Capítulo 88

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Los días siguientes al nacimiento de Hope los pasaron en el hospital. Los médicos y en especial el nuevo pediatra de la bebé querían estar seguros de que ambas estuvieran completamente en condiciones de ir a su casa. Maureen había llegado un día después del nacimiento de su hermanita y desde ese momento no había vuelto a la Universidad. A pesar de que Kathy no estaba muy contenta con la decisión de su hija, la chica le había dejado claro que solamente sería una semana o el tiempo que su papá y Olivia necesitaran, ella lo había decidido así y no dejaría que su madre decidiera por ella. Se turnaban con Elliot para llevar a Calvin a la escuela, hacer los quehaceres de la casa y estar en el hospital ayudando a Olivia con la bebé, ya que a la morena le costaba un poco caminar con normalidad y sobre todo ir al baño con normalidad sin estar pensando que algo podía pasarle a su bebé si la dejaba sola por unos segundos.

Finalmente, cinco días después de que Hope viniera al mundo, les dieron el alta y pudieron volver a su casa. Los nervios y las ansias de poder estar a solas con su familia, sin médicos ni enfermeras, consumían a Olivia.

—¿Están bien? —preguntó Elliot con una sonrisa que apenas si le cabía en el rostro.

Abrió completamente la puerta trasera del auto para que Olivia bajara con Hope dentro del huevito, la sillita que se ajustaba al asiento del auto y que también entraba dentro de la carreola.

—Perfectas.

—De acuerdo, finalmente en casa.

—¿Puedes con eso preciosa? —le preguntó la morena a Maureen.

—Claro que sí, sólo son dos bolsos.

—Bien.

Al ingresar, Olivia se llevó la sorpresa de encontrar un cartel blanco con letras rosas y moradas que decía Bienvenida a casa Hope y varios globos con formas de dibujos animados alrededor.

—¡Es precioso! Muchas gracias chicos.

Olivia besó tiernamente la frente de Maureen, Calvin y Dickie, ellos se habían quedado en casa a esperarlos ya que no entraban todos en el auto.

—De nada. Estamos felices de que por fin estén en casa.

La morena tomó asiento en el sillón grande y tomó a su hija para acunarla en sus brazos. Calvin y Dickie se pusieron uno a cada lado y Maureen en cuclillas frente a ellas. Elliot los rodeo y se quedó de pie tras su mujer acariciando sus hombros.

—Hola preciosa, bienvenida a casa...—susurró Maureen y Hope comenzó a abrir sus ojitos.

Todos sonrieron ampliamente cruzando miradas.

—Sí, ellos son tus hermanos —agregó Olivia— ellos son los que te prepararon el cuarto precioso que tienes, junto con Meg y Gracie.

Hope movió sus manitos y se revolvió suavemente entre sus mantas.

—Ellas vendrán pronto, seguramente serás muy buena amiga de Gracie —dijo Calvin.

—Y cuando seas grande, comerán las Oreos que ella te prometió hace meses atrás —dijo Elliot besando la mejilla de su esposa.

—Recuerdo ese día —susurró Olivia y acarició con su dedo la mejilla de su hija— la primera vez que la sentí moverse.

—Así es...

Una semana después la rutina estaba bastante establecida, todos se habían acostumbrado al llanto de Hope cada dos o tres horas pidiendo comida o simplemente porque extrañaba estar en brazos de alguien. Cragen y Eileen había ido a visitarlos y le habían llevado de regalo a la bebé un oso de peluche con una remera de NYPD rosa y blanca. El ex capitán se sentía muy orgulloso de la familia que Olivia había formado y no podía estar más felíz y emocionado por la nueva integrante del escuadrón.

Te amaré el resto de mis díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora