Te amaré el resto de mis días

Capítulo 64

—La primera semana fue horrible, al cerrar los ojos podía sentir sus manos recorrer mi cuerpo, tocar mis muslos, acariciar mis brazos o mis labios... Todavía... todavía al ducharme y ver las cicatrices de mis caderas siento el frío del cuchillo cortando mi piel —hizo una pausa tratando de mover el nudo que se había formado en su garganta— puedo oírlo susurrar en mi oído que se quedará por siempre junto a mi, que jamás podré olvidarlo —las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas—. Durante estos dos meses creí que estaba bien, que había hecho el proceso más rápido que cualquier otra víctima, sin pesadillas, sin flashbacks. Pero de un momento a otro todo se desató en mi mente, comencé a revivirlo, me despierto en medio de la noche temblando, sudando, tratando de que el aire llene mis pulmones nuevamente... ¡Él quiere estar en mi cabeza, aunque quiera no puedo sacarlo de allí! Casi me quita todo lo que amo en esta vida, todo por lo que luché durante estos años.

—¿Cómo te sientes respecto a eso?

—Siento... siento terror de estar a punto perderlo todo otra vez... de quedarme sola otra vez —su voz fue quebrándose a cada palabra que salía de su boca— me siento enojada conmigo misma por no haber visto las señales que Elliot sí notó y siento... que aunque no me quitó la vida, ni a las personas que amo, sí me quitó algo —puso su mano sobre su corazón— por eso sé... que necesito ayuda para recuperar lo que él tomó de mí.

—Entiendo... trabajaremos sobre todo eso Olivia y también sobre tus pesadillas y flashbacks.

—De acuerdo —respondió la Sargento limpiando sus lágrimas con el pañuelo que el terapeuta le había facilitado— sé que parece algo apresurado pero ¿me firmará el alta para dejar el trabajo de escritorio?

El hombre la miró fijamente y luego bajó sutílmente su mirada hacia el vientre de Olivia, colocó sus anteojos sobre su cabeza antes de hablar.

—¿Crees estar lista para volver al trabajo de campo? ¿Incluso con seis meses de embarazo?

—Siento que estoy lista, además no pondré en peligro a mi bebé, no iré a operativos ni nada parecido. Solo quiero estar acompañando a las víctimas, ahora comprendo lo que sienten mucho mejor, Reynolds logra eso... —hizo una pausa— y no puedo ayudar detrás de un escritorio.

—Crees estar preparada para ayudar a las víctimas porque te sientes una de ellas.

—Eso no es cierto. No después de todo este tiempo.

—¿Te has dado cuenta de que hablas de Reynolds en presente más veces de las que hablas de él en pasado?

Olivia lo miró con lágrimas en sus ojos, no sabía qué responder. Nunca se había dado cuenta de ese detalle.

—No... no lo había notado.

—¿Por qué crees que hablas de él en presente? Tu sabes que está muerto.

—Lo sé muy bien.

... "—Tranquila preciosa —dijo acariciando la mejilla de Olivia con su mano libre— esto terminará bien. Al menos para ti. Cuidate ¿de acuerdo? Sé que no podrás olvidarme"...

—No puedo sacarlo de mi cabeza.

—Debes dejarlo ir Olivia... —dijo el terapeuta en un tierno pero firme tono de voz— no permitas que todavía sea dueño de tus pensamientos, de tus recuerdos, de tu mente. No le regales ese poder.

Tanto Cragen como Elliot sabían que ella no volvería a la Unidad por la tarde, sobre todo porque entendían que su ánimo no sería bueno luego de la primera sesión con el doctor Peter Lindstrom. El día estaba completamente soleado y la brisa de verano le recordaba pequeñamente a las vacaciones que habían tenido unos meses atrás en el lago, por lo que la morena decidió ir a caminar un rato por Central Park, dio unas vueltas hasta que sintió que sus pies le molestaban así que se sentó en un banco, acarició su vientre en círculos mientras imaginaba que en poco tiempo estaría corriendo detrás de una niña o de un niño por ese lugar, sin darse cuenta una gran sonrisa se había formado en su rostro, no había otra cosa que la hiciera salir tan rápido de su angustia, era su bebé quien lograba mantener la esperanza de que todo mejoraría en ella.