Capítulo 81

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Elliot había pasado la mayor parte de la noche despierto pensando y repasando el plan del día siguiente. Iría de encubierto junto al equipo de Hank Voight a una bodega en la zona de alto nivel de Chicago. Como ya había trabajado junto a ellos se sentía seguro, pero aún así sentía temor de lo que pudiera suceder en ese lugar. Solo faltaban unas horas para que amaneciera, tomó su celular y miró las últimas fotos que había tomado de Oliva durmiendo sobre su pecho, un video del vientre de ella marcado por los constantes movimientos de su hija, una de su familia completa y finalmente pudo dormir.

Olivia había despertado con el peor humor del mundo, tampoco había dormido muy bien por sus interminables viajes al baño a orinar y porque no se sentía cómoda durmiendo con una almohada y sin Elliot.

—¡Buenos días Liv! —saludó Casey mientras preparaba el desayuno.

—Buenos días —respondió ella de manera cortante y se sirvió un poco de fruta en una taza.

—¿Todo en orden?

—Sí, claro —respondió fingiendo una sonrisa y se sentó en la barra desayunadora.

—Creo que hoy no es un buen día —murmuró la pelirroja.

—¡No! ¡Claro que no es un buen día si a penas pude dormir, se supone que tomé la licencia para estar bien y descansar! ¡No para correr cada diez minutos al baño! —dijo casi gritando de manera exasperada— ¡¿Y dónde está Calvin?! Debería estar desayunando.

Casey la miró sin saber qué hacer, realmente no entendía qué le molestaba tanto a su amiga, o si solamente eran las hormonas hablando.

—Calvin se fue temprano a la práctica de baloncesto. Joe pasó a buscarlo. ¿Puedes tranquilizarte por el amor de Dios?

—No puedo tranquilizarme —tomó el tazón de frutas y se puso de pie— no quiero hacerlo —dijo con voz fuerte y se encerró en su habitación.

Por otra parte, había caído en la cuenta de que no trabajaría durante meses, y comenzaba a volverse loca pensando qué hacer hasta que Hope llegara. Terminó de desayunar sentada en su cama, tomó una ducha y luego de ponerse un vestido azul oscuro que Amanda le había regalado, comenzó a sacar toda la ropa de su placard. Su cama era una gran montaña de ropa apilada.

—Es increíble que ya no entre en la mayoría de estos pantalones —murmuraba entre dientes mientras los doblaba y guardaba en el fondo del mueble.

Estuvo repitiendo el proceso por horas hasta que su estómago comenzó a rugir. Tuvo que bajar a la cocina por algo de comer y la extrañó que hubiera tanto silencio en la casa, al parecer Casey había salido sin avisar y Calvin aún no había vuelto. Miró el reloj, las doce del mediodía.

"Elliot más te vale estar sano y salvo", pensó.

—Bueno pequeña, seremos sólo tú y yo para almorzar —dijo acariciando su vientre— no está nada mal. ¿Qué te parece comida China?

Hope se movió como lo había hecho durante todo el día.

—Bien, pediremos eso.

Mientras tanto, hacía dos hora que en Chicago Elliot fingía ser el guardia de un alto funcionario de un gobierno extranjero, Jason era su nombre de encubierto y supuestamente había contactado a Isaac, uno de los detectives de Chicago que llevaba más tiempo trabajando dentro del Cártel Q7, para comprarle un gran cargamento de drogas y mujeres.

Dentro de la bodega se encontraban negociando Stabler y Dawson, mientras que Carisi, Voight y todo su equipo esperaban en posiciones tácticas por los alrededores del lugar.

Te amaré el resto de mis díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora