Capítulo 44

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FRIDA

—El Doctor ordenó reposo mínimo una semana. El tratamiento del medicamento durará quince días y después volverán a realizarte otro estudio para descartar secuelas —explica mamá camino a casa.

Por suerte la tía Raquel la convenció de no cancelar el viaje a la boda de mi prima Olivia en México. Mamá necesitaba vacaciones y tiempo con su familia, sí o sí.

Por otro lado, yo aún no sabía cómo decirle a Titán que estaría una semana fuera, no porque no le tuviera confianza, pero solo recordar cómo reaccionó en la despedida de soltera, presentía que con esto iba a poner el grito en el cielo.

—Así que, si quieres ir de vacaciones la semana que entra, debes cumplir las indicaciones del médico al pie de la letra —me da una mirada analítica.

Bien sabía que era rebelde para hacerlo, no me gustaba seguir órdenes y menos tomar medicamento, pero no iba a contradecirla sabiendo todo lo que había pasado por mi culpa.

—Está bien, —acepté de buena manera— pero, ¿Puedo salir la noche del sábado con mi novio? Será solo a cenar —pregunté con una mirada suplicante de cachorrito de calle.

—No. —Espeta sin despegar la mirada del camino.

—Vale... —bueno, tenía que intentarlo —¿Segura?

—Sí —responde firme.

—¿Sí me dejas?

—No —gruñó esta vez.

Tenía que intentarlo de nuevo.

—Tu salud es lo importante y si te tengo que encerrarte bajo llave, lo haré —sentenció, justo como la tía lo advirtió.

Pero mi lindo y brillante cerebrito ya maquinaba ideas de cómo ir al juego, a la fiesta... y también de cómo cobrar venganza contra Emiliana y Owen.

Iba a enseñarles a esos hijos de chucha leprosa que con una Reyes no se juega.

Lo sé, me escucho villana, pero vamos a ponerle guacamole a la historia.

(...)

Días pasaron y mamá regresó a trabajar. Mi tía se encargaba de ir a mi habitación a cerciorarse de que tomara mi medicamento al horario que estaba indicado, me cuidaban como si fuera de cristal y ya me tenían bastante estresada.

¡Cariño, tienes visita! —mi tía grita desde las escaleras.

Yo seguía en cama por obligación de mamá, aunque los ungüentos naturistas que la tía me ponía a todas horas habían ayudado bastante a quitar el dolor y la inflamación, pero los hematomas aún se notaban.

Cuando mamá los descubrió tuvimos que hacerle creer que me había golpeado con la banca al caer desmayada, se consternó y por eso se puso sobreprotectora.

La puerta de mi habitación se abrió dejando ver a Mafer, quien sonrió animada al verme.

—No sé cómo sigues postrada en esa cama. Para lo hiperactiva que eres, te han de estar picando pulgas en el trasero.

Y estaba en lo cierto.

—Listilla ¿comiste payaso?

Era viernes por la tarde y al fin recibía visitas, tenía desde el lunes postrada en la cama del hospital y después en la mía dando vueltas de un lado a otro.

Dios, claro que estaba enloqueciendo, quería ir a la escuela, entrenar, estar en los brazos de mi novio, sobre todo lo último, pero con mamá de carcelera pendiente de mí, las veinticuatro horas del día, era imposible.

𝑻𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒂 𝒕𝒊 [+𝟏𝟖] [Próxιmᥲmᥱᥒtᥱ en librerías]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora