Capítulo 90

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—¿Viajaste bien allí? Claro que sí princesa ¿Quién es la más hermosa del mundo? Tú mi pequeña Hope —Olivia dejó varios besos en las mejillas y la cabecita de su hija.

Hablaba con ella mientras quitaba su sillita de la parte trasera del auto, la bebé trataba de sonreírle aunque, a sus tres meses de vida, todavía no sabía bien cómo hacerlo.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Dickie.

—No gracias cariño, yo puedo. Mejor ayuda a tu papá a bajar las maletas del baúl.

—Bien.

La familia había llegado a la casa de la playa, a la casa de Bernie, la madre de Elliot. A él los nervios lo consumían y eso fue algo que no pasó desapercibido para su esposa. Ella esperó a que los niños llegaran a la puerta de la casa para acercarse a él.

—Tranquilo, estoy aquí —susurró apoyando su mano sobre la de él que estaba sosteniendo un bolso— todo saldrá bien.

—Lo sé amor —le regaló una sonrisa y besó su mano.

Maureen llamó a la puerta y a los pocos segundos una sonriente mujer de aproximadamente 75 años los recibió.

—¡Hola! Oh por Dios, qué grandes y hermosos están —saludó a cada nieto con un abrazo y un beso en la frente —Tú debes ser Calvin.

—Así es —sonrió— es un placer conocerla señora Bernadett.

—Ay por favor, dime abuela —acarició su rostro y besó nuevamente su frente— pasen niños y pónganse cómodos, iré a saludar a sus padres —agregó mirando a su hijo y a Olivia quienes claramente estaban en su propio mundo.

Unos segundos más tarde ambos estaban en la puerta de la casa.

—Hola... mamá —saludó Elliot y sonrió levemente dejando los bolsos en el suelo.

—Hola hijo —sonrió con ojos brillantes y el silencio los invadió unos segundos— ¿no vas a presentarme al resto de tu familia?

—Sí claro —aclaró su garganta, tomó una bocanada de aire y puso su mano sobre la espalda baja de la morena— mamá ella es Olivia, mi esposa —sonrió ampliamente— y ella... ella es Hope Allison Stabler, nuestra hija... tu nieta —miró a su bebé dormida pacíficamente y luego a su madre que estaba parada frente a ellos con lágrimas en los ojos.

—Es un placer conocerla —dijo Olivia suavemente— estuvimos deseando venir con muchas ansias.

—El placer es todo mío querida, por favor dime Bernie —abrazó a Olivia y con una sonrisa los invitó a pasar.

Mientras Elliot y los niños llevaban las cosas a sus respectivas habitaciones, Bernadett y Olivia conversaron un poco hasta que Hope comenzó a incomodarse y a llorar por oír voces de adultos pero no estar en brazos de ellos, sobre todo en brazos de su madre. Olivia tomó a la pequeña que estaba envuelta en un porta infant con forma de conejo y la acunó hasta que dejó de llorar.

—¿Quieres cargarla? —le preguntó a su suegra.

—Me encantaría.

Bernie acunó a Hope y se quedó con ella la mayor parte del día y la noche, quería formar un vínculo con ella, quería ser parte de su vida al igual que de la de sus otros tres nietos.

Pasaron una maravillosa semana completa allí. El último día, Elliot y Olivia se tomaron un pequeño tiempo a solas para ir a la playa y poder ver el atardecer. Era algo que a Olivia le daba mucha paz y que disfrutaba en gran manera junto al amor de su vida. Estaban sentados sobre la fría y húmeda arena, diminutas gotas saladas mojaban sus rostros cada vez que las olas golpeaban contra las rocas, sus manos entrelazadas, sus pies jugando con la arena, el calor de sus cuerpos al rozarse, la fragancia a jazmín y coco que...

Te amaré el resto de mis díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora