Capítulo 12

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Muy en contra de mi propia voluntad, estaba lista para acompañar a mi amiga y a su amigo.

Había optado por vestir veraniega dado el clima bochornoso de la costa. Vestía un short en color rojo y una blusa boleada sin manga, usé mis cómodos Toms de piso y recogí mi cabello en una coleta de caballo dejando unos mechones delgados sueltos.

Mi maquillaje era básico.

Nunca fui fan de utilizar capas y capas de eso, no quería terminar pareciendo a la hija de Gasparín o descendiente del Guasón. Mis fieles acompañantes de bolsillo eran máscara de pestañas y un labial color cereza.

Y un gas pimienta, por si se ofrecía.

Sencilla y natural.

Salimos de la casa y subimos al auto de Eduardo.

Aún no estaba segura de lo que hacía y esperaba que la noche pintara tranquila.

Eduardo condujo entre plática hasta llegar a la zona residencial al otro lado del pequeño pueblo.

Como en las trilladas películas juveniles, había filas de autos llenando las calles y el lugar estaba a reventar, tardando varios minutos para encontrar sitio libre.

Luego de estacionar el coche, nos metimos entre la multitud hasta llegar a un enorme jardín.

Eduardo fue directo a la barra de bebidas, Mafer se había entretenido con compañeras de química, y yo aproveché para andar sin rumbo fijo husmeando en busca de Titán, pero entre tanta gente no lograba encontrarlo.

—¿Orgasmo o cerveza? —Eduardo me tomó desprevenida y me dio un susto que alcancé a disimular.

No sé en qué momento había aparecido a mi lado.

Agradecí cuando agarré la botella de cerveza sin dudarlo dos veces. No me gustaban las bebidas preparadas.

Él tomó del vaso de bebida azul y me dio una mirada como si intentara decirme algo, pero lo estaba pensando mucho.

—Soy pésima descifrando miradas —manifesté tranquila—. Lo que quieras decir, es mejor que me lo digas sin rodeos —di un trago a mi bebida mientras mi mirada vagaba por el lugar en busca de Titán, pero seguía sin haber señales de su presencia.

El jardín era enorme y estaba rodeado por carpas donde se reunían en grupos, pero en ninguno de ellos estaba Titán.

—Curiosidad. Ese es mi defecto, Nena —reveló ofreciendo una risa pícara.

Eduardo era un chico de raíces latinas igual que yo. Alto y fornido, de piel bronceada, cabello castaño, unos ojos marrones risueños y una sonrisa encantadora.

Tenía que admitir que, si fueran otras las circunstancias, tal vez yo me interesaría en él... Nah, aunque era demasiado atractivo y estaba para comerse, mi interés estaba sobre el otro guapo que sin duda deseaba comerme algún día.

—Recuerda que la curiosidad mato al gato —murmuré a broma.

Eduardo sonrió, pero se embobó al ver a Mafer mientras caminaba hacia nosotros con bebida en mano.

También paseaba sus ojos por el lugar como si buscara a alguien y no se me haría raro que fuera Titán, que, aunque ya me había aclarado que no hubo nada entre ellos. Ella vivía con cierto resentimiento y eso me seguía preocupando.

—La noche pinta de maravilla con tanto alcohol —ironizó cuando se sentó en uno de los banquillos al lado de Eduardo— estas fiestas dejan el mejor recuerdo de tu vida.

𝑻𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒂 𝒕𝒊 [+𝟏𝟖] [Próxιmᥲmᥱᥒtᥱ en librerías]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora