Capítulo 43

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-¿Están seguros de que no nos olvidamos algo? -preguntó Liv por quinta vez observando la cajuela del auto- ¿Tienen todo chicos? Miren que no podemos volver a buscar nada.

-Estamos bien mamá, te aseguro que no nos olvidamos de nada -respondió Cal abrochando su cinturón-.

-Tenemos todo Liv -añadió Dickie riendo bajito-.

-De acuerdo, demonios debo ir al baño otra vez -miró a Elliot, que estaba cerrando la cajuela, con ojos suplicantes-.

-¿Vejiga inquieta? -rió- ve tranquila, no iremos a ningún lado sin ti -sonrió y besó su frente-.

-No tardo nada -dijo prácticamente corriendo hacia dentro del edificio-.

Una hora más tarde ya avanzaban por la carretera en dirección al lago. El lugar quedaba prácticamente cruzando el país según la exageración de Calvin, y aunque eso no era del todo cierto, el viaje era largo y tranquilamente podrían haberlo hecho en avión, pero Elliot no quería que Olivia se subiera a uno en el primer trimestre de embarazo, no habían conseguido una cita con el médico antes de irse y no iban a arriesgarse.

Era la tercera vez que la morena se acomodaba en la butaca, los chicos iban entretenidos en el asiento trasero mirando la serie que habían dejado la noche anterior.

-¿Estás bien? -preguntó Elliot notando la incomodidad de su mujer-.

-Sí es solo que no llevamos ni dos horas viajando y ya me cansé de estar en la misma posición.

-Podemos detenernos un rato si quieres.

-No hace falta mi amor, cuando tu necesites parar lo haremos, incluso puedo conducir yo si quieres.

-Claro que no, solo quiero que descanses -acaricio su mejilla suavemente y volvió fijar la vista rápidamente en el camino- yo me ocuparé de todo y si alguien necesita que frene lo haremos.

-De acuerdo -besó su mejilla-.

-A propósito, adoro cómo te quedan esos jeans -dijo él con voz ronca, Olivia había elegido unos jeans azules, una remera blanca pegada a su cuerpo y unos zapatos bajos en color azul claro-.

-Gracias es el único que me entraba -respondió ella riendo- bueno este y el que tengo guardado en la maleta. Seguramente cuando volvamos tendré que ir de compras porque no tendré qué ponerme para ir a trabajar -suspiró con cierta frustación-.

-No hay problema con eso muñeca, ve y compra lo que te guste y lo que te haga sentir cómoda.

-No sé si disfrutaré ir de compras todos los meses por ropa cada vez más grande -acarició su vientre donde crecía su pequeño hijo o hija- pero estoy segura de que disfrutaré comprándole cosas a este bebé.

Luego de casi seis horas de viaje, deteniéndose en el camino para comer algo o utilizar el baño, llegaron a su destino. La cabaña quedaba justo frente al lago tal como Elliot había dicho y realmente era preciosa. El porche de entrada tenía una hamaca de madera junto a una pequeña mesa movible, había tres habitaciones grandes por lo que Calvin y Dickie decidieron compartir una, desde el ventanal principal se podía observar el lago con agua cristalina y a un par de metros un muelle; la paz que todo el lugar transmitía era increíble.

-¿Podemos ir al agua papá? -preguntó Maureen realmente ansiosa-.

-Es tarde pero aún hace calor -su hija lo miró esperando una respuesta clara- ¡Vayan! ¿Qué están esperando?

-¡Gracias papá! -dijo volviendo rápidamente a la habitación que había escogido para ponerse su traje de baño-.

Olivia observaba el paisaje por la ventana de su habitación, de espaldas a la puerta. Elliot, al entrar y verla no pudo evitar sonreír ni que su corazón latiera con más fuerzas, se acercó lentamente y la abrazó por detrás, rodeándola con sus brazos y besando su cuello.

Te amaré el resto de mis díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora