Reí por lo bajo mordiendo mis labios.

Yo y mi jodida imaginación.


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𝑻𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒂 𝒕𝒊 [+𝟏𝟖] [Próxιmᥲmᥱᥒtᥱ en librerías]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora