Capítulo 31

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—Reyes, ¿qué ocurre? —su mirada traviesa es sustituida por una de preocupación al ver que yo estaba inquieta.

Después de quitarme la cortina a la que seguía enredada, Titán me condujo a uno de los cubículos privados, sabía cuáles eran sus intenciones, pero en eso era en lo que menos podía pensar, aunque las ganas ahí estaban.

Permanecí sentada a un lado de él, con mis piernas sobre su regazo en aquel cómodo sillón en forma de labios que seguía sin entender su función.

Sucede que... —intento encontrar la valentía que tanto me caracteriza, pero no la encuentro por ningún lado— no sé por dónde empezar... —admití nerviosa, más que nerviosa, sentía cómo mi corazón brincaba bruscamente hasta la garganta.

Después de haber descubierto que el corazón de Titán había quedado pulverizado por culpa de su exnovia tóxica, no quería imaginarme cómo podría afectarle la noticia sobre su mejor amigo.

—Me estás preocupando, Nena —acuna mis mejillas en sus manos, explorando con su mirada, su preocupación era poca para lo que yo sentía, pero no lo podía dejar pasar más tiempo, era mejor ponerlo al tanto antes de que algo más sucediera.

—Yo... lo siento... —tragué duro cuando lo miré a los ojos— en verdad, lo siento tanto, Black... —iba a empezar a explicarle, pero hace un ademán y me interrumpe.

—¿Por qué lo sientes, Reyes? —sus emociones cambiaron— ¿por qué hiciste que me enamorara de ti como un estúpido? —su voz era seca y dura, lo que me estaba diciendo como un reclamo, no iba al caso, yo jamás lo dejaría.

—Black, ¿de qué demonios estás hablando? —interrogué confundida.

—Ya decía yo que era demasiado perfecto para ser verdad, pero debo reconocer que fui un idiota otra vez al creer que el amor era para mí —se escuchaba dolido y derrotado.

Mis ojos se abren cuando lo comprendo.

No pude reprimir una sonrisa.

Mi Black, tontito.

—¿Crees que te estoy terminando? —se limitó a responder, pero su expresión era una respuesta muy clara—. No es así, bebé. —Negué con la cabeza y mordí mis labios.

—¿No? —juntó sus cejas, confundido.

—¿Por qué lo haría, Black? —solté una risita pegando mis labios a los suyos— eres genial. El sexo es genial, además... —voy dejando un caminito de besos esparcidos por su cuello hasta llegar a su oreja y doy una suave mordida en el lóbulo, escuchando un jadeo salir de su garganta —quiero que me hagas tuya y yo hacerte mío de todas las formas que nos podamos imaginar.

—Reyes... —mi nombre abandona sus labios en forma de exhalación, pero no fue suficiente.

Su mirada aún está cargada de incertidumbre.

No es para menos, cuando te han roto el corazón no es fácil volver a confiar.

—Black, estoy jodidamente enamorada de ti, como nunca imaginé que se podía estarlo de alguien. Excepto del príncipe Felipe, él sigue siendo mi obsesión desde niña, en fin... —mis dedos dieron una dulce caricia a su rostro hasta que suavizó su expresión.

Me subí a su regazo y empecé a besarle.

Iba a despejar sus dudas a mi modo.

—Te quiero tanto que no imagino mis días sin ti, Black. No sé si está bien todo esto que hay en mi corazón, pero se siente muy bien —sus ojos azules se encuentran con los míos.

𝑻𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒂 𝒕𝒊 [+𝟏𝟖] [Próxιmᥲmᥱᥒtᥱ en librerías]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora